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«La peor desgracia que nos pudo pasar»

alberto mahía A CORUÑA / LA VOZ

AGRICULTURA

CESAR DELGADO

Manuel Rodríguez Gómez, que se ahogó en A Coruña, trabajaba en un taller de Santiago

09 mar 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

En Visantoña, parroquia de Mesía, nadie se quedó en casa ayer a las cinco de la tarde. Todo el mundo estaba acompañando a los padres de Manuel Rodríguez Gómez en el pequeño cementerio de San Martín. El dolor era inmenso. Un amigo de la familia, justo después de fundirse en un abrazo con el padre de este joven de 27 años que el pasado viernes falleció en la Dársena coruñesa en un desgraciado accidente, decía una verdad como un puño: «Ver a un hijo salir de casa y que te llamen al día siguiente anunciando que no lo volverás a ver nunca más es la mayor desgracia por la que puede pasar un ser humano. Porque los hijos deben estar preparados para ver morir a unos padres, pero unos padres nunca lo están para ver morir a un hijo».

A Secundino Rodríguez y a Manuela Gómez se les fue un hijo «alegre, bueno, muy humano y trabajador». Su padre, consolado por todo un municipio que se volcó con ellos, decía ayer en el tanatorio de Visantoña que el accidente que acabó con la vida del pequeño de la familia «es la peor desgracia que nos pudo pasar».

Manuel Rodríguez Gómez era el único hijo varón en una casa en la que todo el mundo trabajaba duro. Su padre, Secundino, lo hizo casi toda su vida en la construcción y desde hace un tiempo se volcó en la agricultura y la ganadería, sectores de los que vive la inmensa mayoría de los vecinos de esta parroquia donde hay más vacas que habitantes (560). Uno de esos lugares sobresalientes del interior de la provincia, al que se llega por carreteras abovedadas en roble, las viviendas están alejadas unas de las otras, las marquesinas son centros de día, en los bares se juega al tute y las coca colas cuestan todavía un euro cuarenta.

La madre de Manuel, Manuela Gómez Uzal, «es una mujer queridísima en el pueblo. Trabaja ayudando a la gente, en la asistencia social», contaba ayer en el velatorio una vecina. Los dos, dicen, tanto Secundino como Manuela, «formaron unha familia excelente, cuns fillos que lles saíron de pana e traballadores como poucos».

Manuel solo tenía una hermana, Begoña, que trabaja en el Concello de Mesía. Ayer, la edila de Cultura decía de ella que «es una mujer extraordinaria y muy buena compañera. Como toda la familia». Está casada con el hombre que los cinco días de búsqueda se ocupó con gran entereza de la portavocía de la familia.

Quien desde el dolor y la desesperación también se volcó en la búsqueda fue la novia de Miguel, Alba, una estudiante en Santiago que llenó de carteles las redes sociales y las marquesinas. La persona que lo esperaba para comer el día en que Manuel cayó al mar. Llevaban más de tres años juntos. «Se podía dicir que era unha máis da familia. Os pais de Manuel quérena como a unha filla. É unha rapaza moi boa e responsable. Facían unha parella perfecta», contaban ayer unos familiares de Manuel.

Todavía no tenían planes de boda, «pero estaba claro que lo suyo era una relación para toda la vida», decía una amiga de Alba entre lágrimas, destacando lo «mucho» que se querían.

Manuel, como el resto de jóvenes de su edad, comenzó sus estudios en el colegio de Visantoña, donde cursó los primeros años hasta pasar al centro educativo de Xanceda. Uno de sus profesores en los tiempos mozos, que también se llama Manuel, se mostraba deshecho ayer. «Levaba tempo sen falar con el, pero cando nos víamos ríamos moito recordando anécdotas e falando de coches, que era unha das súas paixóns». Tanto es así, que estudió mecánica del automóvil y llevaba años trabajando en un taller de Santiago.

Alguien de quien todo el mundo se acordaba ayer y al que intentaban reconfortar es al amigo de Manuel que lo acompañó el jueves a A Coruña y regresó a Santiago dejándolo en la discoteca. «Está deshecho. Se siente culpable», contaba un amigo.

Visantoña y los seres queridos de Manuel, como ponían ayer cerca de dos decenas de coronas llegadas de todos los rincones, no olvidarán jamás a un chico «encantador» que tenía toda una vida por delante.