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Un Entrimo ennegrecido busca paliar las secuelas del fuego

Maite Rodríguez Vázquez
maite rodríguez OURENSE / LA VOZ

AGRICULTURA

Jairo Domíngez, ganadero de Olelas, tiene que dar a sus vacas hierba que tenía para el invierno.
Jairo Domíngez, ganadero de Olelas, tiene que dar a sus vacas hierba que tenía para el invierno. Santi M. Amil

El agua de consumo humano resultó afectada por arrastre de ceniza y el ganado quedó sin pasto

20 sep 2016 . Actualizado a las 13:41 h.

Fueron días y noches de terror, con el fuego avanzando sin control por los montes de Entrimo y acercándose a las casas. Después del devastador incendio que se inició hace dos semanas, miles de hectáreas con pinos o terreno rocoso muestran un paisaje desolado. Las vacas cachenas, autóctonas de Olelas, se tienen que alimentar del forraje que los ganaderos locales tenían almacenado para el invierno. La Serra do Quinxo, en la que pastaban libremente, ya no les proporciona alimento. El incendio, que arrasó 2.800 hectáreas según la Xunta, acabó con mucha de la riqueza forestal de uno de los municipios con más recursos madereros.

Ahora sufren los animales y los humanos. Debido a las lluvias de la semana pasada, el agua arrastró la ceniza hasta el río Covas, del que se abastece Terrachán, la capitalidad. El agua salía demasiado turbia como para ser apta para el consumo humano y, durante dos o tres días, los vecinos la tenían que comprar embotellada. Fue entonces cuando el alcalde, el socialista Ramón Alonso, decidió solicitar la ayuda de la Axencia Galega de Emerxencias para que enviaran agua para la población. Una nodriza llegó el viernes y para hoy el regidor esperaba contar con una cisterna más para el abastecimiento vecinal. Después de unos días secos, el problema de la suciedad del agua por la presencia de ceniza se ha reducido en la capitalidad pero aún no está solucionado.

En Olelas, otro de los pueblos más afectados por el incendio, han podido recuperar uno de sus manantiales pero solo surte a las primeras casas de este pueblo de montaña. El resto de la aldea que se sirve del depósito de la zona del pantano de Olelas se abastece todavía del agua trasvasada desde la nodriza. En este pueblo tienen que reponer las mangueras y tubos que traían el agua desde el manantial por la corga de Porto do Medio a través de los pastos de Berengua. Los vecinos se tuvieron que abastecer durante dos días del agua de las fuentes de otros manantiales pequeños que no habían sido afectados hasta que llegó la motobomba con agua limpia.

Las vacas cachenas, cabras y ovejas que aún pueblan estos montes rocosos fronterizos con Portugal se refugian en el pantano para beber. La comida se la tiene que proporcionar su dueño de la hierba que tenía ensilada para pasar el invierno. Para buscar soluciones a este problema, hubo el viernes pasado una reunión en la oficina agraria comarcal de Bande donde se prometió que se enviará comida para el ganado de la zona.

Eso espera Jairo Domínguez Adán, uno de los ganaderos de Olelas que tiene una explotación de 180 cabezas de cachena, 120 madres y 60 becerros. Otro posee otras 130 vacas. «Non hai pasto para darlles de comer. Estoulle dando o que tiña para todo o inverno e logo non se consigue», relata. Domínguez Adán espera que se concreten estas ayudas directas ya que lamenta que este año le suprimieran las ayudas de la PAC porque el monte de Olelas -donde siempre pastó el ganado en extensivo- no reúne, según los nuevos criterios, las condiciones para la cría de vacuno. «Queren que teñamos praderías, pero este monte non se pode desbrozar, son os animais os que manteñen o monte limpo. Se non axudan, os gandeiros novos teremos que vender e marchar para a cidade que parece que é o que buscan. Nós queremos ter un futuro aquí, pero non queren que o rural avance», se queja Jairo.

El alcalde de Entrimo solicitará que se exima a estos ganaderos de la prohibición de pastorear durante este año y los dos siguientes en el terreno quemado. En Cualedro, donde hubo otro gran incendio de 3.000 hectáreas el año pasado, consiguieron esa exención para las zonas de concentración parcelaria que también habían sido afectadas, pues no se consideró incendio forestal sino agrícola. La prohibición de pastorear en el monte comunal de la Serra do Larouco continuó, pero al menos los ganaderos de esta zona rescataron prados para sus animales