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Cova Eirós, hábitat de cazadores

Francisco Albo
francisco albo MONFORTE / LA VOZ

AGRICULTURA

<span lang= es-es >Una puerta al pasado remoto</span>. El director del proyecto arqueológico de la USC, Ramón Fábregas, muestra las excavaciones realizadas en la galería de entrada de la cueva.
Una puerta al pasado remoto. El director del proyecto arqueológico de la USC, Ramón Fábregas, muestra las excavaciones realizadas en la galería de entrada de la cueva. Fotos:< / span> alberto lópez< / span>

El yacimiento desvela la vida de los antiguos habitantes de la montaña

30 ago 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

El yacimiento de Cova Eirós (Triacastela), donde se han encontrado las primeras pinturas paleolíticas de Galicia, se caracteriza por su ubicación en una zona de difícil acceso. La gruta caliza se abre en medio de una empinada ladera del monte Penedo que cae casi a pico sobre el arroyo de Bezcas. Si la orografía de este paraje no es nada propicia para la agricultura y la ganadería, sí fue en cambio muy favorable para el modo de vida de los cazadores y recolectores del Paleolítico que ocuparon la gruta durante miles de años.

El arqueólogo Arturo de Lombera, codirector de las excavaciones que llevan a cabo en la cueva las universidades de Santiago y Tarragona, señala que el lugar presenta unas condiciones idóneas para los pobladores prehistóricos. «La gruta ofrece un gran dominio visual sobre la parte baja del valle de Cancelo, que ahora está ocupada por prados -explica- , y tiene cerca un curso de agua, que por entonces quizá estuvo aún más próximo, porque el fondo del valle debía de ser unos metros más alto».

Los cerca de 7.000 registros arqueológicos realizados desde que empezaron las excavaciones, en el 2008, han permitido reconstruir en buena parte las condiciones ambientales en que vivieron los cazadores paleolíticos de Cova Eirós. Los investigadores opinan que el paisaje del entorno estuvo formado en gran parte por bosques mixtos durante los periodos climáticos más cálidos, mientras que en las etapas más frías predominarían las zonas de pradera o estepa, con una vegetación a base de herbáceas, que se cubrían de nieve todos los inviernos.

Restos de animales

En las excavaciones se han recogido numerosos huesos de animales con marcas de corte que indican que fueron consumidos por los pobladores humanos. Entre ellos abundan especies como el caballo, el rebeco, el ciervo o el jabalí, lo que demuestran que los cazadores prehistóricos aprovechaban la fauna de las zonas de pradera, alta montaña y bosque mixto, es decir, de todos los biotopos que estaban a su alcance en las épocas cálidas o frías.

Es posible que en su dieta haya figurado también el rinoceronte lanudo. Unos restos fósiles de esta especie hallados en una campaña anterior están actualmente en estudio para saber si las marcas que presentan son de origen humano o animal.