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transición energética

¿Cuello de botella o revolución?: esto es lo que pasa detrás de tu enchufe

El momento de la verdad de la economía española: las redes eléctricas como cuello de botella o como dinamizador del desarrollo

Ana García Novo

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¿Qué tienen que ver los postes de la luz y las subestaciones eléctricas con el futuro de tu salud y de la economía? Las redes eléctricas son la clave para aprovechar o desperdiciar todas las ventajas que ya nos ofrecen las energías renovables.

Ana García Novo

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En qué pensamos cuando pensamos en energías renovables? Lo más probable es que lo hagamos en paneles solares, enormes molinos o presas. Rara vez nos paramos a pensar en cómo llega esa energía desde donde se genera, a los enchufes de nuestras casas o a nuestro lugar de trabajo. Y deberíamos.

De hecho, ahora mismo la electrificación de la economía está provocando toda una revolución detrás de esos enchufes y creando nuevas oportunidades.

Energía renovables

El futuro es eléctrico

Aunque no lo parezcan, los objetivos de descarbonización del PNIEC son muy ambiciosos y no se podrán conseguir sin la colaboración de las fuentes de energía renovables, especialmente de las eléctricas. Son ellas las que permiten, por un lado, reducir las emisiones de hogares, industrias y servicios. Por el otro, España tiene un enorme potencial de generación renovable, algo que resulta decisivo para reducir su dependencia energética del exterior.

81%

generación eléctrica renovable

35%

electrificación de la economía

34%

aumento de la demanda de energía eléctrica

Por eso, las redes que transportan y distribuyen la energía tienen que ponerse al día. No se pueden convertir en un cuello de botella. El motivo es muy sencillo: si no somos capaces de llevar la energía renovable a donde hace falta, tampoco seremos capaces de aprovecharla. Con todas las consecuencias que esto conlleva para nuestra economía, nuestra salud y la de nuestro entorno.

Qué son y para qué sirven las redes eléctricas

Antes de hablar de la revolución que se está fraguando tras el enchufe, vamos a conocer un poco mejor cómo llega la energía hasta él. ¿Cómo se hace esto? A través de las redes eléctricas, que son de dos tipos: las redes de transporte y las redes de distribución.

Las redes de transporte o de alta tensión, que opera Redeia (lo que antes se conocía como Red Eléctrica), transportan la energía producida en los grandes centros de generación a las subestaciones eléctricas. Son las famosas torres de alta tensión que soportan los cables que llevan la energía a largas distancias.

Por su parte, las redes de distribución, que operan las compañías distribuidoras, son las que se encargan de llevar y repartir la energía que traen las redes de alta tensión a los puntos de consumo. Están compuestas por líneas eléctricas, subestaciones y transformadores. Estos elementos se encargan de adecuar la energía eléctrica a los niveles de tensión necesarios para distribuirla de manera eficiente y, finalmente, suministrar a los consumidores.

Hay un apartado de la factura de la luz que tiene mucho que ver con estas redes: los famosos peajes de acceso. Esa es la parte de lo que pagamos que se destina a mantener la red eléctrica y conseguir que llegue la energía hasta nuestro hogar.

Tal vez las redes no sean la parte más sexy de la transición energética, sin embargo, son esenciales para llevar a cabo esa tan necesaria transición. Sin su intervención, la energía renovable no llegará a donde debe, lo cual, en una economía cada vez más electrificada, sería fatal. El problema es que esas redes corren el riesgo de convertirse en un cuello de botella si no se actualizan y amplían lo suficiente

Infografía animada 12”

Por qué hay que actualizar las redes

“Tenemos como objetivo descarbonizar la economía y una parte muy importante de esa descarbonización pasa por electrificar los usos finales. Pero es evidente que si la generación de energía renovable no llega a la demanda, esa demanda no se descarboniza”, explica Óscar Barrero, socio responsable de Energía de PWC. 

El experto alude así a la primera de las razones por las que resulta necesaria la modernización y ampliación de las redes energéticas: los objetivos de descarbonización recogidos en el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) 2023-2030, que el Gobierno ha actualizado recientemente. 

Esta hoja de ruta prevé reducir el 32% las emisiones de gases de efecto invernadero respecto a los niveles previos a 1990. La dependencia energética del país, por su parte, deberá pasar del 61% actual al 50% en 2030.

es evidente que si la generación de energía renovable no llega a la demanda, esa demanda no se descarboniza

Óscar Barrero

La reducción de la contaminación atmosférica prevista permitirá disminuir a la mitad las muertes prematuras estimadas a finales de esta década, según el plan. Con una inversión prevista de 308.000 millones de euros, el PIB crecerá el 3,2% y se crearán hasta 560.000 empleos.

¿Cómo conseguimos todo esto? Por un lado, electrificando cada vez más nuestra vida y nuestra economía. Por el otro, intensificando la generación de energía renovable, que es cada vez más protagonista.

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Una hoja de ruta prevé reducir el 32% las emisiones de gases de efecto invernadero respecto a los niveles previos a 1990

560.000 empleos

Con una inversión prevista de 308.000 millones de euros, el PIB crecerá el 3,2% y se crearán hasta 560.000 empleos.

PNIEC prevé también que el gasto energético en los hogares se suavice de aquí a 2030)

Esto es todo un reto para las redes de distribución que deberán transportar la energía eléctrica a su destino final: los puntos de consumo. ¿Por qué? Por varias razones, entre las que se encuentra que las fuentes de energía renovable, que tendrán cada vez más peso, son más intermitentes que las fósiles. También porque su producción está mucho más distribuida. 

“Ahora tenemos que conectar fuentes de generación que no son como las tradicionales. Estamos hablando de conectar parques solares y eólicos distribuidos por todo el territorio”, comenta Óscar Barrero. En el caso de la energía fotovoltaica, esa distribución se multiplica, ya que cada vez más edificios cuentan con paneles solares y vierten energía a la red.

“Además, tenemos que integrar energía de fuentes que producen más o menos en función del día o incluso de la hora. Habrá momentos en los que tendremos más generación que demanda y todo eso complica muchísimo la gestión de la red”, añade el experto. 

Estas características de las energías renovables requieren la intervención de redes cada vez más inteligentes, capaces de reaccionar en tiempo real a lo que sucede con la generación y la demanda, y también de asegurar la estabilidad necesaria en el sistema.

''Ahora empezamos a tener una demanda nueva que aparece súbitamente y debe conectarse con unas potencias enormes''

Todo ello, en un escenario de cambio climático en el que unos eventos meteorológicos extremos cada vez más recurrentes ponen a prueba una red que fue diseñada en su día para otro tipo de escenario. Los vientos cada vez más fuertes de las borrascas pueden derribar apoyos y tendidos eléctricos, así como provocar la caída de árboles sobre los cables e interrumpir el suministro. Las heladas y el calor intenso también pueden afectar a su funcionamiento.

Por si no fueran suficientes los desafíos que plantean ya la generación de energías renovables y el cambio climático a las redes eléctricas, también la demanda se complica. 

“Hasta ahora, el crecimiento en la demanda de energía fue prácticamente orgánico, fruto del desarrollo económico. Los hogares iban incorporando más equipos eléctricos y la producción en las fábricas iba aumentando. Eso se podía planificar fácilmente. El problema es que ahora empezamos a tener una demanda nueva que aparece súbitamente y debe conectarse con unas potencias enormes”, resume Óscar Barrero. 

El experto se refiere a instalaciones como centros de datos, industria química, fábricas de baterías e incluso plantas de producción de hidrógeno, interesadas en instalarse en España al calor de una enorme capacidad de producción de energía limpia y barata, pero que podrían renunciar a hacerlo si esa energía no puede llegar a sus instalaciones. De hecho, ya lo están haciendo.

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Casi la mitad de las redes de distribución europeas tienen más de 40 años. La Unión Europea calcula que, en la próxima década, serán necesarios 584 000 millones de euros de inversión en redes eléctricas

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Plantas renovables con generación variable, autoconsumos, vehículos eléctricos… todos se están conectando de forma masiva a la red.

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Nuestro país bate récords al incorporar 5.594 nuevos MW de potencia instalada solar fotovoltaica conectada a la red, un 28% más que en 2023

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Casi la mitad de las redes de distribución europeas tienen más de 40 años. La Unión Europea calcula que, en la próxima década, serán necesarios 584 000 millones de euros de inversión en redes eléctricas

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Plantas renovables con generación variable, autoconsumos, vehículos eléctricos… todos se están conectando de forma masiva a la red.

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Nuestro país bate récords al incorporar 5.594 nuevos MW de potencia instalada solar fotovoltaica conectada a la red, un 28% más que en 2023

¿Oportunidades perdidas?

“Los datos que recibimos de los distribuidores sobre las distintas solicitudes de acceso y conexión a la demanda son muy relevantes. A cierre de 2023, teníamos pendientes 30 GW solicitados, de los que parte han tenido que ser denegados. La gran mayoría de ellos lo han sido por falta de capacidad en las redes de distribución”. Marta Castro es directora de Regulación de AELEC, la patronal de las compañías eléctricas. Ilustra así cómo las redes de distribución están siendo ya insuficientes para alimentar de energía eléctrica a nuevos proyectos industriales.

las redes de distribución están siendo ya insuficientes para alimentar de energía eléctrica a nuevos proyectos industriales

Marta Castro

De ellos, la industria considera que entre 375.000 y 425.000 millones de euros deberían destinarse a las redes de distribución. Es decir, a las que antes llevaban únicamente energía a los usuarios finales para su consumo pero que, ahora, también deberán ser capaces de recoger y gestionar la que produzcan y/o almacenen.

Un dato: hasta el 40% de las redes de distribución europeas tiene más de 40 años de antigüedad y deben modernizarse. Así lo dice la Comisión Europea, que estima necesaria una inversión en torno a los 584.000 millones de euros en redes eléctricas solo en esta década. 

Digitalizar las redes

Las conexiones eléctricas ya no son solo cuestión de llevar electricidad a un enchufe. Ahora, los usuarios también producen electricidad. Algunos incluso cuentan con baterías para almacenarla y pueden llegar a verter la que sobra a la red en un momento determinado. Todo esto requiere una enorme flexibilidad de las redes y no solo eso: también que sean capaces de observar lo que ocurre dentro de ellas y responder.

“¿Quién está solicitando ahora demanda y conexión? Por un lado, tenemos los centros de datos, que requieren una capacidad firme de largo plazo, pero también conectar infraestructura de almacenamiento de energía. Esto supone que van a consumir y a producir energía a horas muy diferentes de las de los mercados, algo que requiere flexibilidad”, indica Marta Castro. “Por otro lado, tenemos otras tipologías de demanda como la infraestructura de recarga de vehículos eléctricos, los puertos o la industria. Todas ellas tienen características muy distintas entre sí. Unas demandarán capacidad firme y otras, flexible. Por eso es tan importante adecuar la red a las necesidades de toda esta demanda”, añade.

Esa flexibilización de las redes pasa no solo por la extensión de la infraestructura existente, sino también por su digitalización. De hecho, será imprescindible para poner orden en tiempo real en unos flujos de generación y demanda cada vez más complicados que, en momentos puntuales, pueden poner en riesgo la estabilidad del sistema. 

“La digitalización es una palanca muy importante que necesitamos ahora, cuando la demanda se va a conectar a un incremento de la generación distribuida en nuestras redes. Necesitamos seguir invirtiendo para garantizar esa fiabilidad y la capacidad de observación de la red, en definitiva, para garantizar la calidad del suministro a los consumidores”, destaca Marta Castro.

“Estamos hablando de multiplicar por dos el volumen de inversión en redes y estamos hablando de digitalización”, apunta Óscar Barrero. “No estamos hablando solamente de reforzar las líneas. No se trata solo de poner más transformadores, que también, sino de que, además, esas redes sean inteligentes porque la demanda y la generación han cambiado y tenemos que ser capaces de gestionarlo todo con mucha flexibilidad”.

57.5%

aporte de la energía renovable en España

Las energías renovables ganan cada vez más protagonismo en la producción del país

Tanto es así que ya suponen más de la mitad del total de la energía generada en España. Este mismo mes de octubre, la generación solar fotovoltaica acumulada a lo largo del año (37.551 GWh) ya superó el total producido en 2023 (37.472 GWh). Este hito histórico ha sido posible, en gran medida, gracias a la potencia instalada con la que cuenta esta tecnología en España, que ya asciende a 28.691 MW. El objetivo que establece el PNIEC para 2030, dentro de tan solo seis años, es de 76 GW instalados

Los obstáculos a la inversión

Por otro lado, las compañías reclaman una tasa de retribución actualizada: “Los distribuidores vemos que el modelo retributivo ha funcionado y funciona. Lo único es que consideramos necesario adaptarlo a las nuevas necesidades. En este sentido, estamos en línea con la CNMC”, explica Marta Castro. El organismo ha lanzado ya una consulta pública sobre la actualización del método para calcular esa tasa de retribución financiera, es decir, cómo se van a retribuir las inversiones necesarias. Una tasa que, a juicio de la patronal, debe recoger el riesgo de la actividad y adaptarse a los mercados financieros europeos.

Por un lado, existe un tope regulatorio a la inversión que pueden realizar las compañías y que se aprobó hace más de diez años, en un contexto totalmente diferente. Es un techo que frenala necesaria renovación de las redes y que, además, no se adecua a las exigencias del nuevo PNIEC. Un límite para cuya revisión ya se han dado los primeros pasos, con la apertura de una consulta pública al respecto.

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Fenómenos metereológicos adversos Aumento de los desastres naturales

Agilizar el reconocimiento de las inversiones también es importante para hacer lo propio con la conexión de nueva demanda, a juicio de la patronal. “No puedes decirle a un gran consumidor, como un centro de datos o una industria, que tiene que esperar ocho años por la conexión porque no sabemos si nos la van a pagar o no”, explica Marta Castro.

“Esto es muy importante. Hay tal nivel de competencia a nivel europeo por el capital necesario para descarbonizar todos los países de la Unión Europea que es imprescindible tener una tasa de retribución financiera lo suficientemente atractiva para evitar que haya una fuga de capitales y que, al final, esos bancos de inversión o esos inversores se vayan a electrificar a otros países”, añade la experta.

¿Cómo pagamos todo esto?

La propia consulta lanzada por el Ministerio para actualizar los límites a la inversión en redes eléctricas supedita esa actualización al interés de los ciudadanos. Desde la patronal AELEC confían en que la conexión de una mayor demanda y el mayor aprovechamiento de las energías renovables apenas tenga repercusión en la factura. Y, si la tiene, que sea incluso beneficiosa para el consumidor.

Anteriormente hablábamos sobre una cuestión importante, la factura de la luz, y más concretamente del apartado de los peajes. Comentábamos que es ahí donde se repercuten los costes de mantenimiento de las redes eléctricas. ¿Cómo influirá toda esta inversión en modernización en lo que pagamos cada mes?

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El futuro ya está aquí y es cada vez más eléctrico. Acabar con los actuales cuellos de botella en nuestras redes las transformarán en el trampolín que necesita nuestro país para aprovechar al máximo las enormes oportunidades de desarrollo económico que la transición energética está ya ofreciéndonos.

En esta línea, PNIEC prevé también que la factura energética en los hogares se suavice de aquí a 2030, pasando, de media, de representar el 7,8% de su renta en 2019 al 5,7% a finales de esta década, con una mayor incidencia en los hogares de renta baja. La mayor eficiencia de la red, el mayor número de usuarios y un mejor aprovechamiento de las energías renovables son tres de los factores que lo harán posible.

“Aquí no se trata de invertir a lo loco, sino de invertir teniendo en cuenta un mejor aprovechamiento de la red que tenemos hoy”, aclara Marta Castro. “Por un lado, el consumidor se beneficia de un coste menor de la energía gracias a la participación de las fuentes renovables que abaratan el precio. Por el otro, habrá más actores para pagar el incremento de costes de la inversión, por lo que se recaudará más de lo que realmente representan esos costes.”, finaliza.