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De la superación personal al cuidado familiar: La historia de José Gamiz Ariza
Cuidó a su madre durante los últimos años de su vida y ahora María no quiere que, en unos años, su hija pare su vida para ocuparse de ella. ¿Cómo puede alguien evitar sentirse una “carga” para sus vástagos?
José Gamiz Ariza el claro ejemplo de un hombre hecho a sí mismo. El fallecimiento de su padre cuando tenía tan solo 14 años le hizo tener que “buscarse las habichuelas” siendo apenas un niño. Desde entonces, José pasó por todas profesiones, desde carpintero o camarero a auxiliar de farmacia. Fue en esta misma farmacia donde se despertó su interés por las Ciencias de la Salud y, gracias al consejo de un compañero, volvió a retomar sus estudios.
Con el tiempo, consiguió cursar con éxito el bachillerato, más tarde conseguiría el título de Auxiliar de Enfermería y, finalmente, se licenció en Fisioterapia. En el año 77 abrió un Centro de Recuperación Funcional que fue creciendo poco a poco y ahora, puede decir con orgullo que, es el socio fundador de uno de los Centros Médicos más importantes de Castelldefels.
Aunque está jubilado, José sigue colaborando en el Centro Médico y sigue haciéndolo crecer. Actualmente, supervisa la construcción de un edificio para unificar los 5 locales que tienen en funcionamiento y a sus 75 años, sigue activo e ilusionado como el que más. Desde que empezó a crecer como empresario y a tener bienes e inversiones, contó con Antonio, al que le profesa una confianza absoluta.
Antonio Rodríguez es el delegado de la oficina de Mapfre en Castelldefels, aunque reconoce con humor que ha perdido el apellido ya que, para todos sus clientes, se ha convertido en “Antonio Mapfre” sin más. No es para menos, porque lleva 40 años al frente de esta delegación y siempre ha tenido muy buena relación con el Centro Médico del que José era gerente cuando se conocieron. Desde entonces establecieron una relación que ha trascendido lo profesional.
Asegurarse el futuro y seguir siendo independiente
Cuando Antonio empezó, su delegación era una pequeña oficina. Ahora tiene cuatro empleadas y trabaja codo a codo con su hijo Álvaro, que heredó su pasión por el campo de los seguros. Antonio recuerda con cariño cuando Álvaro le decía de pequeño que él, de mayor, quería ser segurero como su padre. Aunque parece que fue ayer, Álvaro lleva trabajando con su padre 15 años y está tan acostumbrado que, a veces, asegura que pueden llegar a comunicarse con una sola mirada.
Antonio le ofreció el Seguro de Dependencia a José porque le conoce y sabía que, por su forma de vida y su forma de ser, era un producto que le iba a interesar.
Su objetivo es asegurar que sus hijos puedan dedicarse plenamente a sus propios sueños, siguiendo el ejemplo de su propia vida
José es el claro ejemplo de un triunfador al que nadie le ha regalado nada, sin embargo, tantos esfuerzos, a veces trabajando y estudiando por las noches, le han pasado factura, con unas dolencias de estómago que le han perseguido toda la vida.
José alardea de tener una mujer a la que quiere con locura, cuatro hijos y un porrón de nietos. Sin embargo, su mujer ya está mayor, como él, y sus hijos no paran de trabajar en el Centro Médico que él mismo creó. José quería asegurarse una ayuda el día de mañana, en caso de dependencia, para no ser una carga para sus seres queridos y ofrecerle a sus hijos la oportunidad que tuvo él de dedicarse en cuerpo y alma a perseguir sus sueños, dándoles la libertad y el tiempo para llevarlos a cabo.
Además, José dice sentirse tranquilo cuando habla con Antonio, porque está seguro de que siempre va a ofrecerle lo mejor y vela por sus intereses como si fuera él mismo – “Son muchos años ya y nunca me ha fallado”-.
Antonio, por su lado, presume de estar siempre al otro lado del teléfono y de aconsejar a sus clientes como si de familiares suyos se tratara – “Eso es el mejor legado que le puedo dejar a mi hijo”-, afirma Antonio, a sabiendas de que Álvaro se quedará al frente de la oficina cuando se retire. Aunque, si algo tiene claro Álvaro es que – “podrás heredar una oficina, pero la confianza de los clientes no se hereda”-. De todas formas, Álvaro dice sentirse tranquilo, su padre está siendo un gran referente de cómo hacer las cosas bien
- “Al fin y al cabo, estoy aprendiendo del mejor”.