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Para, respira, siente: cómo la inteligencia emocional nos ayuda a gestionar la ansiedad

Hablamos largo y tendido con María Fernández, coach personal y ejecutiva de equipos con más de diez años de experiencia, sobre cómo lidiar con la ansiedad y convertirnos en mejores seres humanos

Antonio Bret

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¿Qué significa ser inteligente? A cualquiera que le preguntemos esto, seguramente lo relacione con ‘saber’ cosas, almacenar datos, ser culto. Sin embargo, y según la teoría de las inteligencias múltiples, modelo elaborado por el psicólogo, investigador y profesor de la Universidad de Harvard, Howard Garner, existen nada menos que 12 inteligencias diferentes. Una de ellas es la emocional.

María Fernández sabe mucho de inteligencia emocional. Autora de “El pequeño libro que hará grande tu vida” (6.ª Edición) y “Hazte cargo de tu poder” (2.ª edición), y conferenciante internacional, considerada como una de las 100 mejores del mercado hispanohablante, lleva más de diez años ofreciendo su ayuda tanto a personas como a equipos para que sepan cómo funcionan las emociones y la mente humana y cómo podemos construir, a partir de ellas, las mejores versiones de nosotros mismos.

María Fernández

Experta en desarrollo personal, conferenciante y escritora.

Con más de diez años en el mundo del desarrollo personal, María Fernández está considerada una de las 100 mejores conferenciantes del mercado hispano hablante. Frente a audiencias de hasta 2.000 personas, María no sólo es conferenciante internacional, sino también motivadora de equipos, y formadora en habilidades directivas y sociales. Ha trabajado para empresas del Ibex35, y ha colaborado con organismos como la Fundación Atresmedia. Es coach personal, ejecutivo y de equipos por la Federación Internacional de Coaching (ICF), y ha participado en importantes medios audiovisuales y escritos. Ha hecho coaching a niños en escuelas de África y Haití.

Por eso hemos querido hablar un rato con ella, para que nos cuente, de manera sencilla y didáctica, qué es eso que se conoce como inteligencia emocional, cómo podemos gestionarla y cómo nos puede ayudar a lidiar con la ansiedad y otros problemas que nos atenazan y nos limitan.

¿Qué es la inteligencia emocional y por qué es tan importante?

Lo primero, claro, es saber qué es esto de la inteligencia emocional. “Es la capacidad que tenemos de comprender nuestras emociones y las de los demás”, aclara María Fernández. “Las personas emocionalmente inteligentes son personas que tiene una gran conexión consigo mismas. Son capaces de escucharse y comprenderse, y, por tanto, de hacer lo mismo con el resto.” Ser inteligente emocionalmente significa, por lo tanto, ser empático y compasivo. “Este tipo de personas saben descifrar qué hay detrás de algunos comportamientos y son grandes ‘ayudadores’. Suponen un apoyo muy grande a las personas que tienen cerca y no emiten juicios de manera superficial. Ni juzgan ni necesitan sacar conclusiones aceleradas de las personas o situaciones.  Sencillamente, les importa más comprender al otro”. En un aspecto más personal, la inteligencia emocional sirve “para sanar las heridas emocionales de uno mismo. De este modo, sus acciones no perjudican al resto”. 

Afronta todo aquello que te quite energía o te robe la paz

Desde un litigio, una conversación incómoda, un cambio de trabajo, o una decisión difícil pero que mejorará el resto de tu vida. No podemos hablar de felicidad o éxito, si no dormimos tranquilos por las noches. La paz interior es el terreno fértil, a partir de cual crece todo lo demás. Haz que esa serenidad sea algo innegociable para ti.

¿Cuáles son las causas de una mala gestión de la inteligencia emocional?

El modelo de vida actual, en el que necesitamos constantemente estar expuestos a estímulos, nos provoca una desconexión de nosotros mismos. “Tener la necesidad de estar estimulado por factores externos como redes sociales, la excesiva exposición audiovisual (series, TV…) o querer estar siempre rodeado de personas, aunque estas no nos aporten, y nos lleven a formar parte de conversaciones de baja vibración como críticas, noticias negativas o excesivamente escépticas.” María Fernández asegura que es importantísimo “darse espacio a la propia reflexión, a sentir los procesos naturales de la vida como la tristeza, la ira, la desilusión, enamorarse, la alegría, la paz o la serenidad”.

La coach sentencia: “Cuanto más desconectados estamos de nosotros mismos, más vacíos nos sentimos y cuantos más estímulos necesitamos fuera, más drenados nos sentimos interiormente.”. Por eso es tan necesario lo que ella llama “periodos de barbecho”. Igual que la tierra hay que dejarla descansar para que vuelva a dar buenos frutos, las personas también necesitan su propio ‘barbecho’, “donde entramos en conexión con nosotros mismos, con nuestros anhelos, y con nuestras asignaturas pendientes. Cuanta más conexión con uno mismo, mayor conexión con los demás y con nuestra propia plenitud – y sentido de la vida. —”.

Reserva momentos para ti

 Estar solo es la gran medicina para cualquier preocupación. Resérvate tiempo para meditar, estar en contacto con la naturaleza o reflexionar sobre tu vida. Estas pausas harán que te mantengas en equilibrio, y que eleves tu bienestar emocional.

¿Cuándo debemos empezar a preocuparnos por la ansiedad?

Sentir ansiedad, como miedo, por ejemplo, es completamente normal. La ansiedad no deja de ser un mecanismo de defensa y supervivencia para prepararnos ante un peligro real e inminente. El problema se genera cuando se siente una ansiedad desproporcionada. Por ejemplo, que la persona, ante una circunstancia futura, se plantee siempre los peores escenarios posibles. Este tipo de ansiedad pasa al terreno físico. “Debemos empezar a preocuparnos por la ansiedad cuando esta se manifiesta de manera física, como con palpitaciones, sensación de angustia, dificultad para dormir o mareos. La ansiedad es una llamada de atención, una alerta que nos dice que algo no va bien, que no estamos llevando la vida que queremos llevar, o sentimos que hay algo de nosotros que está vulnerado, como nuestra integridad o nuestro bienestar emocional, físico y mental.”

“Entonces el cuerpo nos avisa con síntomas cada vez más fuertes para poder cambiar o poner fin a una situación que nos angustia, como puede ser el excesivo trabajo, el estrés o la autoexigencia, un nivel de vida más enfocado en la productividad que en el disfrute, una relación tóxica o un miedo no enfrentado, que se hace cada vez más grande en nuestro interior.”

Estrena una libreta en blanco

Escribir sobre nuestros sentimientos, aspiraciones, y obstáculos a superar, nos ayuda a ordenarnos mentalmente y legitima nuestro mundo interior. Intenta bloquearte unas horas a la semana sólo para ti. Negocia con tu entorno, y ten esos momentos de claridad mental, y reconexión contigo mismo.

¿Y qué podemos hacer para vivir más tranquilos?

Para afrontar la ansiedad elevada, María Fernández nos aconseja lo siguiente: “Hay dos partes: afrontar la base del iceberg y pulir la punta del iceberg. (La base del iceberg es arrancar la causa, la punta del iceberg es suavizar el síntoma). ”En primer lugar, vamos a ir directamente a la causa de la ansiedad y eliminarla”. Algo que la propia Fernández reconoce que no es sencillo: “Arrancar la causa de la ansiedad, a veces, pasa por una transformación vital. No es fácil decir adiós a un trabajo que nos aportaba seguridad, soltar a una persona que queremos, aunque nos haga daño, o tomar una decisión firme que puede transformar el resto de nuestras vidas. Sin embargo, son estos cambios los que nos aportarán alivio y tranquilidad. Es por ello muy beneficioso mantener un espacio en nuestro día a día para replantearnos qué funciona en nuestra vida y qué no. Porque solo ahí veremos con claridad qué nos roba la paz y cuando actuar.” Aquí es donde juega un papel primordial una adecuada gestión de la inteligencia emocional, “de comprendernos y saber qué necesitamos en nuestra vida y como ir a por ello. En estos casos, cuando sabes que tienes que afrontar una decisión difícil o crucial, es necesario poder apoyarte en un terapeuta o coach. Alguien que te dé la mano y te acompañe en esa travesía.” En cuanto al segundo paso, se trataría de “pulir la punta del iceberg, es decir, suavizar el síntoma”. En este sentido, María Fernández nos da los siguientes tips: “Cuando todavía no podemos o no nos sentimos capacitados para afrontar una decisión que elimine aquello que nos genera ansiedad, podemos incorporar pequeños hábitos que nos ayuden a vivir mejor. Por ejemplo, destinar al menos media hora al día para pasear, estar en contacto con la naturaleza o tomar un poco el sol; pasar momentos en soledad con música instrumental y aprovechar para meditar o, simplemente, descansar mentalmente. En esta dirección, podemos elegir actividades que nos lleven de nuevo a la conexión entre mente – cuerpo - espíritu, como yoga o pilates, dormir al menos ocho horas, o decidir estar solo con personas que nos aporten vitalidad, valentía y serenidad.”

El poder transformador del viaje

Antes de despedirnos de ella, María Fernández quiso dejarnos una reflexión muy interesante acerca de los beneficios de viajar y el poder transformador que esta actividad tiene en cada uno de nosotros:  “El viaje es transformador porque aporta perspectiva a nuestra vida cotidiana, acerca de lo que queremos cambiar y de los que nos sentimos orgullosos y queremos proteger. Con el viaje nos “damos de baja temporal” de nuestra rutina y eso supone una regeneración a nivel mental, emocional e incluso físico.  Nos abrimos a nuevas experiencias, a nuevos paradigmas, personas, entornos y paisajes, y eso supone un gran estímulo vital. Además, a partir de ahí generamos nuevas conexiones neuronales. Esas nuevas experiencias amplían nuestra visión del mundo y de la vida. Luego, una vez hemos vuelto, ya no somos los mismos. El viaje siempre da frutos: nuestra estructura mental y emocional se amplía y modifica”. Y es que la felicidad y estar bien y en paz con uno mismo, como María Fernández asegura, es “como viajar en un tren. Te ilusionas por la meta, el destino, los lugares que conocerás… (la comida que probarás o las experiencias que tendrás) pero también disfrutas del propio viaje, del proceso… Mirar por la ventanilla, el deleitarte con el paisaje y dejarte llevar por tu música favorita… En el viaje vemos nuestra vida cotidiana con perspectiva, generamos pensamientos distintos que la rutina aplasta, y ordenamos nuestras emociones”. A lo largo de esta entrevista, si hay algo que nos ha quedado meridianamente claro, es que lo importante de la vida, al final, es el viaje que hacemos a lo largo de ella, todo lo que vivimos, las personas que nos llenan, las situaciones que nos hacen crecer. Sí, también es triste, también hay momentos en los que, quizás, cuesta más alzar la cabeza y mirar al horizonte de frente. Es precisamente en estos momentos cuando tenemos que parar. Y mirar hacia dentro de nosotros. Y comenzar un viaje que nos lleve, de nuevo, a sentirnos bien.