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Sostenibilidad

Cómo afecta la sequía a la factura de la luz

La gestión del agua embalsada cobra especial importancia cuando las nubes se niegan a descargar

Ana García Novo

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La gestión del agua embalsada cobra especial importancia cuando las
nubes se niegan a descargar

Ana García Novo

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Hace tiempo que miramos al cielo con cierta inquietud. La palabra “sequía” nos pone los pelos de punta porque cada vez somos más conscientes de lo que realmente significa. Los últimos dos años se encuentran entre los más secos de la historia y las consecuencias de esto se hacen cada vez más visibles.

Algunas de esas consecuencias son bien conocidas, como los problemas de abastecimiento en ciertas poblaciones o zonas que solían ser verdes y ya no lo son. Otras, como los efectos sobre el precio de la energía, no son tan evidentes, pero comienzan a resultarnos familiares. Al fin y al cabo, resulta lógico: si cada vez disfrutamos de más energías renovables que aprovechan el sol, el viento o el agua, las variables relacionadas con la climatología ganarán protagonismo sobre el precio de la que llega a nuestros hogares.

En ese proceso de familiarizarnos con la incidencia del clima en el precio de la energía, surgen algunas dudas. Por ejemplo, ¿por qué están relacionadas la falta de lluvia y la factura de la luz? ¿Bajo qué criterios se producen los desembalses de agua? ¿Consume agua la generación de energía hidroeléctrica? Vamos a tratar de aclarar todo esto.

Sostenibilidad

Así afecta a la producción de energía eléctrica

La sequía se ha convertido en un auténtico quebradero de cabeza en España. Tal y como comentábamos al principio, los dos últimos años han sido especialmente secos. Concretamente, el año hidrológico 2021-2022 —que se cierra en septiembre— fue el tercero más seco desde que hay registros, según la AEMET. Entonces se acumularon 478 l/m² en toda España, un 25 % menos de lo normal. Solamente los años hidrológicos 2004-2005 y 2011-2012 fueron más secos.

Aunque pueda sonar a sarcasmo, la expresión “llueve sobre mojado” encaja perfectamente para explicar la problemática actual con la sequía. Tal y como se puede apreciar en los siguientes mapas, la evolución de la sequía y la escasez de agua en los últimos años no ha hecho sino aumentar.

2.159

Mayo 2021

1.924

Mayo 2022

1.389

Mayo 2023

*Generación hidráulica sistema eléctrico nacional. No incluye bombeo.
(*) datos provisionales Fuente: Red Eléctrica

Esta evolución permite ver con facilidad la relación entre la falta de lluvia y la escasez de agua en la Península Ibérica, que es la zona de Europa más afectada por la sequía.

¿Qué tiene que ver todo esto con la producción de energía eléctrica? También resulta fácil de ver la relación entre sequía y energía en el siguiente gráfico: se estima que la producción de energía hidroeléctrica, que es la que se produce en embalses, se ha reducido a menos de la mitad entre los meses de mayo de 2020 y 2023 —los últimos disponibles y relativos a una época del año que anticipa cómo será el verano—. Si el agua mengua, la energía que se produce a partir de ella también lo hará.

Fuente: Ministerio para la Transición Energética y el Reto Demográfico

Al hablar de energía hidroeléctrica hablamos de energía renovable y menos costosa que se produce a partir del caudal de los ríos, que se regula desde los embalses. Si la sequía provoca que no haya agua suficiente para producirla, es necesario recurrir a otras fuentes para compensar esa carencia, como es el caso de las centrales de ciclo combinado que emplean gas natural. Esto incide, lógicamente, en el precio de la energía que acabamos pagando: emplear gas para producirla sale más caro que aprovechar una fuente renovable como el agua.

Fuente: Ministerio para la Transición Energética y el Reto Demográfico

Cómo gestionar la energía hidroeléctrica en tiempos de escasez

La relación entre la sequía y el precio de la energía eléctrica está clara. Sin embargo, existen recursos que permiten reducir esos efectos. Uno de ellos es la propia gestión que se realiza de la generación de energía hidroeléctrica. Así lo explica Ángel García Quintial, responsable Peninsular de Centros de Control de Generación de Endesa: “Por ahora hay que generar en cada momento la energía eléctrica que se consume. Sin embargo, contamos con una batería natural, que es el agua embalsada”. Con esto, el experto se refiere a la posibilidad de gestionar esa agua para producir energía hidroeléctrica cuando hace más falta.

En Endesa damos la misma prioridad al uso sociocultural del caudal que a la generación de energía

Ángel García Quintial, responsable Peninsular de Centros de Control de Generación de Endesa

“Intentamos generar más energía hidroeléctrica cuando hay un mayor consumo. De hecho, si esa demanda no la cubre la energía hidroeléctrica, lo tendrá que hacer otra forma de generación a partir de energía almacenada”, advierte. De esta manera, la gestión del agua embalsada permite recurrir a una fuente de energía limpia y económica en picos de demanda. Como consecuencia, el precio de la electricidad en esos momentos, es decir, cuando más se necesita, será menor. “Se intenta siempre que el mecanismo del mercado tenga el precio más bajo”, añade el experto: “Se trata de llevar la generación hidráulica a las horas con más demanda para que la compañía comercializadora pueda ofrecer el precio más barato posible a sus clientes”.

Una cuestión de prioridades

Todo esto puede llevar a pensar que la principal prioridad al gestionar el caudal de los ríos es la generación de energía eléctrica. Sin embargo, no es así. Más bien, al contrario: los desembalses se realizan con un orden de prioridades en función del uso que se hará del agua. Y la generación eléctrica ocupa, en el caso de los embalses que gestiona Endesa, las últimas posiciones.

De hecho, se realizan desembalses incluso allí donde hay centrales hidroeléctricas paradas a causa de la sequía y se hace porque resulta necesario para mantener el caudal natural del río o para abastecer poblaciones. Hay que tener en cuenta que el agua de los ríos es un recurso por el que compiten diversos usos. Por eso es esencial realizar una buena gestión de ese recurso, que permita su aprovechamiento de la manera más racional posible.

El año hidrológico 2021-2022 fue el tercero más seco desde que hay registros

¿Y cómo se priorizan los distintos usos que se hacen del agua? ¿Cómo se decide si se hace caso primero a las necesidades de los ganaderos o a las de la producción eléctrica? Lo cierto es que existe un orden de prioridades establecido. “En primer lugar está el propio caudal ecológico del río, es el prioritario. Cada tramo de los ríos tiene establecido por ley cuánta agua debe circular por él cada mes del año”, explica el experto. Este caudal ecológico incide en factores tan importantes como las especies de fauna y flora que viven en —y en torno a— los ríos, así como en acuíferos subterráneos.

Después de este factor llegan los usos que hacemos del agua los humanos. “Al caudal ecológico lo siguen en prioridad el abastecimiento de las poblaciones y los usos agroganaderos. La generación de energía es menos preferente, pero es compatible con estos usos porque no consume agua”, indica García Quintial. “La última prioridad la tendriá el uso lúdico y sociocultural, pero desde Endesa, allí donde lo permiten el resto de prioridades, le damos la misma preferencia al uso sociocultural del caudal que a la generación de energía, por nuestras propias directrices de sostenibilidad”.

En este sentido, la compañía mantiene acuerdos con distintos organismos para aprovechar el turbinado del agua que genera la energía en distintas prácticas deportivas. Algunas de ellas son el piragüismo, el rafting o incluso las bajadas de raiers en Cataluña, que recrean el antiguo oficio de los encargados de hacer llegar la madera del Pirineo hasta la costa a través del río.

En este sentido, la compañía mantiene acuerdos con distintos organismos para aprovechar el turbinado del agua que genera la energía en distintas prácticas deportivas. Algunas de ellas son el piragüismo, el rafting o incluso las bajadas de raiers en Cataluña, que recrean el antiguo oficio de los encargados de hacer llegar la madera del Pirineo hasta la costa a través del río.

¿Y en el futuro?

La sequía no parece un problema que vaya a desaparecer de la noche a la mañana. De hecho, ya se ha parado alguna central hidroeléctrica y podrían sumarse más después del verano por falta de caudal suficiente para mover las turbinas que generan la energía. “Es prácticamente seguro que tendrá que parar, por primera vez, la central de Mequinenza (Zaragoza)”, advierte Ángel García Quintial.

A pesar de ello, se trata de lograr que la sequía incida lo menos posible tanto en la generación de energía como en el precio que se acaba trasladando al usuario. Y en este empeño, junto a una gestión óptima del caudal, hay otros factores que ayudan a observar el futuro con algo más de optimismo.

 

“Hacen falta tecnologías que nos permitan almacenar la energía cuando se produce para utilizarla cuando la necesitemos”, apunta García Quintial. Las centrales de bombeo son uno de esos recursos que permiten gestionarla. “Estas centrales pueden funcionar al revés que las convencionales: en lugar de bajar el agua para que mueva una turbina, lo que hacen es subirla cuando hay exceso de energía”, añade.

Así, cuando aumenta la demanda, se puede dejar caer a voluntad el agua para generar energía cuando hace falta. “También vamos modernizando las centrales hidroeléctricas con nuevas turbinas,
alternadores y sistemas digitales. Actualmente, esas centrales nos entregan una eficiencia de entre el 89% y el 92%. Lo mismo hacemos con otras energías renovables. Por ejemplo, los aerogeneradores se van sustituyendo por otros más potentes y también se realiza una fuerte inversión en energía solar. Además, trabajamos para que tanto la energía eólica como la solar sean gestionables”, aclara el experto.

Se trata de extraer la máxima energía posible de cada fuente renovable y poder utilizarla cuando realmente se necesite. En el horizonte, una energía eléctrica limpia, económica y accesible para todos sin tener que vivir pendientes de las nubes.

¿Por qué hay tantos embalses en España?

Una de las preguntas más habituales respecto a los embalses en España es por qué hay tantos. García Quintial lo aclara: “España es un enclave geográfico muy singular. El resto de Europa cuenta con influencia atlántica y su situación climática es bastante regular. Esa es la razón por la que no hay tantos embalses en otros países”. Sin embargo, en España ocurre todo lo contrario: “Nos encontramos entre el Atlántico y el Mediterráneo. Esto provoca muchas variaciones climáticas. Los embalses son los que nos permiten realizar una gestión adecuada, que puede ser hiperanual —en el caso de los más grandes—, mientras que otros más pequeños guardan agua durante unos meses”.

Quién decide cuándo se desembalsa el agua

Cada cuenca hidrográfica cuenta con un organismo colegiado, que integra vocales de los distintos usos que se realizan del agua de los embalses. Además, cada confederación cuenta con sus propios órganos competentes, como la dirección técnica, la Comisaría de Aguas y la Jefatura de explotación de la Confederación.

“Allí se decide de manera unánime cuál es el plan de desembalse, con base en las condiciones concesionales de cada uno, para los próximos meses. Si no hay unanimidad, el propio organismo de cuenca tomará la decisión basándose en los informes técnicos propios de su dirección de explotación”, aclara Ángel García Quintial.

Entonces, los concesionarios de los embalses reciben las instrucciones sobre los desembalses que tendrán que ejecutar en los siguientes meses. Normalmente se planifican a seis meses, aunque en circunstancias como las actuales, con una profunda sequía, es necesario hacerlo cada dos.