El cacao ecuatoriano que cambia vidas
Viviana y Ramón, dos jóvenes de la castigada provincia ecuatoriana de Esmeraldas, protagonizan un nuevo capítulo de ‘La Oportunidad’, la docuserie de Ayuda en Acción
El cacao forma una parte esencial de nuestras vidas. Un alimento con infinidad de aplicaciones sin el que es prácticamente imposible concebir la gastronomía actual. Países como Alemania, Reino Unido o Suiza lideran el ranking mundial de consumidores de este manjar. Y sin embargo, su vestigio más antiguo se halló a casi 9.000 kilómetros del viejo continente, al sur de Ecuador, en el año 5500 a. C.
Allí, en el país latinoamericano, el cacao sigue siendo una forma de vida. En las zonas más desfavorecidas, como la provincia costera Esmeraldas, son miles los ecuatorianos que viven del cultivo de la planta del cacao. Y pese a que su consumo está extendido por todos los rincones del planeta, el cultivo no ha logrado sacar de la pobreza a la población local. En Ecuador, el índice de pobreza extrema ronda el 14%. En la provincia de Esmeraldas esa tasa se duplica e incluso llega a rozar el 30%.
Es por ello que fue en esta zona donde Ayuda en Acción decidió poner en marcha un proyecto muy especial: la Escuela de Cacao. Una iniciativa que se suma a las muchas que la organización lleva impulsando desde hace 37 años, poniendo siempre el foco en las personas y los proyectos a largo plazo.
Durante esas casi cuatro décadas, Ayuda en Acción ha implementado programas en diversas áreas, como el acceso a agua potable, el empoderamiento económico de mujeres y la protección de los derechos de la infancia y adolescencia. El objetivo: que miles de personas puedan tener una segunda oportunidad para una vida mejor.
Una nueva vida
“Si yo pude cambiar, si yo pude llegar, quiere decir que otras personas lo pueden hacer“, asegura Viviana Meza, una joven de 29 años que hoy es catadora del mejor cacao del mundo gracias al proyecto de Ayuda en Acción. Viviana trabajó desde pequeña para continuar sus estudios, y enfrentó una depresión severa cuando su madre enfermó. Una situación extrema que la llevó al borde del suicidio. Su vida dio un giro cuando se presentó la oportunidad de participar en la Escuela de Cacao.
“Viviana era muy tímida, casi no participaba. Ahora es otra persona: se empoderó con su trabajo y eso le cambió la vida”
“Viviana era muy tímida, casi no participaba. Ahora es otra persona: se empoderó con su trabajo y eso le cambió la vida”, recuerda Rocío Wila, técnica de Ayuda en Acción, quien vincula a jóvenes como Viviana a programas de la organización, que les brindan herramientas para escapar de la pobreza, encontrar su camino y reconocer su potencial.
La situación de Viviana no es precisamente excepcional. En Ecuador, cerca de 586.000 jóvenes no estudian ni trabajan. La desesperación se traduce en un elevado riesgo de que estos jóvenes sean captados por grupos de crimen organizado, ya que la zona sufre altos niveles de violencia.
Ramón Palacio fue uno de esos jóvenes. Como la mayoría de niños y niñas de Esmeraldas, sufrió pobreza extrema, e incluso padeció desnutrición crónica infantil. Aunque trató de encontrar su camino en el servicio militar, acabó descubriendo su pasión en el cultivo de cacao. Hoy es productor de la variedad fino de aroma, un producto reconocido a nivel mundial que representa la riqueza natural de su provincia. Una historia inspiradora y llena de esperanza que, como en el caso de Viviana, representa también una oportunidad de futuro para sus propios hijos.
Trabajar sobre el terreno
Ambos, Ramón y Viviana, protagonizan un nuevo capítulo de la emotiva docuserie 'La Oportunidad', de Ayuda en Acción. Un ejemplo de cómo la organización trabaja para combatir la pobreza a través de cadenas de valor sostenibles en áreas rurales, desarrollando capacidades en las personas que les permiten ser gestoras de su propio desarrollo. En la cadena de valor del cacao ha involucrado a más de 600 familias campesinas que forman parte de organizaciones como APROCANE (Asociación de Productores de Cacao del Norte de Esmeraldas), y que han visto incrementados sus ingresos y productividad.
Esta cadena de valor del cacao también tiene un impacto positivo en la comunidad al ofrecer un valor adicional: la certificación orgánica de las fincas productoras. Esto garantiza la sostenibilidad desde la siembra hasta la comercialización. De esta manera, la generación de riqueza se enfoca en el bienestar del planeta y las personas, quienes se esfuerzan por desarrollar medios y habilidades para combatir la pobreza y la exclusión. Porque un futuro mejor y más justo para todos no sólo es posible: es urgente.