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Europa y la independencia energética
España se queda fuera de la gran carrera europea del biometano (a pesar de su potencial)
Aunque España es el tercer país europeo por capacidad para desarrollar esta fuente de energía limpia, todavía está muy lejos de las cifras de Francia y otras grandes economías europeas
Los países de la Unión Europea deben ponerse las pilas para cumplir con sus objetivos de descarbonización e impulsar su independencia energética. La legislación europea sobre el clima se propone reducir en un 55% las emisiones en 2030 con respecto a los niveles de 1990; y alcanzar las cero emisiones para 2050. En esta carrera por la transición ecológica se está avanzando en el uso de diversas fuentes de energía y, quizás, la del gas renovable sea una de las menos conocidas y desarrolladas en España.
“Los gases renovables son aquellos que se producen a partir de fuentes o materias renovables», explica Xavier Flotats, profesor emérito de Ingeniería Ambiental en la Universitat Politècnica de Cataluña y miembro de honor de la Asociación Española de Biogás, “esto incluye, por ejemplo, la materia vegetal, los excrementos de animales que comen materia vegetal o la biomasa forestal”. Este experto detalla que existen tres tipos de gas renovable, cada uno con aplicaciones y procesos de obtención distintos: el biogás, el gas de síntesis o syngas y el hidrógeno verde.
“Los gases renovables son aquellos que se producen a partir de fuentes o materias renovables como la materia vegetal o los excrementos de animales”
Dr. Xavier Flotats Ripoll, profesor emérito de la Universidad Politécnica de Cataluña.
Pese a las peculiaridades de cada uno, lo que todos tienen en común es su potencial para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y potenciar la economía circular. Tal y como explica Flotats respecto al biogás, “se trata de la única fuente de energía renovable que puede permitir ahorros de emisiones por unidad de energía superiores al 100%: permite ahorrarse las emisiones de metano que generan por sí mismos los vertederos y los purines ganaderos, además de ahorrarse las emisiones de combustibles fósiles”. Del mismo modo, otra ventaja es que esa materia orgánica a partir de la que se ha obtenido el biogás es “un producto que es un buen fertilizante, y eso permite sustituir los fertilizantes minerales o nitrogenados, que se producen a partir de gas natural”.
Un ejemplo en nuestro país de las posibilidades de esta fuente de energía es la Granja Torre Santamaría (Lleida). Hace más de una década que esta granja instaló una planta de biogás para descomponer el estiércol generado por sus vacas y abastecer a la explotación de electricidad, calefacción y agua caliente. El año pasado la instalación dio un paso más, y los 26 GWh de biometano procedentes de las 73.000 toneladas anuales de residuos que generan las 2.300 vacas de la granja se inyectan en la red de gas. De este modo, además de conseguir la autonomía energética, la granja puede obtener ingresos vendiendo su excedente de energía. Un negocio redondo.
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La potenciación del gas renovable es clave para que Europa reduzca su dependencia energética respecto a terceros países. Según el último informe de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), en la actualidad Europa produce unos 3000 millones de metros cúbicos de biometano y 9.000 millones de biogás, que se consumen mayormente en la producción local de electricidad y calor. Los últimos datos de la Asociación Europea de Biogás (EBA), recogidos en el Mapa del Biometano, cifran en 1.322 las instalaciones productoras de biometano en el continente, con un crecimiento de récord este año 2023 del 30% respecto a 2021. «Esta es una fuerte señal de los esfuerzos de la industria para aumentar la producción e impulsar una mayor aceleración para alcanzar el objetivo de 35 bcm para 2030 propuesta por la Comisión Europea en el plan REPowerEU», asegura Harmen Dekker, CEO de EBA.
El mismo documento de la EBA detalla que, en números absolutos, los mayores productores de biometano de 2021 fueron Alemania, Reino Unido, Dinamarca, Francia, Holanda e Italia. España, por su parte, indica la asociación, ya produce más de 250GWh de biometano, lo que supone un aumento del 20% respecto a 2021, pero, aun así, está todavía a una distancia considerable de los primeros de la lista. Mejorar esa posición es uno de los objetivos de la Hoja de Ruta del Biogás que el Gobierno aprobó el año pasado.
Esta estrategia nacional plantea multiplicar por 3,8 la producción de biogás hasta 2030, superando así los 10,4 TWh. De esa forma, se evitará emitir a la atmósfera 2,1 millones de toneladas de CO2 al año. En España hay 250 instalaciones de producción de biogás y solo cinco de biometano, según las estadísticas hasta 2021. Se espera que esta cifra vaya incrementándose al calor de las infraestructuras previstas para enviar y recibir biogás de Francia y Portugal. El llamado Corredor de Energía Verde, acordado por los presidentes de los tres países en 2022, prevé construir un gasoducto que una Zamora con Celourico da Beira y otro que conecte Barcelona con Marsella. Asimismo, se está barajando la construcción de otro gasoducto marítimo de cerca de 700 kilómetros para transportar gas renovable entre las orillas mediterráneas de España e Italia.
En este sentido, la revisión del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC), apuntan los agentes del sector en un reciente Manifiesto por el biometano impulsado por Sedigas, es una oportunidad para convertir a España en un hub de biometano a nivel europeo gracias a su extraordinario potencial de producción identificado. «La materialización de esta capacidad nos permitiría recoger los frutos medioambientales, sociales y económicos de una energía renovable que es autóctona, eficiente y sostenible. Hasta ahora, ese despliegue se ha visto lastrado por una limitada ambición y la falta de un marco regulatorio que se traduce en el bajo número de plantas de producción operativas que existen actualmente en nuestro país», reza el documento.
Es por ello, agrega, que la revisión del PNIEC es el mejor momento para «elevar de forma ambiciosa y alineado con el potencial identificado, y las directrices de la Unión Europea recogidas en el objetivo REPowerEU (10%)- la participación del biometano en la matriz energética nacional en la senda hacia la descarbonización, garantizando así la competitividad y la soberanía energética de nuestro país. Asimismo, debería incorporar medidas e instrumentos regulatorios concretos para el cumplimiento de tales objetivos». De hecho, recuerda el comunicado, España tiene una capacidad de generación de biometano estimada de 163 TWh, equivalente al 45% de la demanda anual de gas nacional y al 40% del objetivo de producción de biometano de UE, y, sumando todas las tecnologías disponibles, podría albergar más de 2.300 instalaciones de producción, que equivaldrían a movilizar inversiones de más de 40.000 millones de euros (el 3,6% del PIB) y generar unos 62.000 empleos directos e indirectos.
Para conseguir sacar partido a ese potencial, Sedigas recuerda que «se trata de una tecnología madura y probada, que no requiere de nuevas infraestructuras y que puede aprovechar las redes gasistas y plataformas de mercado existentes es necesario», pero sí es necesario «impulsar un marco regulatorio cierto y estable, y suficientemente ambicioso en lo que respecta a los objetivos de participación del biometano en la matriz energética, para ofrecer visibilidad, atraer y movilizar las inversiones necesarias de la iniciativa privada».
Modelo europeo: incentivar la producción de gas renovable
Pero no solo son necesarias infraestructuras y subvenciones para promover la instalación de plantas de biogás. Es fundamental desarrollar un marco regulatorio que incentive esta fuente de energía, y los que saben señalan a Francia como el modelo a seguir. Para Flotats es ese marco regulatorio desfavorable el que explica que en España no esté tan desarrollada esta fuente de energía: “Si yo en España quiero hacer una planta para producir gas no sé si el precio al que lo voy a vender me va a permitir devolver el crédito o recuperar mi inversión”.
¿Qué tipos de gases renovables existen?
El biogás se produce a partir de la descomposición de materia orgánica biodegradable (deyecciones ganaderas, residuos orgánicos, lodos de las depuradoras o restos generados por la industria alimentaria). El biogás está formado por metano y una pequeña cantidad de CO2 que, al ser extraída mediante un proceso industrial, genera biometano.
El gas de síntesis o singas se genera a partir de materias orgánicas que no son tan fácilmente biodegradables, como la biomasa forestal o los restos de las podas agrícolas. Sus componentes principales son el hidrógeno y el monóxido de carbono, y se trata de un gas combustible que suele usarse para quemar en caldera y producir agua caliente o vapor.
Por último está el hidrógeno, que será un gas renovable solo si para su producción se utilizan en exclusiva energías limpias. Este gas se genera mediante electrólisis del agua, es decir, un proceso en el cual es separan los átomos de hidrógeno y de oxígeno del agua.
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El modelo europeo, en datos
1.067
18.843
365
945
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250
Plantas de biogás:
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Plantas biometano
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Plantas de biogás
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Y esa es precisamente la clave de bóveda del modelo francés, donde el gobierno ha fijado hace ya años los precios a los que paga el gas renovable. “El mercado no paga al precio suficiente el coste de este gas”, continúa el experto, “y por eso es importantísima la iniciativa gubernamental para que las instalaciones sean rentables y se paguen los beneficios indirectos del gas renovable, como la reducción de emisiones”.
“En Francia ya hace una década que se propusieron que para 2050 todo el gas que utilicen sea renovable. Ha habido acuerdos del gobierno con empresas gasistas para asegurarse de que ese plan no quede en manos del mercado. Por eso, pagan el biometano a un precio regulado que permite amortizar las instalaciones. Además, se trata de unos precios garantizados para los próximos quince años, por lo que quien quiera ir a pedir un crédito para poner una instalación sabe que se lo van a pagar a un precio determinado”.
El modelo europeo, en datos
Los países con mayor crecimiento en su producción de biometano en 2021 fueron Francia (+2.130 GWh), Dinamarca (+1.642 GWh) y Alemania (+1.553 GWh), según los datos de la EBA. De hecho, el caso del país vecino es un buen ejemplo en el que puede mirarse España. Ya en 2019, Francia contaba con casi 600 plantas de biogás (frente a casi 19.000 europeas y las 146 españolas) y 54 de biometano (frente a las 725 europeas y las seis de España). Según los datos publicados por las Cámaras de Agricultura de Francia, el país sumaba el año pasado más de 1.400 instalaciones de metanización. Gracias a estas plantas, es capaz de cubrir con gas renovable el 0,9% de su consumo anual de gas, el 0,6% de electricidad y el 0,6% de calor.
Esta cantidad de instalaciones, que van creciendo año tras año, le permite a Francia escalar en la producción y consumo de gas renovable: en 2021 inyectó a la red 4,3 TWh de gas renovable. Su capacidad total de producción es de 7,6 TWh al año, un 18% más de la que tenía en 2021, y la intención del Ministerio de Transición Energética francés es que esta cifra siga creciendo hasta 2030. Todo esto conlleva también creación de empleo y prosperidad económica: en 2018, el sector del gas renovable facturó 695 millones de euros y dio trabajo a más de 4000 personas.
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