Las claves para reducir la factura de la luz con unos cambios a tu alrededor
La eficiencia energética es esencial en la protección del medio ambiente. Un reto que atañe a toda la sociedad, y que empieza en nuestro propio hogar
La factura de la luz ha sido, desde siempre, un quebradero de cabeza para muchas familias españolas. Y sin embargo, en los últimos tiempos su elevado coste ha pasado a ocupar los telediarios. En medio de una situación internacional convulsa, el coste de la energía ha alcanzado picos históricos, haciendo que muchos se pregunten cómo reducir de manera significativa lo que pagamos cada mes por algo tan esencial para el día a día.
Los trucos para ahorrar en la factura son muchos y muy variados. Ajustar la potencia contratada es el primer paso, dado que puede suponer hasta un 20% del total de la factura. Pero también conviene seguir una serie de consejos sencillos: vigilar el stand by de los electrodomésticos, así como optar por los modelos más eficientes del mercado, puede contribuir de manera decisiva a que baje nuestro consumo. Del mismo modo, es importante tomar pequeñas decisiones como utilizar bombillas LED, reducir la temperatura al poner la lavadora o tratar de reducir el gasto en calefacción, en invierno, y de aire acondicionado en verano.
No importa el tipo de calefacción o climatización con que se cuente: si no se cuenta con un aislamiento adecuado, se producirá una pérdida térmica
Más allá de este tipo de pautas, lo cierto es que buena parte del ahorro pasa por dos palabras que, de un tiempo a esta parte, están en boca de todos: eficiencia energética. Un concepto que responde a un planteamiento sencillo, pero que supone un reto mayúsculo, es decir, la capacidad para obtener los mejores resultados empleando para ello la menor cantidad posible de recursos.
Cuando se habla de eficiencia energética en el hogar, es importante hablar de aislamiento térmico del edificio. No importa el tipo de calefacción o climatización con que se cuente: si no se cuenta con un aislamiento adecuado, se producirá una pérdida térmica. Se calcula que hasta un 65% de la energía utilizada en nuestros hogares se pierde si no están aislados correctamente. De toda esa pérdida energética, buena parte(un 30%) tiene que ver con las ventanas.
Pero no se trata sólo de las ventanas. Un aislamiento adecuado de cubiertas y fachadas de un bloque de viviendas puede traducirse en una reducción del consumo energético entre el 50% y el 65%, según los expertos. Este gasto de energía “supone hasta un 13% de los gastos que se tienen en el hogar”.
La eficiencia energética no atañe sólo al consumidor final, sino que está relacionada con todo el proceso, ya desde su propia generación. Actualmente, el 40% de las emisiones de CO2 en Europa se producen en el sector de la construcción. Por su parte, el 25% está relacionado con la industria, mientras que el 35% tiene que ver con el transporte. Es por ello que avanzar en eficiencia energética en dichos sectores es la medida más eficaz para alcanzar los objetivos marcados, que pasan por llegar a la neutralidad climática en el año 2050.
En el caso concreto de la construcción, el desafío es mayúsculo. El sector genera varios millones de toneladas métricas de residuos al año. Los edificios consumen el 40% de las materias primas del mundo y son, también, responsables del 40% del consumo de energía en todo el planeta. Solo en Europa se produce un tercio de los residuos sólidos.
Dado que se trata de uno de los sectores claves de nuestra economía, su reconversión hacia una economía baja en carbono y circular será clave para un menor uso de recursos, así como para generar un sistema económico menos dependiente, más competitivo y resiliente.
Reducir las emisiones directas e indirectas en 2030
En este contexto, algunas empresas han decidido tomarse muy en serio el desafío que supone apostar con decisión por la eficiencia energética. Es el caso de Saint-Gobain, multinacional francesa que fabrica materiales para estructuras y de alto rendimiento. En su compromiso con la lucha contra el cambio climático, la compañía ha definido su hoja de ruta de CO2, incorporando los nuevos objetivos del Grupo, hasta 2030, para reducir no solo sus emisiones directas e indirectas, sino también las emisiones a lo largo de su cadena de valor.
Estos nuevos objetivos para 2030 han sido validados por la iniciativa Science-Based Targets (SBT), que los considera alineados con el compromiso neto cero del Grupo para 2050. Saint-Gobain dedicará un gasto de capital específico y un presupuesto de I+D de alrededor de 100 millones de euros al año hasta 2030.
Con todo ello en mente, Saint-Gobain ha reducido la cantidad de recursos utilizados en sus soluciones en todo su ciclo de vida, minimizando la extracción de materias primas, diseñando soluciones que tengan en cuenta su vida útil desde el principio, extendiendo su período de uso y maximizando el valor de las soluciones a largo plazo. Todo, con el objetivo de fomentar la reutilización o el reciclaje de circuito cerrado para otros fines.
Como parte de esa estrategia basada en el rendimiento y en la sostenibilidad, Saint-Gobain ha apostado por las llamadas soluciones ligeras. Se trata de soluciones constructivas en las que se utiliza la menor cantidad de materias primas y energía para su fabricación, por lo que generan la menor cantidad de residuos no valorizables, además de ser eficientes en su uso.
Este método de construcción se basa en ciertos materiales con un impacto a lo largo de todo su ciclo de vida más reducido para componer la estructura de un edificio. Lejos del efecto moda, esta tendencia es sobre todo la puesta en valor globalizada de un enfoque local y tradicional de la construcción. De hecho, en lugares como Escandinavia, Japón o Estados Unidos, la utilización de estructuras más ligeras es la norma. En los Estados Unidos, el 90% de los edificios individuales se basan incluso en estructuras modulares.
Como ejemplos prácticos de esta mentalidad, destacan las plantas de Saint-Gobain en Santander y Quinto (Zaragoza). La primera está preparada para reciclar el agua usada en los procesos de fabricación, gracias a dos plantas de tratamiento integradas en la planta como parte del Objetivo de Vertido Cero. El resultado es la reutilización del 70% del agua consumida y la reducción del vertido industrial hasta un 17% del agua total empleada.
En el caso de la planta de Quinto, Saint-Gobain utiliza las tecnologías más avanzadas, lo que le permite una reducción significativa del impacto ambiental y la integración de materias primas recicladas. De cara al futuro, se pondrá en marcha un ambicioso programa de Industria 4.0 para digitalizar y automatizar por completo la gestión de la producción, el almacenamiento, el transporte y la entrega, ayudando a Saint-Gobain a mejorar aún más su eficiencia energética.