El aire puro expresa su fuerza contra unas montañas que ganan protagonismo al cielo y se miran en lagos de aguas cristalinas y color turquesa. Los hermosos valles, originados por la antigua acción glaciar y la erosión de los ríos, conforman un entorno impresionantemente natural que atraviesa el cuerpo y los sentidos. Es difícil contemplar la grandeza del Pirineo aragonés sin que la respiración se entrecorte. En medio de esta postal, y a tan sólo unos kilómetros de la bella Aínsa (Huesca), descubrimos el hogar de unas vacas que brincan, se besan, juegan y corren a tal velocidad que parecen búfalos. En cuanto advierten nuestra presencia algunas se acercan, curiosas, y saludan con el hocico. Otras, continúan comiendo hierba con la mirada de refilón. Y las más recelosas se agrupan para envolver con sus enormes cuerpos a las crías. Unos minutos observando su comportamiento bastan para llegar a la conclusión de que estas vacas parecen realmente felices.