El primer paso para reconducir a un hijo acosador: reconocerlo
La mayoría de los padres de un niño acosador no saben o no se pueden creer que sean sus hijos los que están haciendo esto a otros niños mediante la red o los teléfonos móviles. Es más, en su afán de negación ante una situación tan difícil de aceptar, identifican sus comportamientos con personalidades fuertes, rebeldía o liderazgo: »no es un acosador, dicen; es solo rebelde»
Los datos son muy reveladores. Según un estudio reciente de la Open University of the Netherlands, casi un 20% de los niños reconoce que acosa por el móvil o internet. ¿Las malas noticias? Que solo un 5% de los padres cree que lo hace. En otras palabras: demasiadas veces, los progenitores de los acosadores se niegan a aceptar la realidad.,. ¿Por qué iba ser malo o raro que mi hijo desafíe a la autoridad de vez en cuando, se plante si no está de acuerdo con algo y lidere –desconociendo que lo hace a través de la intimidación- a otros compañeros de clase¿.. Además, los niños son niños. Si a veces son algo brutos, es por falta de madurez y experiencia. Hay que entenderlo como un paso más en el proceso de su aprendizaje. Hay que tener paciencia y dejar que ellos resuelvan sus diferencias.
Sin embargo, la Asociación Española para la Prevención del Acoso Escolar no se cansa de repetirlo: no se puede ni justificar ni ignorar la conducta reiterada de un niño agresivo. Porque si se hace, los niños violentos encuentran la puerta abierta a decir que son los demás los que les provocan y a seguir utilizando la agresión, verbal o física, como vía para resolver sus problemas. Según Kris Varjas, directora del Centro para la Seguridad en la Escuela de la Georgia University, uno de los principales motivos por los que los cíber-acosadores justifican sus acciones es justamente que tienen que responder a lo que les han hecho otrosy dar rienda suelta a sus amenazas, menosprecios y a la marginación de otros mediante las aplicaciones de mensajería, correos o comentarios en las redes sociales.
Pero es que además los niños que acosan por internet también nos resultan convincentes a los padres. Para empezar, porque nosotros somos los primeros que nos queremos creer su versión. Además, los cíberacosadores actúan fuera de las aulas y es más difícil que contemos con la ayuda del colegio para que nos alerte. Y por si fuera poco, no hay que olvidar que muchos de los comentarios de los acosadores en internet son anónimos (¿quién nos dice que ese perfil de Instagram tan desagradable es de nuestro hijo?) y los mensajes suelen posteados o enviardos desde perfiles falsos en las redes sociales o desde cuentas de correo que cuyo autor no se identifica claramente. De hecho, muchas de las víctimas no saben con certeza quién las está atacando y eso puede desestabilizarlas aún más.
Poca empatía y mucha persuasión
Los niños aconsadores también nos resultan creíbles a los padres porque, sencillamente, saben cómo persuadirnos. Alan Goodboy y Matthew Martin, dos investigadores de la West Virginia University, publicaron un estudio el año pasado que muestra que las tres características más habituales de los cíberacosadores son la capacidad de manipulación, la falta de empatía y la tendencia a sentirse superiores. Pueden llegar a creer sinceramente que su víctima se lo ha buscado y que era absurdo mostrar compasión. Por ello, como se han autoconvencido de que su actuación está motivada, si sienten que sus padres sospechan algo, sabrán cómo exponerlo de una forma perfectamente lógica y articulada: “Es que comes o te comen, mamá”.
Pero hay otras razones por las que los padres nos dejamos convencer sus versiones. . Una de ellas es que aprovechan las lagunas en la supervisión sobre su uso del móvil e internet para dar rienda suelta a sus actuaciones de acoso. Y precisamente porque no sabemos lo que hacen, presumimos que actúan bien.
Adicionalmente, en las relaciones con sus padres puede tener más peso la disciplina que la conexión emocional. Si ya es difícil asumir que un hijo acosa a los demás en internet, resulta todavía más complicado encajar que una de las causas principales puede estar en nuestra forma de educarlo y de darle afecto.
La reacción más natural es la negación, pero eso no elimina el problema y, desde luego, no ayuda a su solución. Todo lo contrario. Lo primero es asumirlo, como apunta la iniciativa Por un uso Love de la Tecnología, que Orange ha puesto en marcha con el objetivo de concienciar a niños, jóvenes y adultos sobre la necesidad de un uso seguro y responsable de las nuevas tecnologías y que ahora pone el foco en los menores actores de un ciberacoso. Y, como indica esta misma iniciativa, el siguiente paso es acompañar al menor niño o adolescente que esté desarrollando este comportamiento para atajarlo y que no vuelva a suceder. Hay que decirlo alto y claro -“lo reconozco: mi hijo acosa a otros niños por internet”- y ponerse manos a la obra. Ha llegado el momento de enseñarle otra forma de comportarse con el móvil y las redes. Pero cuidado: la disciplina, siendo necesaria tanto por parte del colegio como por parte de la familia, probablemente no será suficiente si no la acompañamos de cariño, si no trabajamos con el niño la empatía o si no le animamos a reparar el daño causado.
En definitiva, los menores que han sido agresivos también son niños o adolescentes, que aún están madurando, y deben recibir apoyo de unos padres que hayan reconocido el problema y quieran solucionarlo para comprender la gravedad de su comportamiento y atajarlo de raíz. En este sentido, la Asociación Española para la Prevención del Acoso Escolar recomienda que los cíberacosadores reciban, por ejemplo, clases para que comprendan mejor el daño que hacen y se reconduzcan, porque las víctimas, esta vez sí, se merecen reparación y respeto.