Patrocinado porPatrocinado por

Europa descubre ahora que el veto a los descartes obligará a amarrar flota

e. abuín REDACCIÓN / LA VOZ

PESCA Y MARISQUEO

Varios países abren el debate al detectar un problema que ya denunció Galicia

16 nov 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Mucho antes de que Europa decidiese marcar su política común de pesca con el sello verde de la prohibición de los descartes, el sector pesquero gallego ya se había percatado de los problemas que conllevaría el hecho de no poder descartar especies en el caso de determinadas pesquerías mixtas. Advertían de que seguir con el sistema de TAC (totales admisibles de captura) y cuotas, y a la vez impedir que se tiren los ejemplares para los que no se dispone de cupo, amenazaba con el amarre de la flota en cuanto esta agote las posibilidades de la especie para la que menos cuota tiene. O para la que no tiene ninguna, como es el caso del bacalao. Así, un arrastrero de Gran Sol, por ejemplo, podría verse obligado a parar en cuanto agotase el exiguo cupo que tiene de rape, por más que todavía disponga de toneladas de merluza o de gallo. Al exponerse a capturar rape o bacalao y no poder desembarcarlo, bien por haber agotado la cuota, bien por no poder descontar ya más toneladas contra el cupo de las demás especies -está autorizado el 9 %-, no les queda otra opción que la de no salir a faenar.

En vano se desgañitaron desde Galicia alertando del callejón sin salida al que se conducía a la flota de aprobarse la obligación de desembarque con una excepción de mínimis que deberá acabar en el 5 % y una flexibilidad entre especies muy ajustada y más constreñida aún por el sistema de TAC y cuotas.

Pero entonces los gritos del sector quedaron aplacados por los aplausos de los países más conservacionistas, eufóricos por un acuerdo que iba a poner fin al despilfarro de recursos que suponía tener que devolver pescado muerto al mar.

Estrangulamiento

Esos mismos Estados, que tanto jalearon a favor de la obligación de desembarque, se han percatado ahora del problema que suponen lo que se han dado en denominar choke species, o especies de estrangulamiento. Es decir que, en una pesquería mixta, la especie para la que se tiene la cuota más baja puede limitar las oportunidades de captura del resto de las especies cuyas posibilidades no se han agotado. Esto es, a lo que se aludía unos párrafos sobre el rape o la cigala y la merluza.

Sobre la marcha

Por aquellos días, la Comisión restó hierro a esos augurios y afirmó en Vigo, en el arranque de la prohibición gradual, que los problemas ya se irían resolviendo sobre la marcha. Y así ha venido siendo. Pero lo cierto es que cada vez queda menos para el 2019, fecha en la que la obligación de desembarque será plena y afectará a todas las especies cuotificadas, y comienza a cundir el pánico entre aquellos que no se habían parado a pensar en los efectos colaterales de la prohibición de los descartes en un marco de TAC y cuotas.

Esa preocupación ha quedado patente en el grupo de trabajo de aguas noroccidentales, que consiguió que el Consejo incluyese el problema de las choke species en la agenda de su última reunión. Ni que decir tiene que contó con el respaldo de España, que pidió a la Comisión «la máxima flexibilidad», por boca de la ministra, Isabel García Tejerina. Lo había explicado días antes el secretario general de Pesca, Andrés Hermida, que no exagera al asegurar que esas especies «podrían llevar al cierre incluso en el primer trimestre del año, lo que tendría importantes repercusiones sociales y económicas».

Ante esta situación, Hermida considera que todos tenemos que trabajar conjuntamente y que la Comisión tiene que ser más flexible para poder cumplir con lo establecido por la Política Común de Pesca, y llegar a 2019 sin problemas.

La obligación de desembarcar gallo se pospone al 2018, para alivio de los barcos de Gran Sol

La flota de Gran Sol respira aliviada tras conocer que la obligación de desembarque no afectará al gallo a partir del 1 de enero. A finales de septiembre, los armadores tenían dudas sobre si la especie entraba o no en el calendario y la Secretaría General de Pesca no despejó dudas hasta el 27 de ese mes, cuando confirmó que la obligación de desembarcar todo el rapante capturado quedaba pospuesta para el 2018. «Una preocupación menos», explicó ayer Hugo González, gerente adjunto de la Cooperativa de Armadores de Vigo, sin perder de vista que esa inquietud simplemente se dilata en el tiempo, pues, de no encontrarse una solución por la vía de la flexibilización y las excepciones, la flota tendrá que desembarcar todo el gallo que capture, dé o no la talla legal, y entregar para harina de pescado aquellas que no se puedan dedicar a consumo humano, con lo que descargar afectará negativamente a la rentabilidad de la flota.

Aliados

Eso si no interfieren antes las choke species. Al menos ahora la flota gallega ha encontrado aliados. Como los holandeses. Lo mismo que le ocurre a los españoles con el bacalao, los barcos de los Países Bajos no tienen cupo de merluza. Y esta se ha recuperado tanto y se ha expandido de tal forma que se ha colado en la composición de las capturas holandesas. Así es que, al tener que desembarcarla, se encontrarán con un problema, pues tendrán que descontarla del cupo de sus especies objetivo o conseguir que otros Estados les cedan toneladas. Un problema más porque todos andan escasos.