La Voz de Galicia

María José: «Tuve que acoger a mis seis nietos porque la situación era crítica, los niños estaban en una desprotección absoluta con su madre»

Yes

MARÍA VIDAL

En Galicia hay 1.200 menores en acogimiento de familia extensa, es decir, que mantienen un vínculo biológico con el menor. María José tiene el récord de hermanos

08 Mar 2022. Actualizado a las 05:00 h.

Los planes no siempre salen como uno los tiene pensados. A veces se tuercen, pero no hacia peor. A los 54 años, María José soñaba con una jubilación tranquila. Pensaba que dejar de trabajar le iba a traer tardes jugando a las cartas con sus amigas, que iba a estar viajando de aquí para allá, que iba a echar horas en el gimnasio, en resumen, «iba a hacer lo que me diera la gana». No fue así, «pero solo puedo decir que es todo un privilegio enriquecer tu mente y compartir tu tiempo con estos pequeños seres, que te ofrecen una ternura incondicional porque eres muy importante en sus vidas. Lo cambias por vida, y esto igual no lo tendría de otra forma. Te levantas por la mañana y es alegría, desde que entran por la puerta... No te digo que no tenga sus momentos horribles, sobre todo la parte adolescente... A veces digo: ‘¿Qué ha dicho?‘. Me tengo que reciclar, pero hasta eso es bonito», explica esta enfermera canaria afincada en Galicia desde hace más de 40 años, que se vio obligada a dejar su trabajo antes de tiempo para criar a sus nietos.

 «Mi hija no está capacitada, por un tema de drogas, no puede hacerse cargo de ellos... pero fue teniendo niños. Primero me traje a la primera niña en acogimiento, luego se quedó embarazada de la segunda, y Menores le dio otra oportunidad para ver si se recuperaba, y se llevó a la primera niña también con ella, pero cuando tuvo a la tercera al poquito tiempo, la situación era crítica, las niñas estaban en una desprotección absoluta, y es ahí cuando Menores decide que tienen que ir a otro domicilio», explica. La Administración se pone en contacto con la familia directa, en ese caso la abuela materna, María José, que acepta hacerse cargo de las niñas. Es lo que se conoce como acogimiento en familia extensa, donde los acogedores mantienen un vínculo biológico con el menor. Cuando hay varios hermanos, la ley aboga por el derecho a no separarlos. «De esta forma, mantienen una referencia de la historia de sus orígenes, de sus padres... facilita mucho las respuestas a sus curiosidades y permite una gran complicidad entre ellos», explica.

Comenzó entonces un periplo burocrático para que desde diferentes ámbitos le reconocieran la idoneidad, que estaba capacitada para ello. «Es mucho papeleo, cuando se gestiona el acogimiento, no por ser abuela te dan a los niños. Tener lazos biológicos con el menor no te da la idoneidad de ser familia de acogida, aunque tengas preferencia», puntualiza. Con 54 años acogió a las tres pequeñas, de 4 y 2 años, y 10 meses. «Es duro —continúa—, pero lo más duro es la situación que estaban viviendo las crías. Yo en ese momento trabajaba, al poco tuve que pedir la jubilación anticipada. No compaginaba horarios de colegios, guarderías, con mis turnos en el hospital. Era un lío tremendo, no me salía rentable pagar a un persona que estuviera aquí las horas que yo trabajaba, era más que lo que me iban a descontar del sueldo, y dije: ‘Por lo menos los crio yo‘». Esto fue hace 12 años, y desde entonces vive 24 horas por y para ellos. 

PUERTA CERRADA

Mientras ella se centraba en sacar adelante a sus tres nietas, su hija volvió a ser madre, y el proceso se repitió de nuevo, como ella ya imaginaba. Al poco se sumaron otros dos pequeños, una niña y un niño, que llegaron a su casa con 3 y 2 años. Pero la cosa no quedó así. En el 2019 acogió a su nieto pequeño, un bebé de tan solo 14 días. En la actualidad tienen 16, 14, 12, 5, 4 y 2 años. ¿Contemplas que puedan venir más?, le pregunto. «Sí, pero no. Contemplo, pero ya no contemplo. Hay un momento en la vida en el que tienes que decir no. Tienes que pensar en el niño, tú tienes una edad, no vas a durar toda la vida, estamos en un proceso, digamos, de caducidad, y si piensas en el niño, tienes que mirar por su futuro. Lo que venga a partir de ahora igual hay que plantearse otra medida: una adopción, un acogimiento en una familia ajena... donde el niño tenga más posibilidades. No es que aquí no las tenga, que las tiene, y que yo pienso durar toda la vida, pero hay una edad y eso hay que contemplarlo», indica.

María José no es partidaria de confundir roles. Ella tiene muy claro que es la abuela, y nunca su madre. «Es difícil, antes era la abuela, pero de Navidades, para una hora que estaban conmigo, los malcriaba, y de repente tienes que ser no solo la abuela, sino la responsable de su educación», señala, a la vez que aclara que «si mañana mi hija se recupera, —está en proceso, aunque en este caso lo ve difícil—, te puedo asegurar que como abuela estaría encantada de que los niños se fueran con su mamá, es lo lógico, pero con la madre recuperada, que tenga unos medios, etcétera». En su caso, la Xunta mantiene la tutela de los niños, aunque señala que tiene pensado reclamarla en el futuro, pero de momento «me resulta muy cómodo, porque hay un equipo detrás que está pendiente de los niños, al que puedo recurrir en cualquier momento, y lo prefiero así. Ahora bien, hay muchas familias de acogida que han preferido pedirla».

Aunque no de forma habitual, los niños mantienen contacto con su madre, hacen videollamadas y hablan de vez en cuando. «Saben perfectamente de la situación, sobre todo las mayores, son niñas muy maduras, es lo bueno que tiene el acogimiento, que te asombrarías de estos 14-15 años...», dice María José que, aunque con 65 años está al cargo de seis menores, cuenta con la ayuda de sus otros dos hijos para sacar adelante a la familia «Traca», como se llaman a si mismos. Los tíos de los pequeños se implican muchísimo en sus cuidados, «tengo muchísima suerte en eso, no estoy sola, si hay que ir al médico, mis hijos se encargan de llevarlos, traerlos, de estar aquí con los otros, o incluso si tengo que tomarme un fin de semana de descanso porque necesito escuchar algo que no sea hablar en Furbi o de tonterías de adolescentes, vienen ellos para que yo me relaje». Porque están unidos en esto, María José tiene claro que si el día de mañana le pasa algo a los niños, no les faltará de nada.

¡Qué ejemplo! «Es muy bonito, yo animo a la gente a que no se lo piensen dos veces. Van a ganar en vida, vas a renunciar mucho a la tercera edad, pero a veces la edad puede ser una ventaja, te da una visión de la vida más amplia. Es cierto que puede ser agotador, que la diferencia intergeneracional puede ocasionar problemas, pero por lo que he hablado con padres más jóvenes, los problemas de entendimiento son los mismos. Al final se trata de marcar límites y procurar dar confianza y cariño, y enseñarles a ser respetuosos, es decir, educar, y para eso no hay límites de edad, sobre todo en estos tiempos, en los que los abuelos son los que normalmente dedican más tiempo a los niños». Y matiza: «Los héroes y los valientes son ellos, que se enfrentan a una situación (muchas veces repentina) que les cambia todo su mundo, y teniendo que afrontar algo así, es fundamental que los hermanos se mantengan unidos. Los míos no viven unos sin los otros, no podría en este momento quitar a ninguno, porque se me mueren los otros...». ¡Qué gran familia!

 


Comentar