La Voz de Galicia

Carmen Patiño, psicóloga de Emergencias: «El confinamiento es muy duro para los niños más pequeños»

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ROSA DOMÍNGUEZ

Cuando el mundo se enclaustra obligado y la amenaza vital se instala en el vecindario, la ayuda psicológica es, a menudo, una emergencia. Un grupo de intervención en catástrofes se ocupa de prestarla, aunque sea al otro lado del teléfono: «Aplaudir en las ventanas nos ayuda a gestionar el miedo»

07 Apr 2020. Actualizado a las 15:03 h.

«Recuerda que es normal sentir miedo,  ansiedad, preocupación», insiste Carmen Patiño sobre el rapto de lo cotidiano perpetrado por el COVID-19. Pero si esos sentimientos se intensifican «entonces pide ayuda a la familia o a los amigos, hablar de esto ayuda, y sobre todo a los profesionales de la salud». Quien lo dice forma parte de ese equipo de 80 profesionales «disponibles las 24 horas, los 365 días del año» que forman el Grupo de Intervención Psicolóxica en Catástrofes e Emerxencias. El coronavirus los mantiene más que activos para curar las heridas menos visibles, pero a menudo sangrantes, de la pandemia y el aislamiento.

-¿Cuál es la labor de un psicólogo o psicóloga de emergencias?

-Estamos especializados en la atención psicológica en situaciones de emergencia y catástrofes. Intervenimos con las personas para minimizar el impacto en ellas, restaurar sus capacidades y recursos para que puedan resolver situaciones de estrés, para prevenir posibles problemas psicológicos posteriores y también para asesorar telefónicamente a colectivos o personas más vulnerables o a las que les resulte imposible de llevar a cabo el confinamiento al 100 %.

-¿Cómo dificulta el trabajo tener que hacerlo por teléfono?

-Ante una situación excepcional como esta, ponemos todo de nuestra parte para ayudar a las personas. El no poder vernos cara cara nos limita obtener otro tipo de información acerca de quién demanda nuestros servicios, pues no dispones del lenguaje no verbal. Sin embargo, estamos ya acostumbrados a llevar a cabo intervención psicológica avanzada vía telefónica. Se prioriza la atención no presencial en estos momentos, aunque es importante recalcar aquí que en casos excepcionales en los que la atención individual deba ser presencial somos un servicio esencial y seguiremos las recomendaciones de las autoridades sanitarias (mantener la distancia de al menos metro y medio, evitar el contacto físico..) para prestar ayuda. Y siempre facilitándole al paciente un documento acreditativo de la necesidad de su intervención psicológica para justificar sus desplazamientos.

-¿Cuáles son las llamadas más habituales?

-Desde mi experiencia personal y profesional, las demandas están más relacionadas con el confinamiento de personas con determinadas patologías y sobre todo respecto de niños con diferentes problemáticas o discapacidades.En estos días los consejos dados fueron en relación a si se podría pasear con niños o mayores. Se clarificaron dudas, pues en el caso de niños con patologías a los que el médico les hubiese recomendado salir a pasear una o varias veces al día, se les asesoró que podría hacerlo siempre y cuando solo fuera un adulto acompañándolos y llevando un informe de su médico, su psiquiatra o su psicólogo que determinase que esas salidas estaban pautadas dentro de su tratamiento Y lo mismo para el caso de mayores con algunas enfermedades. En todo caso las recomendaciones para llevar a cabo esas salidas y paseos prescritos van dirigidas a realizarlos en lugares donde no haya gente y en espacios abiertos.

-¿Detectáis situaciones concretas de especial dificultad?

-Hay que decir que en general la gente está respondiendo muy bien. Está tirando del humor ,y esto lo vemos en la TV y las redes sociales, y de agudizar el ingenio. Tenemos que organizarnos cada uno como mejor lo considere y proponer cosas a hacer en casa y en familia. Es importantísimo mantener los horarios, levantarse a una hora programada, ducharse y vestirse, no seguir en pijama, mantener los horarios de comidas, organizar alguna tabla de ejercicios, ayudar a los niños con las tareas escolares en un horario concreto…

-La respuesta solidaria se ha disparado y eso también ayuda, ¿no?

-Sí, todos hemos podido comprobar el aumento de la solidaridad vecinal y la actuación de los Servicios Sociales. Incluso actuaciones como las de la población en general que sale a sus ventanas a una hora determinada a cantar o aplaudir a las personas trabajadoras que nos están sosteniendo en estos momentos tan complicados (personal sanitario, de supermercados y tiendas de alimentación, transportistas...). Todo esto es novedoso, pero ayuda a ver a los demás y compartir las mismas alegrías y penas, y, por tanto, a sostenernos psicológicamente y a gestionar la angustia y el miedo.

-¿Qué es más difícil de llevar? ¿El aislamiento? ¿El miedo? ¿La separación de la familia?

-El miedo es una emoción desagradable, pero muy saludable, necesaria y adaptativa. Sin embargo, el miedo intenso y extremo lleva a un bloqueo emocional que lo que hace, en muchas ocasiones, es paralizarnos. La consecuencia es que nos anula la capacidad de reaccionar o de buscar soluciones o alternativas que nos ayuden a estar mejor. El miedo infundado es compañero de la irracionalidad. Esto dispara el sistema nervioso autónomo interfiriendo con la memoria, la atención, la concentración. El miedo va mermando día a día nuestra moral y tenemos que luchar contra esto.

-¿Cómo?

-Lo primero es asumir la realidad y explicarlo a nuestros hijos y niños, pero también a nuestros mayores, sin alarmar pero siendo realistas, haciéndoles entender que quedarnos en casa es la mejor ayuda para todos. Hay que planificar esta cuarentena y preveer que pueda alargarse en el tiempo, establecer horarios y rutinas, diferenciando de lunes a viernes del sábado y el domingo. No hay que descuidar la higiene, ni los autocuidados. Y no infoxicarnos, no pasarnos el día pendientes solo de la información sobre el coronavirus, salvo de las indicaciones del Ministerio de Sanidad y el Gobierno. Cuidado con las redes sociales y los bulos. No se debe compartir nunca información salvo la oficial. Para la población en general nuestro principal trabajo es quedarnos en casa. Hay que aprovechar para hacer cosas que teníamos pendientes o que en días normales no teníamos apenas tiempo para hacer, leer, ver películas. tejer, coser, dibujar, pintar, cocinar, hacer ejercicio… Es importante mantener los contactos, con nuestra familia y amigos y con nuestra red de apoyo social, los compañeros, los conocidos. Compartir información acerca de cómo lo están viviendo resulta de gran apoyo y ayuda, siempre respetando la consigna de no alimentar inútilmente miedos, y resolviendo dudas que puedan plantearse, entre todos y todas. Por último, hay que prestar atención a los demás. Llamar a nuestros mayores, hablar con ellos para tranquilizarles, ver qué necesitan... e intentar evitar confrontaciones. Las nuevas tecnologías, las videoconferencias, son una herramienta fantástica para todos, niños y mayores incluidos.

-¿Quién lo pasa peor?

-En general los colectivos más vulnerables y por tanto quienes peor lo pasan son los mayores, los niños y las personas con patologías físicas o psicológicas. Evidentemente por diferentes razones. Los mayores con dificultades de movilidad o que están solos o enfermos son los que más se van a preocupar. El confinamiento también es muy duro para los niños más pequeños o con problemáticas de salud mental o física. No entienden que no se pueda bajar a pasear o quedar con los amigos. Hay que explicarles muy bien, adecuándonos a su nivel evolutivo, los motivos que nos obligan a estar en casa, pero dejándoles claro que en cuánto sea posible, se volverá a salir y que esto sucederá en cuanto el virus esté controlado. Esto se supera.

-¿El confinamiento generará más situaciones de conflicto?

-Es difícil predecir qué pasará porque también es cierto que esto no lo habíamos vivido en nuestro país desde hace más de un siglo De todas formas la primera fase de miedo la estamos superando ya. Vamos entrando en la de la resignación y la aceptación y ahora estamos en un punto esperanzador a medida que se frena la famosa curva de contagios. 


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