La Voz de Galicia

Tres compostelanas alcanzaron el top 10 en las notas de la ABAU en Galicia

Santiago

o. p. arca santiago / la voz
Irene Armesto (izquierda) y Silvia Rodríguez Ardao estudiaron en el mismo grupo del IES Rosalía de Castro

Silvia Rodríguez Ardao, con 9,92 puntos, fue la máxima de Galicia, mientras Irene Armesto logró un 9,88 y Lola Abeijón alcanzó 9,86

17 Jun 2023. Actualizado a las 05:00 h.

Tarde de nervios la del jueves: pasadas las 17 horas entre los estudiantes se empezaba a comentar que las notas de la ABAU estaban accesibles. Los móviles echaban humo para consultar la web de Nerta y los correos electrónicos. Y tres estudiantes de Santiago están entre las diez mejores notas de Galicia. Todas ellas unieron a un curso trabajado un esprint final de codos de dos semanas, desde la conclusión de las clases hasta los exámenes.

Lo hizo Silvia Rodríguez Ardao, antes de disfrutar el jueves «como unha nena pequena» de la actuación de Leiva en O Son do Camiño. No era para menos: cinco horas antes, en la cuesta que lleva al Monte do Gozo, supo junto a sus amigos que había logrado un 9,92 en la ABAU: «Contabamos con que as notas saíran ás 20 horas, pero ao baixar do bus empezaron a dicir que xa estaban colgadas. Foi un momento cun pouco de nerviosismo, pero moi emotivo». Ella había salido muy contenta de los exámenes, y «esperaba boa nota, pero non tanta». Tenía claro que en materias como Matemáticas y Química solo un fallo de cálculo podía alejarla del 10: y no lo hubo. Fueron dos de sus pruebas perfectas, como también Lengua Castellana y Lingua Galega, pese a que tenía más dudas por el componente de subjetividad inherente a su corrección. Silvia brilló en ciencias y en letras, ella que encuentra difícil definir una asignatura preferida porque siempre le han gustado todas: «Física e Química son as miñas favoritas, pero tamén disfrutei moito con Filosofía, e o ano pasado con Literatura». El póker de dieces en la selectividad se unió a su 10 del Bachillerato, y su resultado final fue de 13,92 puntos. Lo igualó el ferrolano Iván Lafuente, nadie pudo superarlo.

Es una puntuación más que suficiente para cursar Ingeniería Biomédica, previsiblemente en la madrileña universidad Carlos III, que el pasado curso había tenido una nota de corte de 13,2. Detrás de su excelente calificación está un estudio que no cree diferente al de los demás alumnos: «As dúas semanas entre o final das clases e o comezo das probas repasei o de todo o curso». Los problemas de Física y Matemáticas, en casa; otras materias, en la biblioteca de Fonseca: «Estudaba moito, pero tampouco esaxeradamente. Encontrábame confiada, porque sentía que me chegaba o tempo». Llegó a los exámenes un poco nerviosa, pero se calmó con el primero al comprobar que era similar a los que había practicado durante el curso: «Creo que controlei ben os nervios, que é un dos factores máis importantes, porque che poden xogar unha mala pasada».

Todo fue bien, y Silvia sigue disfrutando en O Son do Camiño. Orgullosa de sí misma, satisfecha por poder entrar en la carrera que eligió y muy agradecida a su instituto, el IES Rosalía de Castro de Santiago: «Levo aquí desde primeiro da ESO e vouno botar moito de menos», por sus actividades y por unos profesores «moi volcados».

También Irene Armesto, de su misma clase, el grupo G de 2º de Bachillerato del Rosalía de Castro, entró en el top 4 de mejores notas gallegas. Irene comenta que se centró en preparar Historia de España, Lengua Castellana y Lingua Galega «porque son as que máis me custan»; en la última semana, abarcaba ya todas las materias, dedicándoles entre cinco y seis horas diarias. Durante el curso, señala que prácticamente tenían exámenes todas las semanas, por lo que se imponía el estudio diario. Obtuvo 13,88 puntos como nota global, con un 9,88 en la nota de la ABAU, un cuarto puesto a nivel gallego compartido con otros cinco estudiantes: a su 10 en Bachillerato, se sumaron también varios en distintas materias, entre ellos, en todas las específicas. Una de ellas, la Física es una de sus favoritas, junto a las Matemáticas: «Eu creo que hai un empate entre as dúas. Quero facer un doble grado en Física e Matemáticas na Escola Politécnica de París», en la que ya había sido admitida antes de los exámenes de ABAU. Por eso, señala, «non ía coa presión de necesitar unha boa nota na selectividade, foi moi liberador». Con el ballet y la danza moderna entre las actividades que practica, es también muy aficionada a la literatura fantástica: una obra de Brandon Sanderson es su actual lectura.

Lola Abeijón estudió en el CPR La Salle de SantiagoSandra Alonso

Lola Abeijón, alumna del CPR La Salle compostelano, firmó la décima nota de Galicia con un 9,86 que alcanzaron varios estudiantes (13,86 de global). Como en el caso de las otras dos compostelanas, a su 10 de Bachillerato se unieron otros en los exámenes de la ABAU, que ella define de forma gráfica: «Es hacer lo que hiciste durante todo el curso, pero en solo tres días». Obtuvo la máxima nota en Historia de España, en Lingua Galega, en Latín y en Filosofía.

«Se me da mejor trabajar bajo presión que en el día a día, pero es imposible llevar 2º de Bachillerato de atracón, sobre todo en historia, gallego o filosofía», explica. Así que durante el curso, dedicaba cada jornada una hora y media al estudio. Las dos últimas semanas, desde la finalización de las clases, «estuve en modo intensivo. En la biblioteca, en mi casa, repasando lo que habíamos hecho, porque la materia en sí estaba dada». Fue su rutina durante las tardes, porque por las mañanas acudía a La Salle a clases de refuerzo, «sobre todo de gallego, filosofía y francés»: logró un 10 en las dos primeras, y un 9,5 en la tercera.

Lola Abeijón, como Silvia Rodríguez, supo sus notas en el Monte do Gozo, a punto de colocar la pulsera para acceder al festival O Son do Camiño. La música es una de sus aficiones, junto con escribir poesía «y sobre todo charlar con mis amigas, tiradas en un campo o en una terraza». Tiene pensado estudiar Derecho (no descarta que sea fuera de Galicia), porque le gustaría especializarse en el ámbito laboral «y hacer luego algún máster sindical, me gusta mucho el mundo de los trabajadores»; aunque está convencida de que estudiará luego Filología por placer. Ella no tendrá problemas con la nota de corte, pero vivió la frustración de una amiga a la que no le llega para hacer Medicina: la otra cara de la selectividad.


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