Boban, el don de dejar huella en 77 días
Grada de Río
El director deportivo del Dinamo de Zagreb se reencuentra con un Celta donde colgó las botas, pero que abandonó a las pocas semanas de fichar
05 Nov 2025. Actualizado a las 05:00 h.
«Estivo pouco tempo, pero demostrou ser un chaval excelentísimo cunha dedicación terrible». Son palabras de Nino, el que fue utillero del Celta durante 25 años, sobre Zvonimir Boban. Lo comentaba a La Voz tras su jubilación, en un repaso en el que el nombre del que fue futbolista céltico durante unos meses en el año 2001 salía a la palestra como ejemplo de que hay gente que necesita poco tiempo para dejar huella personal. Y fue lo que ocurrió en Vigo con el actual presidente del Dinamo de Zagreb, que se reencuentra con los célticos este jueves, en el duelo de Europa League.
El testimonio de Nino es el de alguien que tuvo trato cercano con él, aunque fuera corto, pero también en la afición dejó una huella imborrable. Son muchos los aficionados que cuando se menciona la figura de Boban lo ponen en el debe de Víctor Fernández, el entrenador del momento: «No te lo perdonaré nunca», se puede leer en más de una publicación protagonizada por el excéltico en las redes sociales de Grada de Río. Así como comentarios que aluden a su profesionalidad o a que se fue discretamente, sin montar ningún escándalo.
Porque Boban había llegado a VIgo a principios de agosto del 2001 con la categoría de estrella, pues así lo avalaba su trayectoria previa. El entonces presidente señalaba a su llegada que, aunque llegaba cedido por el Milan, cabía la posibilidad de que colgara las botas en Vigo, y así fue, pero lo que nadie contemplaba era que ocurriera poco más de dos meses después. «Creo que no tengo sitio en este equipo por una cuestión táctica», decía en su rueda de prensa de despedida. Y añadía que no se sentía feliz si no era protagonista, lo que estaba experimentando en Vigo. «Vine a hacer grandes cosas y no quiero ser un problema. Pierdo mucho dinero, pero mantengo mi orgullo», agregaba.
Boban sumó 462 minutos en siete encuentros, cuatro de liga, dos de UEFA y, el que pondría fin a su carrera, de Copa del Rey. Este último lo disputó en Lemona, saliendo a falta de un cuarto de hora de la prórroga. Así, el nombre de aquel modesto club, rival de dieciseisavos, y de su campo, Arlonagustia, quedaron ligados al futbolista croata. Fue cinco días después de aquel partido cuando hizo pública su decisión de irse. La víspera del choque, había cumplido 33 años. Y la plantilla lo había celebrado con lo que solo Boban sabía que era una despedida. Compañeros como Karpiny Giovanella se mostraban comprensivos con su determinación, pero tristes, argumentando que se había integrado muy bien y que tenía cosas que aportar en lo futbolístico.
El deportista croata se fue dejando claro que era el punto final a su carrera, que se retiraba, pero también que iba a seguir ligado al deporte, que calificaba como su «droga». Y así ha sido. Porque más allá de acceder este mismo año a la presidencia del Dinamo, con cuya camiseta debutó como profesional, nunca cortó esos lazos. Tuvo claro que su futuro no pasaba por los banquillos —«no tengo paciencia suficiente»—, pero que el fútbol iba a estar presente en su vida.
Así, aunque entre las primeras cosas que hizo tras retirarse estuvo matricularse en la Universidad, licenciándose luego en Historia, hizo sus pinitos en el mundo del periodismo deportivo, tanto en prensa escrita como a modo de comentarista televisivo. Posteriormente, en el año 2016, fue nombrado secretario general adjunto de la FIFA, responsabilidad que ocupó durante tres años, hasta su dimisión para incorporarse a otro de sus antiguos clubes, el Milan, donde ejerció de director deportivo unos meses, incorporándose a continuación a la UEFA para asumir el cargo de nueva creación de jefe de fútbol hasta enero del 2024.
En abril del 2025, fue nombrado presidente del Dinamo, aunque su mandato oficial comenzó hace ahora poco más de cinco meses, el 1 de junio pasado. En ese momento, expresaba que era «un privilegio» ponerse al frente del club donde creció y del que siempre se ha sentido parte. Y avanzaba que entre las bases de su proyecto estarían un estilo de juego ofensivo y el desarrollo de jóvenes talentos como medio para alcanzar los mejores resultados.
Esta nueva etapa no le trae de vuelta a Vigo, pero sí a verse las caras con otro club que forma parte de su trayectoria y del que en todo momento se quedó, pese a todo, con la parte positiva. «Siempre estuve bien en Vigo, más allá del fútbol, guardo buenos recuerdos de la gente y amigos», decía meses después. Los caminos se cruzan de nuevo.