La Voz de Galicia

Cómo reconocer un vino falso

Vinos

LAURA G. DEL VALLE

El último gran golpe al mundo del vino, la falsificación de Vega Sicilia y Pingus en la que estaba envuelto el restaurante Don Álex de Cerceda, es solo la punta del iceberg de un problema que lleva desde el Imperio Romano sacudiendo a este sector y que mueve casi 3.000 millones de euros

14 Jan 2021. Actualizado a las 09:54 h.

Cuando los medios de comunicación dieron, hace poco más de un mes, la noticia de que en el exclusivo restaurante Don Álex de Cerceda la policía había encontrado 1.600 etiquetas de vino falsificadas, sellos, tapones, troqueladoras y cajas de embalaje con marcas relacionadas con la trama de falsificación de Vega Sicilia y Pingus, saltaron las alarmas. Fueron muchos los que se replantearon cuántas veces desde que se embarcaron en la aventura del vino les habrían dado gato por liebre en catas y restaurantes a sabiendas o no. Igual que se echaron las manos a la cabeza pensando en las inversiones realizadas para tener los vinos más cool en su bodega de andar por casa. Pero nada más lejos de la realidad, ya que aunque se estima que dentro de este mercado las falsificaciones mueven casi 3.000 millones de euros, en la mayoría de casos el fraude se comete con vinos pensados para coleccionistas privados con botellas que suelen superar los 1.000 euros. El común de los mortales puede estar más o menos tranquilo, sin dejar de estar alerta.

En constante intranquilidad, precisamente por la facilidad que se le atribuye a la falsificación de vinos, han vivido grandes personajes a lo largo de la historia, pues esta práctica ha estado presente en todos los períodos, más si se tiene en cuenta que la regulación brillaba por su ausencia. Que se lo digan sino a Plinio el Viejo. Célebre por frases como «en el vino está la verdad», el científico y militar romano vivió obsesionado con la invasión de vino fraudulento en la Roma imperial, señalando la imposibilidad de que hubiera existencias inagotables de vino falerno (del que se dice, fue el primero con denominación de origen).

Sus propiedades organolépticas convierten el vino en un bien especialmente atractivo para los audaces falsificadores. De ahí que más allá de los certificados de Consejos Reguladores y sellos de garantía, varios especialistas se hayan visto en la obligación de velar por el bienestar del mercado lanzando plataformas como WineFraud.com. Esta web, creada por la «Sherlock Holmes de los vinos», nació en el 2015 para analizar las consecuencias de este problema y ofrecer una amplia base de datos para discriminar productos fraudulentos.

La misión (casi imposible) de reconocer un vino falso

«En los tiempos que corren todo es falsificable. Ahora hay técnicas que permiten hacer imitaciones casi perfectas, y en el vino es todavía más fácil que en otros ámbitos porque, entre otras cosas, para diferenciar uno original de otro que no lo es tienes que haber tomado mucha cantidad de ese vino. Solo así podríamos reconocer el olor y el sabor. Y aún así, contando con unas cualidades organolépticas muy desarrolladas». Xoán Cannas, director del Instituto Galego do Viño reconoce que este tipo de fraudes se producen en el mundo del vino como en otros sectores en sus productos de lujo. Pone Cannas el ejemplo de bolsos y relojes, y habla entonces del perjuicio del vino por no depender de la vista para poder identificar una copia, «un sentido que tenemos mucho más desarrollado, hasta yo sin tener ni idea puedo distinguir un bolso de marca falso de uno original».

Asimismo, afirma que igual que sucede en el mundo de los relojes, hay plagios de todo tipo. «Conlos Rolex puedes encontrar imitaciones de 30 o de 300 euros, con los vinos pasa lo mismo, y se hace todavía más complicado discernir», mantiene. Aún así, reconoce que hay vinos que, por sus características, son más difíciles de falsificar que otros. «Cuando elaboras un vino buscas identidad, que hable de una zona determinada y muestre esas características. Quien consigue imitar ese terroir tiene bastante ganado, pero lograrlo es muy complicado». De esta forma, en el grupo de los que serían más imitables, el director del Instituto Galego do Viño incluye los que buscan el sabor de la madera. Y entre los que no serían tan sencillos de copiar Cannas menciona «el Merenzao, por su delicadeza, sus colores tenues y su expresión aromática».

El experto insiste en que «no debe crearse alarma social porque la mayoría de vinos que se falsifican no puede permitírselos casi nadie». No obstante, si uno quiere ser riguroso y asegurarse, en la medida en la que puede, que el vino que ha adquirido es el original, hay indicios a los que debe atender. Es importante que el corcho tenga el nombre del viñedo y de la cosecha, que la cápsula no tenga muchos pliegues (podría haberse vuelto a colocar), que la contraetiqueta verifique la procedencia del vino y que la etiqueta no tenga un papel que no corresponde con la época de ese vino.

La etiqueta: Aquellas que no tengan el papel correspondiente a la época puede ser un indicio de fraude

Contraetiqueta: Expedida por el Consejo Regulador, son el sello de garantía que verifica que se trata de un vino original. No obstante, Xoán Cannas reconoce que en este ámbito «hay mucho trapicheo»

Cápsula: Si la cápsula tiene muchos pliegues es posible que se haya vuelto a colocar. Otro indicio es que la cera de la cápsula tenga un color que no es el correcto.

Corcho: Debe tener el nombre del viñedo y la cosecha. Hay que fijarse también en el tipo de letra y el sombreado.


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