«Los traumatismos son compatibles con que los estorninos murieran al chocar entre sí»
Ferrol ciudad
Juan José Negro, investigador de la estación biológica de Doñana-CSIC, atribuye la «rareza» ocurrida en Ferrol a un cúmulo de circunstancias
03 Dec 2021. Actualizado a las 17:04 h.
Juan José Negro Balmaseda (Madrid, 1964) es investigador en la Estación Biológica de Doñana, un instituto público de investigación dependiente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Se licenció en Biología en la Universidad de Sevilla en 1987, realizó la tesis doctoral en aves en 1991 y después se trasladó a Montreal (Canadá), donde trabajó como investigador durante tres años en la Universidad de McGill. Desde su actual centro de trabajo en Sevilla, Juan José Negro siguió a través de La Voz las noticias sobre la muerte masiva de estorninos en Ferrol y se puso en contacto con el periódico para aportar sus conocimientos y su opinión sobre este extraño fenómeno.
—¿A qué cree que pudo deberse la muerte de más de dos centenares de estorninos al unísono?
—Considero que ha sido como consecuencia de lo que denominamos una tormenta perfecta, que condujo a un desenlace fatal. En el vídeo se observa que era una hora temprana y con poca visibilidad, en un espacio físico limitado por edificios altos y árboles, en el que se produjo la colisión de dos grupos muy numerosos de aves que volaban en dirección contraria e impactaron unas con otras.
—¿Y cómo pudo llegarse a ese encontronazo en el vuelo?
—Los estorninos necesitan luz para mantener la distancia y todo apunta a que en este caso se produjo lo que se llamaría una salida en pánico, provocada por un ruido fuerte o por la aparición en la zona de algún predador, como un halcón o un águila.
—¿Cómo se orientan estas aves?
—Todas las aves necesitan unas claves visuales para guardar las distancias dentro del bando y los estorninos más, porque son aves muy gregarias, que vuelan en grupos muy numerosos y no se puede considerar que sean perfectos navegantes. De hecho están documentadas colisiones de estorninos con bandos de gansos, que vuelan en V e incluso con aviones, con el resultado de miles de ejemplares muertos. Lo mismo les puede pasar entre sí cuando hay una salida en pánico.
—¿Cuáles son esas claves visuales de las que usted habla?
—Se ha estudiado que la mayoría de los animales, tanto las aves, como los mamíferos e incluso los peces, tienen unas señales visuales en las plumas o el pelaje, en forma de rayas que deben seguir para orientar al grupo en la dirección que deben seguir, de forma coordinada, para huir de los predadores. Yo les llamo línea de dirección y están grabadas en su genotipo.
—¿Quién establece las pautas sobre la dirección que deben tomar en la huida?
—Uno o varios ejemplares son los que dan la alarma y el resto salen volando porque siguen esas líneas. En el caso de los estorninos, ocurre que esas líneas, que se corresponden con los puntitos blancos sobre el plumaje oscuro, no están muy marcadas, por lo que en bandos con miles de aves esas señales visuales están muy difuminadas y se pueden producir situaciones como la ocurrida en Ferrol. Los traumatismos que descubrieron los veterinarios en la necropsia son perfectamente compatibles con que hubiesen chocado entre ellos.
—¿Qué conclusiones saca usted de lo ocurrido hace una semana en Ferrol?
—Lo que ha pasado ahí demuestra que el sistema de comunicación de las aves no siempre es perfecto, porque puede haber errores, como en los humanos. Es una rareza, en la que se dio la circunstancia perfecta de un lugar estrecho, que no es lo mismo que si fuese en campo abierto, con escasa visibilidad y con un posible detonante, que pudo ser un ruido o la cercanía de algún predador, que son los que provocan las llamadas murmuraciones de los estorninos, que son esos movimientos muy rápidos y en grupos muy densos que es habitual verles realizar.
—¿Se han realizado muchos estudios sobre los vuelos de los estorninos?
—Sí, se ha estudiado mucho y se sigue estudiando. Uno de los investigadores más expertos en la materia que hay en la actualidad es el italiano Giorgio Parisi, que este año fue galardonado con el Premio Nobel de Física, por un trabajo sobre sistemas complejos de movimientos gregarios, con una gran parte centrada precisamente en los estorninos. Es un estudio muy completo, que tiene aplicación en el movimiento de masas de humanos, como en el fútbol o los conciertos, que aporta claves de control para dominar esas grandes agrupaciones de personas.