La Voz de Galicia

Las cifras de usuarios de la Cocina Económica de Ferrol se disparan

Ferrol ciudad

Carmela López Ferrol

A veces se roza el límite de 144 comensales, algo que no pasó ni en la época de crisis

01 Jan 2019. Actualizado a las 18:37 h.

La inquietud se ha adueñado de los responsables de la Cocina Económica de Ferrol y así se lo han trasladado recientemente a la corporación municipal. Por causas que no han logrado determinar, a pesar de haber realizado un estudio al respecto, las cifras de usuarios se han incrementado considerablemente desde comienzos de año, hasta el punto de que algunos días rozan el límite de 144 comensales. «Ni siquiera llegó a pasar en la etapa de la crisis», manifiesta el presidente de la entidad, Antonio Tostado, señalando que el pasado mes de noviembre se cerró con un incremento de más del 30 % en las comidas y de entorno a un 50 % en las cenas.

A principios de este año, la Cocina Económica servía 89 comidas y 40 cenas, y la media de noviembre fue de 122 comidas y 90 cenas. Según Antonio Tostado, los datos del presente mes de diciembre aún no están cerrados, pero se cree que la media de menús servidos al mediodía puede llegar a 125.

Días de menú especial

En las últimas fechas, sobre todo los días que sirven menú especial por las celebraciones festivas, el repunte de usuarios fue todavía mayor. No todos los usuarios de la Cocina Económica de Ferrol son personas sin hogar, porque cada vez hay más gente sin recursos que se ve obligada a acudir a la institución benéfica, pero sí se nota una mayor afluencia al comedor. Muchos son personas que también hacen uso del albergue Pardo de Atín de Caranza para pernoctar y pasan la mayor parte del día en el Centro de Día de Cáritas, en la calle Magdalena, que tiene una media diaria de ocupación de alrededor de 40 personas.

También hay gente sin hogar que mendiga por las calles de Ferrol y consigue lo imprescindible para poder alojarse en una pensión barata, pero, por desgracia, todavía quedan algunas personas que siguen durmiendo en los cajeros de los bancos o en las entradas de algunos comercios, entre cartones, para burlar las bajas temperaturas, y cubriéndose con una manta. Se trata, generalmente, de individuos que no se adaptan a las normas establecidas en los centros en los que se les podría prestar ayuda, porque arrastran problemas relacionados con el alcohol o las drogas, que se encuentran en situación de exclusión social.

Por desgracia, estos días propios de celebraciones en familia al calor del hogar y de noches frías en la calle, sigue habiendo personas que los pasan a la intemperie.

 

El Centro de Cáritas ofrece cobijo durante el día a los sin techo

La jornada en la calle se hace muy larga cuando es un día sí y otro también, sobre todo en épocas de frío, como ahora. El Centro de Día de Cáritas es un recurso que utilizan en la actualidad una media diaria de 40 personas y que no solo permite estar cobijado, sino que incluye una serie de servicios que están teniendo mucha demanda.

Según explica su directora, Irene Rivera, el centro abre de lunes a viernes de ocho de la mañana a siete de la tarde y los fines de semana y festivos de ocho a doce del mediodía.

Los usuarios tienen a sus disposición el servicio de cafetería, con desayunos y meriendas, además de poder tomar café mientras ven la televisión, por ejemplo. El centro cuenta, asimismo, con una zona de lectura de la prensa y un punto Net con tres ordenadores. Pero, a mayores, se desarrollan diferentes actividades, como un taller de decoración que tuvo lugar hace unos días, o una celebración de la Navidad con Eucaristía que estuvo presidida por el delegado episcopal y terminó con un chocolate con churros.

Para el mantenimiento de su centro, Cáritas cuenta con la colaboración de 35 voluntarios, que se ocupan por turnos de la cafetería y la portería. La mayoría de los usuarios son hombres, en torno al 75 %, pero la directora del centro asegura que el número de mujeres sin hogar va en aumento desde hace un tiempo. Irene Rivera destaca la buena colaboración con el albergue Pardo de Atín, en el que duermen las personas sin techo; y la Cocina Económica, en la que comen y cenan.

cedida

«Intentamos que las cenas sean lo más familiares posible»

El albergue, ubicado en Caranza, cuenta actualmente con 29 hombres y tres mujeres sin hogar

Carmela López

Las habitaciones son como las de un hotel y están siempre limpias y ordenadas. Las hay individuales y compartidas, y los usuarios disponen de un baño geriátrico adaptado, lavandería, calefacción, un amplio comedor y una biblioteca que está en fase de consolidación. Hablamos del albergue Pardo de Atín, dependiente de la Fundación Santo Hospital de Caridad, ubicado en Caranza, en el que actualmente están pernoctando 29 hombres y tres mujeres sin hogar.

El centro cuenta con 42 habitaciones y es el único recurso disponible en toda la comarca de Ferrol para que las personas en riesgo de exclusión puedan pasar la noche, desayunar y cenar. Según explica la trabajadora social del refugio, Elena Insua, las bajas temperaturas que habitualmente se registran los meses de noviembre, diciembre, enero y febrero propician un incremento del número de usuarios y en los últimos tiempos está habiendo un repunte de mujeres. En estas fechas de celebraciones navideñas se les ofrecen unos servicios especiales. «Intentamos que las cenas sean lo más cálidas y familiares posible», asegura Elena Insua, añadiendo que suelen ser personas que no comunican mucho sus sentimientos, que llevan años sin techo y con problemas de alcohol, drogas o de salud mental, pero que en estas cenas y desayunos especiales se consigue una mayor relación con ellos y entre ellos.

Con este objetivo, las mesas del comedor se agrupan, se cubren con manteles rojos, se sirven menús especiales y se permite a los usuarios alargar la velada hasta las doce de la noche, compartiendo postres típicos de Navidad. Así ocurrió en la cena de Nochebuena, en la que hubo 29 comensales, y se volverá a repetir en Año Viejo y también el día de Reyes. En esta última cena, cada usuario incluso recibirá dos regalos personalizados, uno del propio refugio y otro aportado por Cáritas, que se depositarán delante del árbol de Navidad y el Belén que están instalados entre la zona del comedor y la biblioteca.

De Ferrol y otros países

La mayoría de los pernoctas en el refugio Pardo de Atín son ferrolanos, pero también hay gente de otros puntos de España y de países como Portugal y Rumanía. Abre los 365 días del año y no hay fijado un límite de estancia, que se puede prolongar dependiendo de la situación social de cada uno, en base a un estudio personalizado.

En el centro trabajan dos conserjes, dos limpiadoras, la trabajadora social y las religiosas de la orden Siervas de Jesús, que se encargan del mantenimiento y la comida, que la sirve el hospital Juan Cardona.

Dentro de la atención integral que se presta a los usuarios figura el servicio de lavandería. «Ellos nos entregan la ropa los martes y se les devuelve limpia los miércoles», apunta Elena Insua, añadiendo que también tienen servicio de ropero.

El albergue Pardo de Atín tiene entre sus objetivos generales acoger a personas en situación de emergencia social, sin hogar o transeúntes, y cubrir sus necesidades básicas de alimentación, vestimenta y aseo personal. Pero también persigue otros más específicos, como promover hábitos higiénicos, asesorar sobre derechos de prestaciones sociales, conseguir hábitos de limpieza y orden en el cuidado de las habitaciones, iniciar un proceso de cambio de estilo de vida, informar sobre los recursos sociales y de empleo a los que pueden acogerse, iniciar un itinerario de acompañamiento social y promover el respeto y la convivencia.


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