La Voz de Galicia

Galicia avanza hacia la economía circular

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r. romar redacción / la voz

El modelo por el que apuesta Europa de reaprovechar los recursos permite nuevas oportunidades y generar empleo

19 Apr 2021. Actualizado a las 17:56 h.

Quizás nunca haya reparado en la implicación de un gesto aparentemente tan rutinario e inocente como separar adecuadamente los residuos en el hogar. Cada uno en su bolsa correspondiente. No solo está contribuyendo a mejorar el medio ambiente, sino que también está aportando su pequeño granito de arena a un modelo económico mucho más sostenible hacia el que avanza Europa. Es la economía circular, en la que la palabra basura pierde su sentido original para transformarse en un producto, en materia prima capaz de convertirse en un nuevo producto que se reintroduce en el mercado para aportar valor añadido. Y en este nuevo escenario la gestión de los desperdicios domiciliarios es solo un mínimo ejemplo. Cualquier subproducto generado por la industria de cualquier sector y que, en un principio carecía de utilidad, es susceptible de incorporarse al círculo mediante una nueva funcionalidad, lo que a su vez genera innovadoras oportunidades de negocio y de generación de empleo.

«Hay que cambiar de chip y poner a funcionar las ideas. Pararse a pensar qué puedo hacer con esto, porque si no valorizamos los residuos estamos perdiendo un recurso y nos empobrecemos como país, porque no somos capaces de darle un valor. Hay que partir de la idea de que son materias primas que deberíamos recuperar y ponerlas en valor», resume Anabel Rodríguez, directora de la Fundación Española de Economía Circular.

Los datos que se manejan avalan su planteamiento. La Unión Europea calcula que la economía circular podría generar 1.200.000 nuevos puestos de trabajo, de los que unos 200.000 se generarían en España, aunque son previsiones modestas. En el ámbito de la reducción de costes, la Fundación Ellen McArthur estima que en un escenario avanzado en la implantación de la economía circular podrían ahorrarse hasta 580.000 millones de euros en el coste neto de las materias primas.

Galicia tampoco quiere perderse esta oportunidad, que potenciará mediante la Estratexia Galega de Economía Circular que prepara la Xunta en colaboración con las tres universidades. Mientras tanto, un buen ejemplo es el trabajo que desde hace años lleva a cabo en este ámbito la industria conservera a través de Anfaco-Cecopesca. «Nuestra idea e apostar por la economía circular, porque todo es materia prima y todo es producto al que se le puede ofrecer una segunda vida mediante la innovación tecnológica», explica la ingeniera química Leticia Regueiro Abelleira, de la División de Valorización de Subproductos- Economía Circular de la asociación empresarial ubicada en el campus de Vigo.

 

Plásticos con residuos de leche

Quizás una de las iniciativas más importantes que permitirán avanzar hacia el nuevo modelo son los cuatro proyectos que liderará el Centro Tecnológico de Investigación Multisectorial (Cetim) a través de la convocatoria Conecta Peme puesta en marcha por la Axencia Galega de Innovación. Son cuatro trabajos que contribuirán a la modernización del sector primario gallego a través de la creación de productos de alto valor añadido a partir de residuos, lo que también permitirá solucionar problemas ambientales. La inversión prevista es de 3,9 millones de euros, de los que 2,2 millones serán aportados por la agencia de la Xunta y el resto por los trece socios que colaboran.

«Estamos convencidos de que en Galicia sí existe un gran potencial en economía circular, que queremos aprovechar para ofrecer a las empresas los desarrollos tecnológicos que consigamos, porque hay que convencerse de que los recursos son limitados», explica Lucía Vázquez, directora ejecutiva de Cetim.

Una de las actuaciones más destacadas dentro del programa es el proyecto Biopol, que pretende contribuir a solucionar la gran cantidad de desechos generados por la industria láctea. «Por cada kilo de queso producido se generan nueve partes de residuo», apunta Vázquez. Este producto es, fundamentalmente, el lactosuero, con el que se quieren obtener biopolímeros -un plástico sostenible a partir de fuentes vegetales- de alta degradabilidad, de entre 20 y 200 días. Este subproducto también se ensayará para eliminar metales pesados de aguas residuales y para el encapsulado de aromas y fragancias para el sector de detergentes y cosmética. Se trata de una iniciativa estratégica, porque Galicia es el principal productor de leche en España, con el 40 % del mercado. «A finales de este año esperamos obtener ya los primeros resultados», avanza Lucía Vázquez.

Otro proyecto, Biocharmb, tiene como objetivo el desarrollo de un modelo de aprovechamiento de biomasa basado en la transformación de restos vegetales en biochar, un carbón vegetal, a través de la combustión por pirólisis. Sería como una especie de absorbente natural susceptible de emplearse como base para el tratamiento de gases en vertederos y aguas residuales.

Con la iniciativa Mexical se pretende la valorización de conchas de mejillón para transformarlas en fertilizantes minerales para los suelos y en pienso para aves. En este caso se trata de un aprovechamiento que se realizaba de forma tradicional en Galicia, solo que ahora el desarrollo tecnológico permitirá abrir una nueva vía de negocio para la industria conservera.

La última actuación incluida en el programa, Degrade, aspira a la desinfección y eliminación de hasta un 80 % de los contaminantes emergentes de las aguas residuales mediante fotoelectrocatálisis con YV-Led, un 30 % más económico que los actuales tratamientos con ultravioleta.

Agua de cocción de las conservas para dar de comer a peces

Repensar, rediseñar, refabricar, reparar, redistribuir, reducir y reutilizar. Y todo ello en el diseño y fabricación de un producto. Es el llamado criterio multi-r, la base de la economía circular. Para asentar el modelo, la Consellería de Medio Ambiente está ultimando una estrategia con la que se pretende, en esencia, fomentar la eficiencia energética y la optimización de los recursos, así como la conversión de los residuos en nuevas materias primas con valor añadido. La aplicación del modelo, según los cálculos iniciales, supondría ahorrar unos 2.000 millones euros. O lo que es lo mismo, hacer crecer en un 3 % el PIB de la comunidad.

Pero no hay que esperar al futuro para observar las nuevas iniciativas surgidas al amparo de la economía circular. En Galicia, aunque aún queda un largo camino por recorrer, al igual que en el resto de España, ya existen buenos ejemplos. Uno de los mejores es el aportado por el sector conservero. La patronal Anfaco, a través de su centro tecnológico, está desarrollando un proyecto para reaprovechar la concha de mejillón para utilizarla como un filtro de bajo coste en la depuración de aguas para acuicultura. También lidera el programa Alternfeed para evaluar el uso combinado de ingredientes alternativos en la fabricación de los piensos destinados a la alimentación en acuicultura. «Pretendemos aprovechar subproductos del agua de cocción de las conservas y de las microalgas para obtener productos de valor añadido que sirvan de alimento para los peces», explica Leticia Regueiro. Es solo una parte de las actuaciones que se emprenden desde el área de economía circular.

Otras grandes empresas, en este caso del sector de la moda, están dando pasos para avanzar hacia el nuevo modelo. Es el caso de Inditex, que mantiene la iniciativa Closing the loop para la reutilización y reciclaje de productos textiles y de calzado.

Hay muchas otras iniciativas, quizás de un tamaño más pequeño, pero no menos destacables. Es el caso de la liderada por la empresa Ecocelta, que valoriza los restos orgánicos a través del compostaje y vermicompostaje (lombricultura) para fabricar abono ecológico. Y hay muchos más ejemplos.

Menos recursos para satisfacer las necesidades

Ahora mismo, el 10 % de la población consume el 80 % de los recursos, por lo que, de continuar a este ritmo, se necesitarán dos o tres planetas para sostener el crecimiento. Por eso, la economía circular, además de una oportunidad de negocio, es la alternativa para garantizar la sostenibilidad del planeta. «Para que sea posible, las empresas tienen que medir la huella ambiental, económica y social de lo que producen», advierte Anabel Rodríguez.


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