Aznar le entregó Inespal y ayudas para la tarifa eléctrica

En julio hará 19 años que la multinacional Alcoa aterrizó en España. Lo hizo por la puerta grande, al abrigo de la oleada de privatizaciones de empresas públicas que lanzó el presidente Aznar. El grupo se quedó con Inespal a cambio de unos 200 millones de euros. El Gobierno desempolvó la alfombra roja y sacó la chequera para recibir al gigante del aluminio. Además de poner en sus manos Inespal, los españoles le pagaron parte de su tarifa eléctrica. Incluso hasta la actualidad, aunque la bicoca se acabó en el 2013. Hasta entonces, Alcoa recibía una cantidad fija a modo de incentivo a cambio de prestar el servicio de interrumpibilidad, o sea, por estar dispuesta a reducir producción si así lo requiere el sistema eléctrico por problemas de sobrecarga. Un servicio al que no se recurre desde hace al menos 15 años, según reconoció hace unas semanas el director general de Operación de Red Eléctrica, Miguel Duvison. Pero en el 2013, el ministro Soria decidió que las ayudas se concederían por concurrencia competitiva, es decir, mediante una subasta, en la que Alcoa se ve obligada a pujar junto con el resto de industrias intensivas si quiere incentivos que rebajen su abultada factura eléctrica. Que la competencia no le gustaba lo dejó claro en el 2012 el entonces presidente de Alcoa en España, José Ramón Camino, quien ya en aquellos días anunció el cierre de las fábricas si no había un acuerdo sobre la tarifa eléctrica. Las plantas no cerraron, pero a finales del 2013 puso a la venta dos: la de Alicante y la de Amorebieta (Vizcaya). Las compró, junto a otra de Alcoa en Francia, Atlas Holding, un grupo británico que integró las tres plantas en Aludium. Y podría ser el pretendiente de las otras tres que parecen estar en el mercado. «Vailles ben, teñen un proxecto, ata me dan envexa», reconoce el presidente del comité de A Coruña.