La Voz de Galicia

Un payés trajeado entre bolcheviques

Cultura

Miguel Lorenci Madrid / Colpisa

«Viaje a Rusia», la ingenua visita de Josep Pla en 1925 al país de los sóviets, se publica por primera vez en castellano

11 Sep 2018. Actualizado a las 05:00 h.

Nunca antes se había publicado en castellano Viaje a Rusia, el libro que recoge la experiencia y la visión un tanto ingenua del país de los sóviets de Josep Pla (1897-1981). El genial escritor catalán retrata en sus casi 200 páginas la emergente Rusia comunista, a la que viajó durante unas semanas en 1925, aún bajo los efectos de la revolución que acabó con siglos de zarismo. Junto a estas crónicas, traza un retrato del político y sindicalista Andreu Nin, su anfitrión en la recién nacida URSS, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, creada en 1922. Destino edita en castellano por primera vez los textos de Pla con traducción y prólogo de la eslavista Marta Rebón. Como corresponsal de La Publicitat, aquel payés ilustrado, trajeado y de familia bien que era el joven Pla escribió «pretendiendo sacar una imagen más clara de ese país todavía en construcción».

En medio de la lucha por el poder entre Trotski y Stalin, el joven enviado del periódico catalán aborda «con una curiosidad transparente» las banderas rojas con la hoz y el martillo, la organización política de la Rusia comunista y la «lógica» de la revolución bolchevique. Corresponsal de La Publicitat en París, se había mostrado más que remiso a viajar a la URSS. Pero transigió y se dejó finalmente acompañar por Eugeni Xammar y su mujer.

Asegura Rebón que Viaje a Rusia es más «una fotografía del momento que un análisis exhaustivo o un conjunto de vaticinios sobre el futuro». En sus páginas «podemos ver a un incansable Pla» que con 28 años ya ha viajado por toda Europa, pero que aterriza casi como un marciano en la plaza Roja y se atreve a decir que el Kremlin «es de lo mejor que existe» y compara el rojizo color de Moscú, con una «ensalada de pimientos y tomates». Pla sabía entonces de Rusia «más o menos lo que todo el mundo en aquellos días: prácticamente nada». De la revolución y sus consecuencias conocía apenas lo que trasladaron los periódicos cuando hacía tan solo un año que había muerto Lenin, y Stalin se había hecho con el poder.

Trotski y Stalin

Se estaba librando «la terrible lucha por el poder entre Trotski y Stalin» que, para Pla, es la «más discreta que se ha producido, no demasiado lejos de mí», y que se desarrolla «con un clima de normalidad en la calle». «Por la noche, en la habitación del hotel Lux, sobre la ciudad a oscuras y que parecía desierta, se oían ráfagas de disparos de ametralladora y lejanos cañonazos impreciso pero ciertos», escribe un joven reportero a quien llaman la atención los moscovitas de cabezas rapadas, vestidos con botas, pantalones bombacho y camisas abullonadas.

Le apabullan las aglomeraciones humanas, los desfiles y los masivos actos políticos multitudinarios que presencia en la Plaza Roja y de los que da cuenta en unos textos «atravesado por un sentimiento de sorpresa y curiosidad», según Marta Rebón.

Fue el traductor y político comunista Andreu Nin (1892-1937), quien acogió a Pla en aquel Moscú posrevolucionario. Y a Nin dedica Pla un homenot -como el escritor denominaba los perfiles de personalidades de su interés- en la segunda parte del libro. Un perfil que traza muchos años antes de la terrible muerte de Nin a manos estalinistas, que lo liquidaron por su adscripción trotskista.

El escritor gerundense Pla (Palafrugell, 1897-Llofriu, 1981) nació en el seno de una acomodada familia de propietarios rurales ampurdaneses. Estudió Derecho en Barcelona, pero optó pronto por dedicarse al periodismo, que combinó con la literatura. Al estallar la Guerra Civil se trasladó a su casa de Llofriu y, más tarde residió en París y Roma. De regreso a España tras la guerra, comenzó a colaborar con la revista Destino, hasta confirmarse como uno de los escritores más importantes del siglo XX en su materna lengua catalana que alternó con el español.


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