La Voz de Galicia

Beethoven, del semidiós al hombre

Cultura

Héctor J. Porto Redacción / La Voz

Editan en castellano la magna biografía en la que el profesor Jan Swafford baja al mito de su pedestal para ofrecer un retrato cercano del compositor alemán

09 Nov 2017. Actualizado a las 07:54 h.

Decía el pianista Glenn Gould que Ludwig van Beethoven (Bonn, 1770-Viena, 1827) «es una especie de metáfora viva de la condición creadora», que en el alma de todo artista conviven un inventor [innovación] y un conservador de museo [tradición] y que el gran arte surge de la derrota momentánea de uno de los dos, conflicto que en el caso de Beethoven «no se sustrae a las miradas, no es un cadáver escondido en el armario». En él funciona como dos actitudes opuestas que tienden a existir siempre simultáneamente, y esta virtud, subraya, está en la raíz de su éxito incuestionable en los ámbitos popular y culto. Y Gould no es precisamente alguien sospechoso de profesar una idolatría ciega hacia Beethoven, a quien recriminaba encarnar «el mejor ejemplo histórico de un compositor absolutamente convencido de que lo que hace es válido por la sencilla razón de que lo hace él».

Sea por lo que fuere, la figura de Beethoven, en los casi doscientos años pasados desde su muerte, ha alcanzado la condición de semidiós. Bajarlo de ese pedestal es una tarea fundamental para poder comprender mejor su obra y lo que se ha propuesto el músico y profesor Jan Swafford (Chattanooga, Tennessee, 1946), de quien el sello Acantilado publica en castellano Beethoven, la monumental biografía que dedicó al autor de la Novena y que apareció en inglés en el 2014.

Como Beethoven, Swafford no reniega de la tradición y su proyecto parte de la gigantesca biografía realizada a finales del siglo XIX por el bibliotecario y periodista estadounidense Alexander Wheelock Thayer, una obra de referencia de tono victoriano y aliento un tanto académico que revisó, actualizó y editó a mediados de los años 60 del siglo pasado el musicólogo Elliot Forbes. Swafford trata de dejar a un lado prejuicios e ideas preconcebidas para que su perspectiva sea lo más limpia y cercana posible, de tal forma que aflore «la realidad humana de una figura cimera». Lejos del gigantismo que propone Thayer, busca que el libro «se mantenga sobre el terreno, en su época, observando al personaje lo más directamente posible mientras camina, conversa, escribe, se enfurece o compone». 

Casi 1.500 páginas

Pese a que el autor no rehúye el lado oscuro de su protagonista, intenta que en el ensayo -con poco menos de 1.500 páginas- «las partes más turbias de su personalidad, la sordidez en la que vivió, su paranoia y su manía persecutoria crecientes, su misantropía, y más tarde sus artimañas en los negocios sean mostrados aproximadamente en proporción similar a como aparecieron en su vida; y de igual modo, la triste historia de su enfermedad y su sordera, y la de sus fracasos amorosos».

Quiere esto decir que el trabajo de Swafford no se empeña en iluminar una sola faz del genio alemán, ya que el estudioso, además, cree íntimamente que Beethoven «aspiraba a ser una buena persona, noble y honesta», que poseía una conciencia autocrítica que vigilaba su trabajo, aunque un yo exaltado anidase en su interior y sus excentricidades y su seguridad en sí mismo (y en su propio talento) pudiesen llevar a engaño.

La filosofía de Swafford es rigurosa y realista en lo que atañe a la labor del biógrafo, que debe, dice, «atenerse al hecho objetivo». La interpretación ha de ocupar un segundo lugar, advierte, y, si puede, la deja para que la practique el lector (el autor se limita a suministrarle los materiales). Evita así insistir en la elaboración de una pulcra composición literaria para asumir además que «la vida de cualquiera es a la postre un misterio». Esta premisa de humildad inunda benéficamente el retrato final. Y el aficionado lo agradece, aunque, pese a esta marca moral, la dimensión del libro resulte casi tan abrumadora como la Novena.


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