La Voz de Galicia

Si no hay que pagar, no hay que vender

A Coruña ciudad

E. Eiroa A Coruña / La Voz Un futuro sin hipotecas

La posible condonación de la deuda cambia radicalmente el futuro del borde litoral coruñés

06 Sep 2018. Actualizado a las 05:00 h.

Para muchos coruñeses Valencia siempre estará asociada con la pérdida de una Liga. La ciudad levantina podría ahora limpiar su imagen y ser recordada también por haber permitido que A Coruña recuperara su puerto. Si al Puerto de Valencia se le condona su deuda, al de A Coruña también. O al menos eso exigen ahora todos los grupos, salvo el PSOE, que desde su llegada a la Moncloa bajó el tono de sus demandas.

 

Nacimiento endeudado

El puerto exterior. El puerto exterior se comenzó después del accidente del Prestige, pero realmente Langosteira nació mucho antes y no lo hizo de la idea de crear un puerto refugio, sino de que A Coruña recuperase todos los muelles interiores trasladando la actividad a otro lugar. El Prestige fue el revulsivo que permitió poner aquella iniciativa en marcha, Así nació Langosteira, pero no solo a base de dinero público, sino con el aval hipotecario de los muelles interiores. Lo que se firmó en el año 2004 fue, básicamente, que la mitad de las obras se pagarían a base de vender una parte del puerto urbano.

  

Años del Bum

Otras circunstancias. El contexto económico del 2004 era completamente distinto al actual, con la ciudad en un auge expansionista y la construcción en pleno desarrollo cambiando la fisonomía de la urbe. Obtener más de 200 millones de euros de esas ventas parecía sencillo. Viviendas, oficinas y centros comerciales se perfilaban en el horizonte, con calles y espacios públicos que se extendían hasta el mar. Busquets soñaba con un lago de agua salada frente al Centenario, convertido en isla con grandes torres elevándose hacia el cielo. Aunque el fiasco de Palexco estaba fresco, pocos levantaron entonces la voz.

  

Cuando todo cambió

La crisis. El pinchazo de la burbuja inmobiliaria fulminó el sueño con una aterrizaje forzoso en una realidad sin grúas ni fondos privados para comprar suelo y levantar viviendas. El convenio del 2004 seguía en vigor -y con penalizaciones para quien no lo cumpliera- y el tiempo seguía corriendo en contra de la Autoridad Portuaria, que había asumido una deuda de 300 millones de euros por la obra del puerto exterior y que necesitaba hacer caja para pagar porque los plazos de carencia se acababan.

  

Intentos de venta

La Solana y el Finisterre. En ese contexto el Puerto empezó a moverse y trató de subastar el Finisterre y La Solana. El gobierno local, que ahora dice que siempre defendió la condonación de la deuda, ofreció entonces 1,4 millones por el complejo deportivo, asumiendo que ese dinero era precisamente para hacer frente al crédito de la Autoridad Portuaria. Finalmente no hubo subasta -a ella se oponía el consistorio-, pero tampoco venta. La obtención de liquidez siguió siendo urgente, pero el asunto quedó en un punto muerto.

  

Primeros cambios

Más suelo público. A finales del anterior mandato ya se asumía que el convenio del 2004 no se iba a cumplir, sobre todo en los muelles de Batería y Calvo Sotelo. Para el primero de ellos el anterior ejecutivo planeaba una gran biblioteca. La Xunta y Fomento dieron el primer paso en abril de este año blindando la titularidad pública de Batería, Calvo Sotelo y La Solana y una parte de San Diego, aportando el Gobierno gallego 20 millones de euros para ello. Todas las partes implicadas -Xunta, Estado, Autoridad Portuaria- estaban de acuerdo, salvo el Ayuntamiento, no invitado a la negociación y que clamó contra el ninguneo de ese pacto. Ahora son el consistorio y Fomento -con el nuevo Gobierno- los que parecen entenderse, eso sí, sin contar con la Xunta, a la que el gobierno local pide que «non moleste» pero que pague los 20 millones apalabrados.

  

Cambio de reglas

Lo mismo para todos. Hasta ahora casi todos asumían que los acuerdos firmados hay que cumplirlos y que las deudas han de pagarse, pero el nuevo Gobierno central del PSOE cambió las reglas del juego al decidir condonar el préstamo de 350 millones que pesaba sobre el Puerto de Valencia. A Coruña exige el mismo trato. El PSOE se apresuró a decir que son cuestiones distintas, pero abrió la puerta a una salida todavía por concretar, que supondría liberar a los muelles interiores de la hipoteca que pesa sobre ellos. Entre otras cosas, se asume que la venta de suelo jamás iba a proporcionar los más de 200 millones previstos, por lo que la operación carecería de sentido en el plano económico: el suelo público se vendería pero la mayor parte de la deuda seguiría ahí. ¿Y si no hubiera que pagarla?

  

Todo por hacer

Un nuevo diseño. Lo que se diseñó en el 2004 fue un ensanche de la ciudad basado en la inversión privada. Sin vender el suelo, ya no resultaría obligatorio recurrir a ella. Con todo, el Ayuntamiento carece de recursos propios para afrontar la urbanización de un área de más de medio millón de metros cuadrados. El actual gobierno local ya dejó claro que no quiere ver ni una vivienda en ese suelo. La Marea suele identificar la construcción de pisos con una especulación a la que se oponen. Con todo, voces autorizadas como la del arquitecto José González-Cebrián, defendieron públicamente que en áreas como San Diego se incluya algo de suelo residencial, no por motivos económicos, sino urbanísticos: un espacio tan amplio sin personas que vivan en él se convierte en una zona muerta fuera de los horarios laborales.

  

El plan municipal

Nada concreto. El gobierno local hasta ahora no ha concretado nada sobre lo que quiere en el puerto. No quieren viviendas y desean que el suelo, todo, siga siendo público. De un modo vago sugieren que se mantenga el uso vinculado a actividades portuarias, pero eso podría suponer que el recinto siga cerrado. Hasta el momento ha convocado un foro para definir ese futuro, pero de Tecendo Litoral no salió ninguna conclusión novedosa relativa al diseño -se habla de mejorar la movilidad, pero eso ya se decía en el 2004-, ahora harán un concurso de ideas, pero su resultado tampoco será vinculante. Sin deuda, habría más tiempo para pensar en el futuro. La única urgencia sin esa carga sería encontrar los otros 140 millones para el tren a Langosteira.

 


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