El Papa pide en Santiago que Europa no arrincone a Dios

Redacción digital

GALICIA

La misa en la plaza del Obradoiro ha puesto el broche final a la primera visita a Santiago del Papa Ratzinger, que ya está en Barcelona. Por la mañana fue ovacionado en la catedral tras un discurso que comenzó y terminó en gallego. En el recorrido hubo menos gente de la prevista.

06 nov 2010 . Actualizado a las 23:18 h.

Con menos público del previsto por la organización y sin incidentes ha transcurrido la visita del Papa a Santiago. La misa multitudinaria en el Obradoiro ha sido el broche final a su primera visita a Galicia.

Tras aterrizar en Lavacolla a las 11.22, Benedicto XVI fue recibido por los príncipes de Asturias y cientos de fieles. En el aeropuerto había una densa niebla que causó en las horas previas cierta incertidumbre sobre si sería necesario un desvío. Allí el pontífice saludó a diversas autoridades (entre ellas, el presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijoo, y los ministros de Justicia, Francisco Caamaño, y Fomento, José Blanco, además de otras personalidades como el embajador de España en el Vaticano, Francisco Vázquez) y se reunió por separado con el vicepresidente Rubalcaba y con Felipe y Letizia.

Después del recibimiento llegó el momento de los discursos. Tanto Benedicto XVI como el príncipe de Asturias pronunciaron una parte de su discurso en gallego. En su primera alocución en Compostela, el papa ha expresado su deseo de unirse a la «larga hilera» de peregrinos para ponerse «a los pies» del Apóstol y dejarse transformar por «el testimonio de su fe».

En la catedral

El pontífice estuvo al mediodía en la catedral tras recorrer en un veloz Papamóvil la distancia que separa el aeropuerto de Lavacolla del casco histórico de Compostela. En el recorrido hubo menos gente de la esperada por la organización. Pero hubo lleno dentro y en las proximidades del templo compostelano. Entro por la puerta de la Acibechería. Y triunfó ante los suyos. Allí Benedicto XVI rompió el protocolo y se acercó a los cientos de fieles que pueblan la catedral. Después salió a saludar al público congregado en la plaza del Obradoiro, que le tributó una gran ovación.

Tras acercarse a contemplar el Pórtico de la Gloria, salió a la plaza de la Quintana, donde le pusieron una esclavina de peregrino, para entrar por la Puerta Santa, cumplir con el rito de abrazar al apóstol Santiago y dar comienzo a un acto con discursos del arzobispo y del propio Benedicto XVI, que empezó su alocución en gallego y la terminó con un sentido «moitas gracias» que fue muy aplaudido.

El Papa definió a Santiago como el «corazón espiritual de Galicia». También felicitó y agradeció a los católicos españoles la generosidad con las que mantienen instituciones de caridad. «No dejéis de hacer esas obras, que benefician a toda las sociedad y se han puesto de manifiesto con la crisis económica», dijo. Antes, el arzobispo de Santiago Julián Barrio había hablado con anterioridad. En castellano y en gallego.

Después de los discursos, voló el botafumeiro. Y el acto concluyó con un rezo en latín. Había 700 personas.

Entonces el Papa se retiró al palacio arzobispal. Allí comió y descansó. Hasta que llegó la hora de la misa multitudinaria (500 sacerdotes cooficiarán la ceremonia, 150 llevan copones para la eucaristía) en el Obradoiro, donde con espíritu festivo la gente esperaba a que hiciera su aparición Benedicto XVI.

El máximo responsable de la Iglesia católica se retrasó quince minutos. Cubrió los pocos centenares de metros que separan el palacio arzobispal del Obradoiro en el Papamóvil. Bendijo a un bebé por el camino. Y entró en el palacio de Raxoi para ponerse las vestiduras de oficiante. Cuando faltaban ocho minutos para las cinco de la tarde, reapareció y comenzó una ceremonia multitudinaria en el Obradoiro. En torno a las siete de la tarde, la misa llegaba a su fin, poniendo punto y final a la visita del pontífice a Galicia.

Unas siete mil personas han asistido al acto en la monumental plaza del Obradoiro, en un gran escenario blanco dispuesto a los pies de la catedral de Santiago, mientras que otros miles la han seguido en las diferentes pantallas gigantes instaladas en varias plazas de la ciudad.

Antes de tomar el avión que le llevará hasta Barcelona, Benedicto XVI habló durante unos minutos con Mariano Rajoy.

Europa arrincona a Dios

En su homilia, Benedicto XVI ha considerado una «tragedia» que en Europa exista la convicción de que Dios es el antagonista del hombre y el enemigo de su libertad, y ha denunciado que se pretende arrinconar a Dios al ámbito de lo privado, por lo que ha exhortado a Europa a salir a su encuentro «sin miedo». El Papa ha dicho que Europa pretende arrinconar a Dios y que lo que tiene que hacer es «abrirse a El», salir a su encuentro, para que la «única luz que disipa todas las tinieblas» vuelva a resonar gozosamente bajo sus cielos.

Al terminar la eucaristía, Benedicto XVI partió en un avión de Iberia hacia Barcelona. A las 19:50 horas, con 35 minutos de retraso sobre el programa previsto, salió de Lavacolla hacia El Prat. El Papa ya está en la Ciudad Condal para pasar la noche y mañana consagrará el templo de la Sagrada Familia, obra del arquitecto Antonio Gaudí.