Un marinero de Baiona se echa al agua para salvar a un periquito

Alejandro Martínez BAIONA/LA VOZ.

BAIONA

Un pescador de la villa se lanzó ayer al mar para rescatar a un ave que se estaba ahogando junto al muelle y que después fue reanimado con un secador de pelo

07 oct 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

Un periquito australiano ha vuelto a nacer en Baiona. El pobre animal se estaba ahogando en el puerto, pero un marinero se zambulló en el mar y lo salvó. El ave se llama Peix y es la mascota de Miguel Ramos, un vecino de la villa, natural de Granada. Ayer había salido a pasear con su fiel compañero agarrado al hombro. El hombre llegó hasta el puerto y apoyó los brazos sobre la barandilla para ver cómo llegaban los barcos de pesca. El perico dio un salto y fue a parar al agua. El animalillo no podía nadar y hacía todo lo posible para no hundirse moviendo sus alas con desesperación.

A su dueño le entró un ataque de pánico y entró corriendo en la lonja pidiendo ayuda. Solicitaba algún utensilio con el que poder salvar a su periquito, mientras que los responsables de las dependencias no daban crédito a lo que estaba pasando. No encontraban en ese momento nada que pudiera servirle de ayuda, por lo que Miguel salió corriendo con intención de lanzarse al mar para recuperar su mascota, que a sus problemas de flotación se le añadía la preocupación por la presencia de un grupo de mújeles que acudieron atraídos por el aleteo. Pero no le hizo falta mojarse. Justo en ese momento llegaba de faenar Marcos Álvarez, vecino de Baredo, que llevaba puesto el traje de neopreno y no dudó en lanzarse al mar para salvar al periquito.

Los mújeles huyeron espantados y el pobre perico aún estuvo apunto de perder la vida durante las inmersiones que sufrió en el rescate. Su salvador lo llevaba en la mano mientras daba brazadas en el agua hasta llegar a la escalera del dique. Así pudo poner en tierra un perico agonizante, pero todavía vivo. El dueño lo llevó rápidamente a su casa, que está cerca del puerto, y pudo recuperar al pájaro gracias a que empleó un secador de pelo para quitarle la humedad de las plumas. Afirma que al ave le gusta mucho el agua y que seguramente no pudo evitar darse un baño. Seguramente ya no volverá a pasear por el puerto.

Hace un año se lo regalaron unos familiares porque hacía mucho ruido y desde entonces se ha convertido en su compañero inseparable, que no deja de llamar la atención cuando lo observan por la calle. Ayer le dio un buen susto.