Cómplices en la aventura del arte

B.R. Sotelino VIGO/LA VOZ.

VIGO

Son hermanas y dejaron sus anteriores trabajos para montar juntas una galería en la que apuestan por los nuevos valores. En Dua2 iniciaron un proyecto que ya ha cumplido ocho años de éxito.

04 oct 2010 . Actualizado a las 12:38 h.

Silvia y Juana Amarelo Dourado regentan una galería en Vigo. Podían haber elegido ponerle el nombre de sus muy pictóricos apellidos, pero optaron por bautizarla atendiendo a la característica que más se adapta a la realidad de su trabajo y de su vida, ya que las dos están muy unidas tanto en su faceta profesional como en la privada. Oyendo a Silvia hablar de su hermana Juana, te entran ganas de que te adopte como pariente. «Con ella es facilísimo trabajar. Es muy buena, nunca se enfada, no tiene un mal día. Yo creo que bondad y talento son las palabras que mejor la definen», asegura.

Las galeristas forman parte de una familia de cinco hermanos. Juana es la mayor, y Silvia, la cuarta. Se llevan diez años pero están tan ligadas que si fueran gemelas no podrían ser más complementarias. «Pasamos mucho tiempo juntas. Hasta veraneamos en el mismo sitio. No en la misma casa, pero sí en el mismo pueblo. Yo le pregunto ''¿Qué vas a hacer este verano?'', y allí me planto», cuenta Silvia entre risas.

De pequeña, ella quería ser arqueóloga. La condición de primogénita marcó seguramente la vocación de Juana: «Siempre cuidé mucho de mis hermanos, y lo primero que recuerdo es que quería ser mamá. Después quise estudiar psicología, pero ya no podía, porque ya era madre», pero no se lamenta. Ambas se complementan y se apoyan. El carácter extrovertido de Silvia se contrarresta con el sosiego de Juana, que se reconoce más casera, más tranquila y soñadora. «Si alguna vez nos peleamos, es por temas domésticos. Por trabajo, nunca».

Juntas se embarcaron en la aventura del arte subidas a una nave llamada Dua2, pero fue la pequeña la que inclinó la balanza hacia este proyecto. Silvia estudió Geografía e Historia en la Universidad de Santiago, para después especializarse en arte moderno y contemporáneo. Empezó trabajando en otra galería viguesa, Alameda, y un día, siete años después, se planteó poner en marcha su propio proyecto. No lo hizo sola. Siempre contó con el respaldo de su hermana. «Yo tenía más miedo, pero Juana me animó hasta el punto de dejarlo todo para estar conmigo», recuerda.

Juana es administrativa, trabajaba en una empresa de seguridad junto a su marido pero juntas decidieron independizarse y montar la galería. Una se ocupa más de la parte artística y la otra la gestión contable, aunque ambas hacen de todo: «Desde colgar los cuadros a atender a los clientes o proponer artistas», afirman.

En el 2002 abría sus puertas en la calle Marqués de Valladares la galería Dua2. Su apuesta se inclinó desde el principio por artistas emergentes, «también hemos tenido a autores consagrados, pero sobre todo nos hemos empeñado en dar a conocer a los que están empezando», explican.

Existe una gran complicidad en esta aventura a dúo: «Siempre estamos de acuerdo en la elección de los artistas que ambas seleccionamos, que forman parte de nuestro proyecto, porque lo importante es que somos una galería democrática y libre. Se admiten todas las tendencias bajo un único criterio: calidad plástica. La moda pasa de moda, así que dejemos que el tiempo nos diga la última palabra», observa Silvia.

Por otra parte, su labor cara al público se enfoca hacia una clientela joven con inquietudes estéticas. En este sentido, opinan que la consolidación en Vigo de su museo de arte contemporáneo, el Marco, ha hecho mucho por dinamizar el arte y normalizarlo como un hábito cultural cotidiano, por acercarlo a la calle, sin miedo. «Hace años la gente entraba en las galerías y te preguntaban si había que pagar», recuerdan.