«Me compré mi primera guitarra con el dinero de la primera comunión»

VIGO

El músico, cantante y compositor de la banda funky Phantom Club, conserva y usa todavía el instrumento con el que empezó a tocar cuando tenía nueve años

01 mar 2010 . Actualizado a las 12:19 h.

Frans Banfield eligió llamarse así para llevarse consigo un pedacito de su tierra en el nombre artístico, ya que Banfield es un barrio y un equipo de fútbol de la capital argentina. Su barrio, y su equipo. Sin embargo, su nombre verdadero, que es Francisco Ons, también incluye un homenaje atlántico a sus orígenes gallegos.

Frans llegó a Galicia en el 2002. Cuando acabó los estudios se trasladó junto a su hermana a Tui, donde vive una hermana de su padre, que es gallego, aunque de Brión. «Mi hermana había acabado la carrera y quería probar suerte. Yo en principio me vine por tres meses, pero me quedé. En ese tiempo ya monté Phantom Club y empecé a tocar con otro grupo de Ponteareas con el que tocaba por toda España en plan orquesta. Nueve meses después vinieron también mi padre y mi madre, pero mi hermana se volvió en Buenos Aires Ahora, mi hermano, (Juanma, que toca conmigo en Phantom), y yo, vivimos en Vigo, y mis padres en Tui», relata. El músico asegura que nunca se arrepintió de abandonar Buenos Aires. «Aunque es una gran capital y hay artistas por todas las esquinas, acá hay muchas cosas por hacer y hay más oportunidades que en una gran urbe ultra saturada en la que además, no hay pasta. Nosotros, en Galicia, somos el único grupo funky que canta en castellano», afirma. El artista, que ha sido recepcionista, camarero, albañil y repartidor de muebles para ganarse la vida y sigue trabajando «en las «changas que me van saliendo», también ha vivido en Mallorca, en A Coruña, en Baiona... «Y siempre me sentí muy cómodo aquí. La geografía de Galicia, no se puede comparar con ningún sitio», asegura.

Empezó a tocar en misa

El cantante de Phantom Club, nacido en Buenos Aires hace 26 años, lleva en las venas la pasión por la música desde que era un crío, y conserva como uno de sus tesoros más preciados la primera guitarra que tuvo: «Me la compré cuando tenía 9 años con el dinero de los regalos de la primera comunión. Junté 150 dólares, que de aquella era mucha tela. Con ella empecé a tocar en misa hasta los 12 o 13 años. Algo bueno que me dejó la Iglesia», reflexiona con humor. A ella, además, se agarró durante su preadolescencia: «Yo era el único que sabía tocar de mi clase, así que ha pasado miles de campamentos, viajes y de todo». El instrumento, de la marca Hermanos Fernández, que en su país comparte prestigio con Casa Núñez, lleva en el frontal la firma reciente de Raimundo Amador, que además de «escribirla», la tocó el año pasado cuando estuvo en Vigo. Pero a diferencia de su famosa Gerundina, la de Banfield no está «bautizada». Sin embargo, es tan fiel como la que más. El músico está convencido de ello: «El año pasado tuve un accidente muy feo con el coche y estaba con ella. Siempre ha estado a mi lado. Está en las buenas y en las malas», cuenta. Banfield, que declara que solo tiene esta guitarra y una eléctrica, añade que «además, con ella hice y hago todas mis canciones. La mayoría de la gente las compone con el ordenador, pero yo para eso todavía soy del siglo XX. Prefiero sacar primero una melodía con la guitarra», reconoce. Los casi veinte años que llevan juntos ya pasaron factura al armazón de madera y el músico vigués Nillo Nández, que proviene de una familia de carpinteros, le puso remedio: «Me la reformó entera. Estaba toda golpeada y me la dejó nueva, aunque un mes después tuve el accidente y quedó un poco tocada en el chasis», se lamenta.

Impactado por Paco de Lucía

Frans Banfield empezó a asistir a clases con 8 años y su primer amor tenía cadencia española: «Con 9 años, mi padre nos llevó a mi hermano y a mí a ver Paco de Lucía a un teatro. Lo teníamos muy cerca, estábamos en la fila 10, no se me olvida. Mi viejo aún me recordó hace poco que cuando salimos del teatro, le dije que me sacara de las clases, como diciendo: ¡Si pretendes que toque así, no voy a llegar nunca, acabo de ver a un Dios!. Fue el concierto que más me impactó», reconoce, aunque al poco tiempo el blues fue el estilo que marcó el resto de una carrera que ahora camina por el excitante sendero del funk.