El hombre orquesta de Valadares triunfa en tierras portuguesas

VIGO

Descendiente de la saga de Os Ciprián, César Freiría encandila a gallegos y lusos tocando a la vez hasta siete instrumentos, «coa cabeza, as mans, os pés e a voz»

29 nov 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

«A min con darme unha toma de corrente xa monto a festa eu só, e sen ela tamén. Teño versión amplificada e sen amplificar». Miles de personas han disfrutado ya de esta habilidad del vigués César Freiría Prado, recién llegado de Portugal, donde se metió al público de Viana do Castelo en el bolsillo. Conocido artísticamente como «Cé orquestra pantasma», este joven es uno de los últimos hombres orquesta que quedan en la Península.

Se podría decir que, en su caso, con lo que llegó al mundo fue con una gaita debajo del brazo, ya que es descendiente de la «saga dos Ciprián», bien conocida en la parroquia de Valadares por su vinculación a la música. Antes de los diez años, su primer profesor de gaita, Moxenas, había despertado ya en él su curiosidad innata por experimentar con cuanto instrumento llegara a sus manos. «Foi o que meteu o vicio e a paixón polos instrumentos», confiesa. Dos décadas después, no solo no ha abandonado la gaita, sino que la compagina con hasta otros siete instrumentos a la vez en cada espectáculo; toca más de una veintena y ahora sí que regresa con el pan ganado de cada actuación.

Un espectáculo

En lo que va de año ya ha ofrecido más de ochenta conciertos en solitario y las giras, en puertas de la Navidad, no parece que vayan a faltarle. Entre sus armas, la versatilidad, ya que no solo dispone de estéticas distintas según la ocasión sino de un amplio y variado repertorio según el evento en cuestión. Verlo en acción es un espectáculo por sí solo. Toca a la vez con la boca, las manos, los pies, la cabeza y además canta. Viaja con su orquesta a cuestas.

Esta nueva etapa en una trayectoria que le llevó a formar parte de rondallas y grupos como A Roda, Oxtiax ke te pariu, Os Cipriáns o Os Cipriáns e mailo can, una charanga folk en homenaje a la saga que inició su bisabuelo, también gaitero, comenzó en verano del año pasando. La idea se fraguó años antes, incluso cuando aún sin saberlo experimentaba con casi cualquier cosa que pudiera hacer sonido.

«Era un soño, non foi algo da noite a mañá, tiña a idea dende neno, foi mudando cos anos pero o que aprendín durante todo este tempo, o utilizo agora», explica el hombre orquesta de Valadares. La apuesta funcionó. Incluso se ha permitido un receso en su profesión como profesor de música, aunque no ha abandonado tampoco de todo la actividad docente, ya que actualmente también imparte un curso de canto popular en Mos. Verlo en acción es todo un derroche de virtuosismo, habilidad y sentido del ritmo. Se transforma sobre el escenario o en la calle, entremezclado con el público. Y se reiventa a cada paso con nuevos instrumentos, aparatos para poder utilizarlos a la vez y repertorios según la ocasión.