Monedas para no parar un tren

Alberto Magro

VIGO

Un grupo de pasajeros paralizaron las taquillas de la estación al pagar en céntimos el billete para forzar a Fomento a que renuncie a suprimir las paradas del regional

26 ene 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

Tenían monedas suficientes como para parar un tren. Pero no lo pararon. Porque lo que quieren es precisamente lo contrario: que el tren regional que vertebra Galicia de norte a sur no se pare nunca. Por eso ayer la Plataforma en Defensa del Tren Regional tiró de ingenio para hacer visible su malestar en la estación de Vigo: se llenaron los bolsillos de monedas de céntimo y se plantaron ante las ventanillas para comprar su billete hasta Portas, la primera parada que desaparecerá en cuanto entre servicio a mediados de este año el nuevo trazado ferroviario por el que circulará el AVE atlántico.

El tren rápido borrará así del mapa el tren de toda la vida. Y con él se llevará el principal medio de locomoción de miles de gallegos. De estudiantes como Ramiro Fernández que utilizan el regional para llegar a puntos como Padrón, y de trabajadores como Catarina Barbero, que ayer en Vigo no daba crédito a la desaparición del tren de la que le informaban los manifestantes. «É aberrante», resumía, antes de reivindicar que además del AVE haya una red de cercanías.

«¿Qué vamos a hacer sin el tren? Coger el coche, saturar aún más la autopista y atascar las entradas a las ciudades para coger el tren. Es un disparate. Porque ahora eliminarán la estación de Portas, pero después les tocará a las de Cesantes, Arcade, Redondela, Padrón, Valga y Pontecesures, como ya les pasó a todas las del tramo A Coruña-Santiago», denunciaba Fernando Gómez, presidente del colectivo que ayer vistió su enfado de camisetas blancas a favor del tren y monedas de cobre.

Muchas monedas de cobre. Tantas como para llenar la mochila de Fernando Gómez, que cargaba a su espalda 25 kilos de calderilla. «Tengo 6.000 monedas, para darle cambio a todos los usuarios que quieran sumarse a la protesta y pagar en céntimos». Algunos lo hicieron. Otros se enfadaron. Pero la mayoría lo entendieron: «Yo no tenía ni idea de esto, pero me parece un error grave. El AVE está bien, pero no arregla nada si no hay otros servicios», comentaba una joven pontevedresa después de guardar cola durante más de media hora sin llegar a acercarse siquiera a la taquilla.

La misión estaba difícil. Cada miembro de la plataforma invertía cinco minutos y medio en pagar. «Son 315 segundos, uno por cada céntimo», aclaraba el presidente. Y de ahí que la cola retuviese a más de un centenar de personas. Entre ellas había de todo: abuelos con sus nietos, novias con su novio, trabajadores con sus compañeros, y estudiantes consigo mismos y con su paciencia. Como Marina Suárez, una joven universitaria que temía que la protesta le hiciera perder el tren. «Me parece bien la protesta, pero si me quedo sin billete, ¿qué hago?». «Pues pedírselo al interventor en el tren. Lo que está claro es que saldrá a las 18.45 horas como está marcado», advertía el jefe de circulación a los usuarios. Y cumplió su palabra: a la hora en punto, el tren partía cargado de camisetas blancas de protesta, gente sin billete y bolsillos llenos de céntimos. ¿Muchos? Tantos como para no parar el tren que vertebra Galicia.