El abrazo del goleador

Pedro José Barreiros Pereira
Pedro Barreiros BAJO LA LUPA

TORRE DE MARATHÓN

27 ene 2015 . Actualizado a las 03:00 h.

La dedicatoria de Lucas a los médicos del Dépor en el gol que sellaba la momentánea remontada frente al Granada se convirtió en la imagen del partido. En un solo gesto Lucas reconcilió al Dépor consigo mismo. Su carrera hacia el banquillo para abrazarse con los médicos no solo hizo justicia, sino que reivindicó el trabajo, muy maltratado en las últimas temporadas, de Carlos Lariño y Moncho Barral.

En un club en el que el estado físico de la plantilla se convierte en el pimpampum de tertulias y titulares, cuando se les señala por plazos que se alargan, fichajes que no cumplen las expectativas y hasta por resultados adversos, llama la atención que el futbolista más irreverente de los últimos tiempos les rinda homenaje. Lucas, cuya carrera hacia la élite ha hecho trizas todos los cánones establecidos, también ha roto moldes con un abrazo que se convierte en toda una reivindicación. Porque resulta que la lesión más polémica de los últimos tiempos, la que mantuvo durante meses en el dique seco al último ídolo de Riazor, al jugador por el que suspiran técnico y afición, acaba por ensalzar la labor de los médicos.

En tres meses, Lucas había emprendido un peregrinaje de tratamientos y especialistas que parecía encaminarse hacia el quirófano. Desgaste psicológico para un futbolista ansioso por vestir la camiseta blanquiazul de sus amores, pero también para dos profesionales con una larga lista de jugadores que figuraron más en su parte semanal que en las alineaciones. Ninguno de aquellos había correspondido con un abrazo a sus cuidados y dedicación, pero Lucas ni lo dudó. Lejos de embriagarse de éxito, corrió a rendir homenaje a los que, desde la dedicación y el silencio, reconoció como artífices de su vuelta al césped. El carismático jugador ha brindado su particular dedicatoria en cada uno de los dos goles que en apenas un puñado de minutos ha marcado como blanquiazul. Para el primero se acordó de su familia y de aquellos que confiaron ciegamente en que acabaría por hacer realidad su sueño de triunfar en el fútbol. Exclamó entonces el mismo grito de rabia que salía de su boca cuando era solo un juvenil y que resumía sus ansias por triunfar.

Emocionado con su segundo gol tras solo 125 minutos de juego, el delantero dedicó esta vez el acierto a aquellos que le han reabierto las puertas a su verdadera pasión. El Dépor necesita a Lucas, el jugador que lo hace feliz.