El sargazo, que tiene una extensión total de 8.000 kilómetros, se pudre cuando se acumula en la costa, lo que provoca un fuerte mal olor, además de emitir toxinas
La Xunta aún no ha contestado a las alegaciones presentadas al plan de usos, lo que deja a las empresas que trabajan en el islote en una situación de incertidumbre absoluta