Muere la madre de los árboles

Raúl Romar García
raúl romar REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

Wangari Maathai, que falleció en la noche del domingo de cáncer, era la personificación de un término ya manido, pero muy pocas veces entendido: el desarrollo sostenible.

27 sep 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

Había nacido hace 71 años en un paisaje verde y fértil de Kenia, donde las estaciones eran regulares. Era el mismo paisaje que décadas después apenas reconocía por la deforestación y el incipiente cambio climático. Fue esa experiencia directa con la naturaleza la que la llevó a convertirse en un icono mundial del medio ambiente y a crear en 1977 el Movimiento Cinturón Verde, una iniciativa que ha permitido la plantación de más de cuarenta millones de árboles en su país y ofrecer unas condiciones dignas y sostenibles de vida a sus paisanos.

Wangari Maathai, que falleció en la noche del domingo de cáncer, era la personificación de un término ya manido, pero muy pocas veces entendido: el desarrollo sostenible. Fue su defensa por la conservación de la naturaleza, entendida también como un medio para el desarrollo de las comunidades locales, y su activismo social en defensa de los más desfavorecidos lo que le valió el Premio Nobel de la Paz en el 2004, cuando se convirtió en la primera africana en conseguirlo. Maathai era una mujer robusta, imponente, pero de mirada dulce y sonrisa contagiosa. Tenía un enorme poder de convicción desde la palabra serena, sin levantar la voz. Su discurso era contagiosa y en las presentaciones de su proyecto, que la llevó a participar en varias cumbres del clima y a dar charlas por todo el mundo, le bastaba con exhibir su energía contagiosa, pero sin estridencias, para ganarse a la audiencia. E imponía un enorme respeto solo con su presencia y su voz amable. Era conocida en su país como la madre de los árboles y ayer mismo el programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma) lamentó su pérdida y la definió como una «fuerza de la naturaleza». Y era cierto, aunque su fuerza le venía de la íntima convicción de quien cree en lo que hace, la misma que la llevó también a convertirse en una de las primeras africanas en obtener un doctorado -de biología en este caso- y a rebelarse contra el Gobierno de su país en los años de la dictadura.