La intensa actividad de Pancho do Relámpago

SANTIAGO

Francisco Lestegás está a punto de cumplir 101 años.

18 sep 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

Francisco Lestegás Eiras es un fenómeno. Pocos conocen a este centenario del barrio de Marzán, en Foz (Lugo) por el nombre de Francisco, pero cuando una menciona a Pancho do Relámpago las dudas parecen disiparse. El DNI revela su secreto mejor guardado; el próximo 30 de noviembre cumplirá 101 años. No hay ningún gesto, ningún detalle en su físico ni en su forma de vida que lo identifique con un centenario al uso. Ha trabajado toda su vida y no es hombre dispuesto a aparcar la actividad por una jornada tranquila y pensada para personas mayores.

Su historia es el mejor testimonio para entender la evolución de un pueblo que, en aras de la evolución, mudó el apellido de marinero por el de turístico. Del duro trabajo en el mar sabe mucho este marinero, por viejo y por sabio, y porque durante muchas décadas de su vida compaginó a diario las tareas en el mar con las agrarias y las forestales. Fueron unos años muy difíciles para sacar adelante a una familia.

Pancho está viudo, tiene una hija, tres nietos y tres bisnietos. Todos viven hoy una vida más fácil que la que le tocó vivir a este centenario que disfruta de una salud envidiable y conserva un carácter extraordinario. Es jovial, extrovertido y se le contempla tremendamente vital.

Nadie, salvo sus vecinos y amistades (por supuesto, todos más jóvenes que él) saben que Francisco Lestegás en los próximos meses soplará 101 velas. Lo hará como un día más, levantándose sobre las nueve de la mañana, desayunando y, acto seguido, dedicado de lleno a las tareas agrarias de la casa. Es un fiel colaborar de su nieto, también marinero, al que ayuda en la cría de ovejas, a partir leña y en el mantenimiento de algunas fincas. El trabajo no le impone a este focense que trabajó en el mar desde los 13 hasta los 60 años. «Aló polos anos setenta ao mellor cobraba 50 ou 100 pesos por todo o mes», explica el centenario, quien lleva en su apodo el nombre del barco en el faenó durante años: el Relámpago. También anduvo embarcado en el Brisas...

Los recuerdos se repiten cuando hace memoria de aquellos tiempos, tiempos en que en su fiambrera no llevaba más que un trozo de pan y una manzana para pasar una noche de intenso trabajo. ¡Mucho trabajo y mucho pescado!

Luchó en la Guerra Civil y sus manos han cargado con piedras para levantar el viejo edificio de la cofradía de pescadores, hoy sin techumbre y olvidado. A Pancho le gusta recordar los viejos tiempos, aquellos en los que Foz era una potencia pesquera, con muchas embarcaciones, tripulaciones, lonja en funcionamiento... Gobernantes y ciudadanos han ido definiendo y marcando los cambios en el devenir de un pueblo del que Pancho se siente orgulloso. Pero Pancho no es historia, es presente y quiere formar parte del futuro. Por eso colabora en cuantas celebraciones organiza la asociación de vecinos que en el 2010 festejó con él sus 100 primaveras. A Pancho Lestegás le gusta caminar. Toma una pastilla para dormir pero no tiene colesterol, solo algún pequeño problema de vista. Nada que le impida ayudar a su nieto en el cuidado de las ovejas, caminar varios kilómetros, jugar la partida... Es vital y hablador, sigue de cerca y a diario lo que ocurre en su barrio, Marzán. Confiesa que le gusta comer carne de cerdo, no renuncia al vaso de vino y disfruta tremendamente participando con sus vecinos en la ya tradicional fiesta veraniega del vecindario, donde se ocupa de servir el vino hasta bien entrada la madrugada.