Normandía, día D, hora H

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SOCIEDAD

La costa coruñesa revivió la gesta aliada del 6 de junio de 1944

08 ago 2011 . Actualizado a las 09:45 h.

Pocos podemos presumir de haber ido al desembarco de Normandía en autobús. Y si no se lo cuento, reviento. Día D. Por una extraña circunstancia espacio temporal que no tengo tiempo de contarles, y gracias a la mediación de la asociación The Royal Green Jackets de A Coruña, me convierto en el reportero de guerra Ernest Pyle (Dana, Estados Unidos, 1900) y me empotro en la fuerza internacional que tiene como misión, un domingo, a la hora de la merienda, liberar Europa del yugo nazi.

«No nos disfrazamos, nos caracterizamos, somos recreadores», dice Antonio Osende, lugarteniente de Manuel Arenas en el mando de los Royal Green Jackets. Así que, debidamente compaginado, soy Ernest Pyle de pies a cabeza. Llevo al cuello mi cámara Argus made in USA de 1939. Uniforme de infantería. Casco. Botas. No pienso morir en esta guerra, solo contarla, pero pongo, como los demás, mi vida en las manos infinitas de Dios. Soy un reportero de guerra, un empotrado.

Seis de junio de 1944. Hoy va a pasar algo gordo, un hecho que cambiará el mundo. El mando me supervisa y se cerciona de que no hay nada en mi atuendo que se haya fabricado en el siglo XXI. Me destinan a la torreta de un M-8, un blindado de la Segunda Guerra Mundial. Y es subirte en la torreta, a los mandos del cañón, y te asaltan unas ganas inexplicables de liberar París. Tranquilidad, en este año de 1944 me darán el Pulitzer.

Atardece en el monte coruñés de San Pedro. A lo que estamos: amanece en la costa de Normandía. Antes del desembarco propiamente dicho hay preparada otra recreación: la toma del Nido del Águila en los Álpes Bávaros. No queda a mano, pero el monte de San Pedro, con sus baterías auditando el Atlántico, puede ser lo que uno quiera que sea. La toma del Nido del Águila es un paseo. Hay tiros, humo, bajas, rugen las entrañas de los blindados. Los muchachos se entregan a la misión y le arrancan la victoria al enemigo, que claudica. Llevamos cuatro Jeeps, un Dodge, tres motos alemanas con sidecar, el M-8 y un semioruga. Parque móvil suficiente para recuperar Europa.

Y ya nos vamos a Normandía. Los alemanes ni se imaginan la que se les viene encima. El Atlántico está sereno y se presenta ante la vista como una paellera abisal. El general alemán, que es alemán, ve pobres las defensas y pide que se refuercen. No las tiene todas consigo. Los centinelas patrullan. Nada hace prever un ataque masivo y brutal salido de las entrañas mismas del océano Atlántico. Una sirena, un disparo. Ya están aquí. Desde Illinois, desde Arkansas, desde Kentucky... los muchachos suben la colina para liberar el continente. Veo a Smith, a Tylor, veo a Harris dejándose el aliento para liberar a Europa. La reconquista no ha hecho más que empezar. Sus madres esstarían orgullosas.

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