«Entre los arquitectos se me ningunea un poco, pero me da igual, yo tengo trabajo, y la mayoría no»

S.F.

SOCIEDAD

12 jun 2011 . Actualizado a las 13:49 h.

El estudio de Joaquín Torres y Rafael Llamazares, A-cero, tiene en la actualidad oficinas por varios países, como la República Dominicana, Vietnam o Dubái. Precisamente en este último, la crisis ha paralizado la construcción de siete torres que A-cero iba a realizar, porque, según explica Torres, «allí la crisis no se fue intuyendo como aquí, de un día para otro todo se paró».

-¿Han notado el parón de la construcción?

-No, nosotros no, pero es cierto que yo lo que noté fue que Luis [García Cereceda] se ponía enfermo y se moría. Y se murió. Y me dediqué muchísimo a él, porque quería hacer sus cosas.

-A-cero ha apostado por un tipo de construcción modular más apropiada para estos tiempos de escasez.

-Claro, desde el principio, porque muchos arquitectos han estado esperando a que el teléfono les suene, pero nosotros no. Hay que invertir en medios, en redes sociales, hacer cosas diferentes para un nuevo tiempo. Hay que moverse. Yo he actuado así desde el principio, cuando monté Casa Pilar fue por eso, he ejercido de autopromotor y lo que ganaba lo reinvertía.

-Se ve que intenta popularizar un estilo de alta calidad.

-Los arquitectos tenemos la obligación de ir cambiando el gusto de la gente, y al sector al que tenemos que ir dirigidos es a la mayoría, a la clase media, no solo al Estado y a la clase altísima. La construcción modular ha sido una buena prueba de ello. Está funcionando fenomenal, de hecho, el problema que tenemos es la capacidad de producción, de fabricación, no de ventas. Pero no solo para viviendas, estamos estudiando en la Comunidad de Madrid hacer escuelas, por ejemplo. Ese tipo de construcción es el futuro.

-La crisis del ladrillo va a ser para el ladrillo.

-[Risas]. Sí, no tiene mucho sentido construir como hace doscientos años. Y se va a producir una revolución.

-¿Sus compañeros lo han menospreciado por ser tan mediático?

-Por supuesto, a mí en este mundo se me ningunea un poco, pero eso me da igual. Yo tengo trabajo, y las cosas están fatal para el 90?% de los estudios españoles. Pero el arquitecto está muy mal acostumbrado.

-¿Son una casta especial?

-Efectivamente. Nos debemos a nuestro cliente y tenemos que vender nuestro producto. Eso lo deberían inculcar más en la Escuela. Los arquitectos tenemos que vender y, para eso, hacen falta los medios y hablar de nuestro trabajo, diseñarlo bien para venderlo. Nosotros hemos pertenecido a una élite, que hoy en día no es tanta élite. Tener el título no significa nada.

-Siempre han estado enfrentados a los aparejadores.

-Sí, a los que hemos maltratado, así como a nosotros mismos, ¿eh? Parece que si no trabajas para la Administración o no has hecho un museo no estás entre los grandes. Y la arquitectura se puede mostrar en muchas cosas.

-¿Conoce la Ciudad de la Cultura?

-Sí, y entiendo el enfado de los gallegos. Me parece una barbaridad como decisión política y será difícil llenarla de contenido. Dicho esto, creo que esa barbaridad puede poner a Santiago en el mundo. Quizás si se hubiese hecho de una manera menos bárbara, como un proyecto menor, entonces sí que no hubiese servido para nada. Hubiera pasado sin pena ni gloria.

-Pero esa cantidad de museos y edificios vacíos es un problema.

-Sin ninguna duda, lo que han hecho los Ministerios de Fomento y Cultura ha sido una auténtica barbaridad en toda España. No ha habido ciudad, o casi pueblo, que no haya tenido un museo, y están vacíos.

-¿Algo de culpa tendrán los arquitectos en esto que se llama feísmo?

-Los responsables del feísmo somos los arquitectos, no hagamos responsables a los demás de aquello en lo que hemos participado activamente. Es una cuestión tan simple como decir que no al promotor. Los arquitectos somos los grandes diseñadores de las ciudades y, para bien o para mal, somos responsables.