Negreira combate la crisis a golpe de ingenio e imaginación

nacho mirás ENVIADO ESPECIAL

SOCIEDAD

El desfile barcalés marca tendencia en buena parte del carnaval coruñés

06 mar 2011 . Actualizado a las 23:49 h.

Negreira marca tendencia. De todos los desfiles de entroido que serán en la provincia de A Coruña, el barcalés es el que sirve de referencia para saber de qué pie van a cojear los demás. Llegan grupos y comparsas de todas partes: de Noia, de Vimianzo, A Baña, de Valga, de Outes, de A Laracha... Y sacan tanto ingenio a la calle que si la NASA supiera de esta gente, Marte ya tendría centro gallego.

Al concurso de disfraces por categorías, presentado por el corresponsal de La Voz Emilio Forján, disfrazado de pirata, acudieron cerca de seiscientas personas. Y, según llegas a Negreira y ves a un niño disfrazado de bote de mostaza Heinz, con todo lujo de detalles, ya te das cuenta de que el carnaval de esta gente es de otra división.

Los disfrazados se concentran en el campo da feira, junto al pazo do Cotón, para iniciar el recorrido. Y la vista se te va inevitablemente a la comparsa titulada El último adiós a Michael Jackson. El difunto rey del pop yace en un ataúd dorado, exquisitamente transportado en un coche fúnebre hecho con aislante del que se coloca en las casas. «As llantas son dun Audi A6, ten radio, luces... non falta detalle», dicen Barreiro y Villaverde, responsables del montaje. Cada uno de los miembros del cortejo funerario, visiblemente afectados, reparten esquelas de papel y portan velones rojos. Pero, cuidado, que hay truco. La vela es solo el envase; dentro, cada uno lleva su cubata. «Recordo dos que quedaron na casa», reza una de las cintas dedicadas en la parte de atrás del coche. Por llevar, además de un obispo hasta llevan a Spiderman crucificado. Y, según se calientan, el muerto vuelve a la vida y los de Negreira gritan: «¡Resucitou!».

En el entierro se han gastado unos quinientos euros, que confían en recuperar presentándose también a los concursos de Carballo, Noia y Brión. Que Dios reparta... esquelas.

Delante del difunto va otra comparsa, que recrea la supuesta visita de Benedicto XVI a Negreira. Llama la atención el calendario que decora la cabina del papamóvil: una espectacular afrodita en pelota picada digna del mejor camionero.

Los Dancetekas de Vimianzo, el león y su tribu, tienen una coreografía tan trabajada y un vestuario tan elaborado que el aplauso sale solo. Y en el grupo Waka Waka de Tráfico hay muchas horas de máquina de coser para convertir triciclos infantiles en auténticas motos de la Guardia Civil.

Cuidado con Os Remolóns de Vilagarcía y su exorcismo: decenas de personas vestidas como niñas endemoniadas, con el vómito de serie, bailando Póker Face de Lady Gaga como si Satanás se les hubiese metido dentro del camisón. Y, al fondo, dos cardenales exorcizando a una poseída cuya cama se eleva mediante resortes.

Hay, al menos, otros dos grupos dedicados al óbito de Michael Jackson o, en su defecto, a su retorno, como el de Mulleres Landeiresas o el de A Baña. Y unos vikingos con drakar y una nave espacial cuya tobera principal se hizo con el bombo de una lavadora: la del grupo Pícaros de Barcala titulada Futurama.

Del pregón de Moncho Borrajo queda una reflexión: cada uno se disfraza de lo que realmente lleva en su interior, de sus odios o sus pasiones. Al final de la tarde, el jurado habló: Primer premio en carrozas para El último adiós a Michael Jackson, de Noia y O Son; y en comparsas, Os paxariños de Boiro.