Cómo se forman los lodos rojos

Manuel Bao

SOCIEDAD

09 oct 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

La bauxita es el material más utilizado en la fabricación de alúmina. Este compuesto, de fórmula Al2O3, se emplea para usos muy diversos: producción de corindón, fabricación de piedras semipreciosas (rubí, zafiro...), fabricación de materiales cerámicos resistentes a elevadas temperaturas, desecantes, abrasivos, etcétera. Es en las plantas de fabricación de alúmina, siguiendo el proceso generalizado Bayer, en donde se producen los denominados lodos rojos. Las plantas de fabricación de aluminio metal o las de extrusión o fundición del mismo para toda la gama enorme de aplicaciones no generan estos residuos.

La bauxita es un mineral descubierto en Baux (Francia), de origen secundario, formado por los restos de descomposición de distintos aluminosilicatos que constituyen la inmensa mayoría de rocas de la corteza terrestre, cuyos sedimentos conforman una especie particular de arcilla integrada por mezcla de diversos óxidos.

El proceso Bayer consiste en la solubilización de los óxidos de aluminio tratando el mineral, finamente pulverizado, con sosa cáustica (hidróxido sódico) a alta temperatura y bajo presión. La disolución, debidamente liberada de sólidos por sedimentación o filtración, al enfriar precipita hidróxido de aluminio que se separa, deshidrata y calcina para producir alúmina calcinada. Si se eleva la temperatura por encima de 2.500 grados se produce corindón, y si se dopa con óxidos metálicos específicos se produce toda una gama de piedras semipreciosas.

Los lodos no disueltos por la sosa cáustica, que debido al contenido en óxido de hierro (III) toman el color rojo, están constituidos, mayoritariamente, por sílice (óxido de silicio) y por cantidades menores de óxido de titanio y demás metales dependiendo del yacimiento del que se ha extraído la bauxita, y contienen del orden de un 30% a un 50% de agua de constitución e impregnación y, si no han sido suficientemente lavados, cantidades apreciables de sosa cáustica disuelta en el agua de impregnación. En tecnologías avanzadas, el lavado en contracorriente de dichos lodos permite una muy completa recuperación de la sosa que puede bajar el pH (acidez) hasta 9, valor que se aproxima al de los suelos calizos ya cultivables.