La cultura del puro afronta con incertidumbre su futuro en Galicia

Jorge Manzanares Arias REDACCIÓN/LA VOZ.

SOCIEDAD

La modificación de la ley antitabaco podría complicar la existencia de los clubes de fumadores

19 jul 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

Tiempos inciertos se avecinan para muchos hosteleros que, como Manuel García, sumiller del restaurante O Retiro da Costiña, en Santa Comba, y Pedro Vázquez, del Mesón de Herves, en Carral, no saben hasta qué punto deberán adaptar sus negocios tras la modificación de la Ley 28/2005 del 26 de diciembre, que ampliará la prohibición de fumar a cualquier local público donde haya trabajadores desempeñando sus funciones.

Y es que la actual normativa ya había forzado a muchos empresarios del sector de la hostelería a acometer reformas en sus negocios. Algunos, como Pedro y Manuel, decidieron en su día añadir un punto de excelencia a sus respectivos restaurantes aprovechando que debían adaptarse a la actual ley del tabaco, y, como muchos otros en España, optaron por crear cavas de puros en estancias separadas de los comedores, donde los clientes, después de disfrutar de una comida, pueden acompañar la sobremesa con una degustación de habanos y tabacos exóticos de diferentes partes del mundo.

El problema ahora es que, con la modificación prevista para otoño, todas aquellas cavas o salones de degustación de puros que se encuentren dentro del mismo negocio que un restaurante deberán establecer la prohibición de fumar en su interior. Presumiblemente podrán seguir vendiendo sus productos, pero los clientes deberán consumirlos en otro lugar.

También es cierto que la modificación de la actual norma se propone terminar con una contradicción de bulto: que un trabajador de la hostelería no pueda fumar mientras desempeña su labor y que tenga que respirar el humo de otros. En palabras del secretario de sanidad de la Comisión Executiva ?Nacional do PSdeG-PSOE, Miguel Ángel Fernández López, «el espíritu de la ley descansa principalmente en la protección de dos colectivos: por un lado los menores de edad, que no tienen la culpa de la irresponsabilidad de los adultos, y por otro, los trabajadores de la hostelería, que tienen derecho a desempeñar su trabajo en condiciones de absoluta higiene y salubridad».

Ahora les toca a los empresarios volver a aguzar el ingenio para adaptarse nuevamente a la legalidad; muchos tendrán que afrontar nuevas reformas en sus locales con su correspondiente gasto adicional.