La líder de la iglesia protestante alemana arrestada por conducir ebria

Enrique Müller

SOCIEDAD

Margot Kässman, que fue detenida por la policía tras saltarse un semáforo en rojo, triplicaba la tasa de alcohol permitida.

23 feb 2010 . Actualizado a las 22:10 h.

La Biblia no se equivoca y desafía a todo aquel que este libre de pecados a tirar la primera piedra. Hasta la noche del sábado pasado, la obispo de Hannover, Margot Kässman, era una mujer capaz de tirar piedras y también dueña de una autoridad moral que la convirtió en una mujer respetada y admirada para unos 25 millones de fieles de la Iglesia Evangelica alemana, pero también por más de un político.

Pero esa noche, la obispo, que también ocupa el cargo de Presidenta del Consejo de la Iglesia Evangélica, cometió un pecado de lesa humanidad que la convirtió en protagonista de un inédito escándalo mediático y también legal. Cuando la obispo se dirigía a su hogar, conduciendo su vehículo oficial, un lujoso Volskswagen Phaeton, fue detenida por la policía tras saltarse un semáforo en rojo. La sorpresa para los agentes llegó cuando la obispo abrió la ventanilla y del interior del vehículo emergió un olor inconfundible.

El olor a alcohol convenció a los agentes a realizar de inmediato un control de alcoholemia que reveló una tasa de 1,3 miligramos de alcohol en la sangre, cuando la tasa máxima permitida en de solo 0,5 miligramos. La patrulla retiró de inmediato la licencia de conducir y llevaron a la obispo a una comisaría donde le fue realizada una prueba de sangre. «Solo he bebido una copa de vino», se disculpó la obispo.

Pero ayer la fiscalía de Hannover reveló que el nivel de alcohol en la sangre de Margot Kässmann ascendía a 1,54 miligramos, un nivel que la convierte casi en una delincuente y que la obligará a dar explicaciones a un juez. «Estoy asustada de mi misma por haber cometido un error tan grave», dijo la obispo, citada por el periódico BILD, el primero en enterarse del pecado cometido. «Soy consciente de lo peligroso e irresponsable que es conducir bajo los efectos del alcohol. Por supuesto que asumiré las consecuencias legales», añadió.

Las consecuencias legales para la máxima representante de la iglesia protestante están definidas por el código penal Con ese nivel de alcoholemia, la obispo deberá renunciar a su licencia de conducir durante un año y pagar una multa que asciende a un salario mensual. Existe incluso la posibilidad de que sea obligada a realizar un nuevo examen de conducir. El castigo es soportable para cada ser humano que comete la imprudencia de conducir borracho, pero para la obispo el escándalo tiene una connotación diferente.

Hace un año, Margot Kässman recomendó, por estas mismas fechas, a sus compatriotas que respetaran el ayuno y admitió que ella dejaba de beber alcohol durante siete semanas. Peor aún, La iglesia Evangélica recomendó este año respetar el ayuno, y sugirió que un buen cristiano debía renunciar a a la televisión, a los dulces, el tabaco, el sexo y, por supuesto, a las bondades del alcohol y al placer de conducir.

Ayer, un portavoz de la Iglesia Evangélica señaló que la obispo había cancelado todas sus actividades públicas, no daría entrevistas, pero que seguía trabajando en forma normal en su despacho. Pero decenas de fieles, entrevistados por los programas informativos de la televisión tomaron la iniciativa y exigieron la renuncia de la obispo. «Ya no tiene autoridad moral para pedir a los demás que hagan algo que ella misma no es capaz de respetar», fue la tónica de los comentarios.