Albariño extranjero bajo sospecha

SOCIEDAD

Las cepas de savagnin blanc de Australia arrojan dudas sobre los vinos producidos en América y Asia. Nueza Zelanda acaba de publicar sus pruebas de ADN, exitosas

06 sep 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Los australianos, en 1989, se llevaron del catálogo de varietales de El Encín (Madrid) una cepa de savagnin blanc, uva mediocre donde las haya, convencidos de que era albariño. La multiplicaron y plantaron sin autorización y ahora se encuentran con que toda su producción de albariño es un fraude imposible de vender.

Pero resulta que la cepa errónea permaneció en El Encín como albariño entre 1951 y 1990. En esos casi 40 años se envió, que se sepa, a los catálogos de varietales de Francia, Italia, Portugal y Jerez de la Frontera (Rancho de la Merced). En teoría, solo para estudio científico, aunque con esa intención se la llevaron los australianos y terminó en manos de los viticultores. Cualquiera que sacase la cepa de El Encín durante esos 40 años tiene en su finca un bosque de savagnin.

Fuera de toda sospecha están el albariño gallego y el portugués por tratarse de variedades autóctonas, por existir vides de más de 300 años que acreditan su pureza y por estudios sostenidos en pruebas de ADN firmados, en el caso gallego, por la Misión Biológica de Galicia, del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

Pero no sucede lo mismo con el resto. Bodegueros gallegos consultados por La Voz de Galicia creen real la posibilidad de que aparezca más savagnin cultivado como albariño. Además de España, Portugal y Australia, se trabaja con albariño en Italia, Japón, Argentina, Uruguay, Estados Unidos y Nueva Zelanda. Todos, países bajo sospecha, excepto el último.

Las autoridades neozelandesas, alarmadas por lo que ocurría con sus vecinos australianos, pidieron pruebas de ADN para atajar cuanto antes el problema. Riversun Nursery, organismo científico de control agrario, acaba de publicar los resultados: el albariño de Nueva Zelanda es auténtico.

Concentración de bodegas

Los bodegueros de Rías Baixas, denominación de origen a la que más se vincula el albariño gallego, están convencidos de que proliferarán análisis de este tipo en otros países, aunque no se ponen de acuerdo en si la pérdida de credibilidad del vino extranjero es una ventaja para el gallego o un problema de imagen. Con esta última idea se alinea Javier Zas, gerente de Adega Condes de Albarei, uno de los mayores productores de Rías Baixas. «Me parece que las polémicas nunca son buenas, que siempre afectan -afirma-. Con lo que ha ocurrido en Australia debe ponernos las pilas. Uno de los problemas de Rías Baixas -prosigue- es que es más conocida por la variedad de la uva que por la denominación de origen, y hay otras zonas en las que se está plantando albariño con un gran potencial a nivel comercial».

Para superar la excesiva vinculación a la variedad, Zas propone apostar más aún por la denominación de origen, el enoturismo y la internacionalización. Pero incrementar las exportaciones es complicado para bodegas muy pequeñas, que tienen que asumir costes insostenibles cuando la producción está por debajo de 100.000 botellas al año. La solución, a su juicio, está en la unión de fuerzas.

«Tenemos más de 200 bodegas en la denominación de origen, y eso es inviable, pero es el modelo que se fomentó en su día desde la Administración y que hoy resulta un problema. Deberá haber una concentración de bodegas para que podamos ser más competitivos».