Tras el aliento de Avelino Cachafeiro

SOCIEDAD

Cientos de personas rindieron homenaje en Soutelo de Montes al gaiteiro más celebrado de todos los tiempos y al instrumento de cabecera de Galicia

23 ago 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

El entierro de Avelino Cachafeiro Bugallo, en abril de 1972, fue uno de los más multitudinarios que se recuerdan en Galicia, una tierra donde la importancia que uno ha tenido en vida sigue siendo directamente proporcional al número de personas que caminan detrás de su caja.

Cachafeiro, el legendario Gaiteiro de Soutelo, fue recordado ayer en la edición número treinta de la Festa do Gaiteiro, una de las pocas celebraciones de agosto que no se convocan para ensalzar comida. En Soutelo se rinde culto a la música y a la gaita, que también alimentan el espíritu y mantienen a raya el colesterol.

El programa arrancó a las diez de la mañana en una plaza que, pese a ser todavía muy acogedora, se queda siempre demasiado apretada para el público. La banda de Beariz y Lembranzas da Ría; el grupo de música tradicional Pai da Cana; la banda de gaitas municipal de Forcarei; Lume na Lareira y Fiadeiro sonaron durante la mañana.

Por la tarde se sumaron a la convocatoria el grupo Axóuxere de Roupar y un dúo de arpa y violín. Y hubo concurso de solistas. La noche fue para Diplomáticos do Acordeón, Xarín y Mutenrohi.

Quienes estuvieron ayer en Soutelo quizás repararon en un detalle: que la euforia anglosajona que tanto revolucionó el panorama gaitístico años atrás parece haberse serenado. Y que formaciones como O Fiadeiro o la propia banda de gaitas de Forcarei, que han preferido beber en aguas gallegas que en el lago Ness, suenan afinadas, estupendas y propias, libres de complejos y de carga marcial.

El aliento de Cachafeiro casi puede respirarse en Soutelo de Montes; no en vano fue uno de los personajes más populares de Galicia en su tiempo. Entre el público no faltaban ayer los que llegaban a Soutelo tanto por disfrutar del festival como por hacer un cierto turismo de mito, buscando los rincones de un tipo que merecería un hueco en el Panteón de Galegos Ilustres, al que hace tiempo que no va nadie.

Bajo los árboles de Soutelo, no faltó tampoco quien se atreviera a atacar la celebrada Foliada de Tenorio, una de cuyas estrofas dice así: «Toca, gaiteiriño toca, meniñas correi a velo, que é moita gaita gaitiña, do gaiteiro de Soutelo». Como decía Castelao, la música de Avelino y sus hermanos «le levantaba el rabo al mismo perro de San Roque».