Cuando el grifo es un milagro

SOCIEDAD

Desde Tanzania, donde el agua es vida y muerte, Raquel propone: «Obligaría a los adolescentes a venir a África para valorar las comodidades que damos por supuestas»

13 jul 2009 . Actualizado a las 19:19 h.

Los que han conocido África dicen que sus pobladores tienen tanta paciencia que serían capaces de esperar a que el sol derritiera un piedra. Esta máxima la explicaba hace unas semanas Marcos Fernández en Global Galicia, la bitácora en Internet de La Voz de Galicia que pone en contacto a los gallegos en el exterior. Lo explicaba después de ver las colas interminables de tanzanos para llenar unos cubos de agua en un pozo en obras.

El líquido es un milagro en el continente más pobre del planeta. Esa necesidad la conoce bien la mujer de Marcos, Raquel Argibay, arousana, una de las responsables de que ese milagro sea, poco a poco, más palpable. Desde abril es la responsable en Tanzania de Ingenieros Sin Fronteras (ISF), en una experiencia a la que acompañó sin dudar su esposo, consultor de publicidad y fotógrafo, además de bloguero.

Es Tanzania un país con graves carencias, donde se pueden tirar meses mirando al cielo sin saber si lloverá, donde enfermedades ligadas a un mal uso del agua devienen mortales (diarreas, cóleras...). Donde las mujeres caminan entre 5 y 10 kilómetros al día para encontrar y transportar leña, cargas de hasta 38 kilos a la espalda, según informes de la ONU. «Si fuera logísticamente posible, yo haría obligatorio que todos los adolescentes vinieran a vivir unos meses en una comunidad de África y pudieran aprender a valorar lo afortunados que somos en Europa, y en lugar de quejarse de la crisis valoraran las comodidades que damos por supuestas, como el agua, la electricidad y la comida en casa», sugiere.

Miles de beneficiados

Es para Raquel y Marcos el segundo destino en el exterior; antes fue Malaui, donde ella participó en programas de atención alimentaria, de suministro de agua y de saneamiento. Otro país entre los veinte más pobres de la tierra. Marcos realizó recientemente una exposición fotográfica en la zona de Vigo precisamente sobre las carencias en ese territorio africano.

En Tanzania, en los últimos once años, ISF ha puesto en marcha pequeños proyectos de saneamiento y abastecimiento de agua que benefician a unos 140.000 habitantes de tres distritos rurales. Gracias a esa aportación, las enfermedades vinculadas al agua contaminada han disminuido un 30%, y los brotes de cólera, un 60% desde el año 2002. «Con sistemas de agua potable y letrinas dignas y sin olores se está ayudando a mejorar el nivel sanitario». La organización que representa construye y rehabilita fuentes de agua segura (pozos, tanques, canales...) y promueve prácticas sencillas de sanidad e higiene para reducir la todavía preocupante mortalidad.

Según los informes de que se dispone, es Tanzania un país en el que el aprovechamiento de las lluvias es muy precario. Y cualquier alteración en el calendario estacional puede llevar a una catástrofe. El caso más reciente fue en el 2006: la falta de agua, junto con el alza en los precios de los alimentos, dejó a 3,7 millones de personas en riesgo de hambruna, y a 600.000 en la miseria, unas cifras que pasaron desapercibidas entre la población del Norte.

Dice ante todo ello Raquel, con humildad, que una persona sola «no puede cambiar el mundo, pero puede aportar un grano de arena». Es lo que mueve su tarea cada día: «Porque aquí, en África, queda todavía mucho por hacer».