La crisis le quita el sueño a los españoles

Rafael Herrero

SOCIEDAD

Parados, trabajadores con estrés e inmigrantes, colectivos donde han aumentado los casos de insomnio.

03 jul 2009 . Actualizado a las 19:33 h.

Despidos, EREs, precariedad o inestabilidad laboral, expectativas frustrantes o pesimistas en el trabajo, sueños rotos de inmigrantes en «El dorado» europeo... A los españoles, y también a una parte notable de extranjeros afincados en nuestro país, se les está quitando literalmente el sueño.

No sólo el del porvenir, sino el físico, es decir, el descanso biológico necesario para mantener la salud adecuada. Los nubarrones de la crisis económica descargan una preocupante adrenalina entre muchos ciudadanos que se ven ahora incapacitados para conciliar el sueño.

El número de consultas por las dificultades para tener un plácido descanso y dormir a pierna suelta se ha disparado en torno a un 10% en los últimos meses, asegura el doctor Francisco Javier Segarra, especialista de la Clínica del Sueño Estivill.

La ausencia de ganas de dormir o, lo que es lo mismo, el insomnio ha crecido de manera significativa y se ha cebado especialmente con algunos colectivos: parados entre los 40 y los 50 años de edad, trabajadores obligados a convivir con un mayor estrés, empleados con presiones psicológicas, personas con conflictos en las relaciones laborales, individuos sobrecargados de trabajo. Y también los inmigrantes, presos de la angustia y la ansiedad cuando se quedan sin trabajo.

Son las «víctimas» de la actual precariedad laboral que, en muchos casos, según el experto, suelen padecer «insomnios transitorios», una alteración a la que, en cualquier caso, hay que poner coto y tratarla de manera «rápida y adecuada para que no se cronifique».

Se considera insomnio crónico cuando no se duermen más de cinco horas al día desde hace seis meses y esta situación repercute negativamente en el devenir diario. «Se considera que una persona que tarde más de 30 minutos en dormirse y/o duerma menos de seis horas, con la consiguiente repercusión en la vida diaria (fatiga, irritabilidad, alteración del humor, dificultades de concentración), sufre este problema», explica Segarra.

Insomnio crónico o temporal

Se calcula que un 30% de los españoles sufre de insomnio, un 10% de ellos de forma crónica y el resto de manera temporal. La prevalencia es más alta en las mujeres, aumenta con la edad y es más común en personas de estatus socioeconómico bajo o que viven solas, como separados o viudos.

A pesar de la alta incidencia de este trastorno, sólo un 5% de los pacientes consulta al especialista. En las personas más jóvenes, el estrés asociado a la vida laboral y familiar influye mucho a la hora de dormir. Es habitual en este colectivo despertarse al cabo de las dos o tres horas de haber iniciado el sueño y tener problemas para volver a dormir el resto de la noche.

En estos casos, obviamente, las repercusiones en la actividad diaria pronto se hacen notar. Surgen sensaciones permanentes de fatiga y somnolencia, aparecen cefaleas e incluso desencadenan patologías más graves, como la depresión. Y es que, explica Segarra, el insomnio «es síntoma de la mayoría de trastornos psiquiátricos, pero 'per se' también puede ser causa de depresión».

Por ello recomienda que si una persona empieza a dormir mal de forma continuada, durante dos o tres meses, o bien se siente angustiada, debe acudir al médico en busca de una solución. Porque, remacha, «un insomnio de más de un año de duración suele terminar en depresión».

La antesala del insomnio, insiste, tiene su lógica: «Quienes pierden su trabajo se sienten con un vacío en su interior. Es habitual que convivan sentimientos de frustración, culpa y decaimiento. Las consecuencias, entre otras, suelen ser que estas personas se vuelvan más retraídas.

Muchos de ellos dejan incluso de tener contacto con sus familiares y amigos, porque todo lo ven negro». Esto aconseja que los tratamientos se hagan a la medida de cada paciente, a los que en la mayoría de los casos hay que aportarles también apoyo psicológico.

Para el farmacéutico Antonio Saus, que participó junto al doctor Segarra en la jornada «Insomnio y ansiedad», es importante «no medicalizar las emociones», máxime cuando reconoce que no se puede evitar el dolor o la angustia. Pero, en estos casos, arguye, es posible apoyarse también en fármacos naturales, «eficaces y muy bien tolerados, que no causan dependencia». «Permiten trabajar o estudiar normalmente, son compatibles con los medicamentos de síntesis y pueden ser tomados por personas de cualquier edad.

Productos naturales como la valeriana, una de las alternativas a las que acudimos los farmacéuticos cuando nos encontramos con este tipo de pacientes, han demostrado su efectividad», señala.