Un polvorín social al borde de la explosión

María E. Suárez

SOCIEDAD

14 dic 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

Fueron los primeros en quemar coches y acaparar titulares. Tras la rebelión de los hijos de los inmigrantes en el noviembre negro del 2005, llegó la de los universitarios contra los contratos basura. El polvorín francés puede estallar de nuevo porque Nicolás Sarkozy se ha olvidado de los jóvenes en sus medidas contra una crisis que les afecta especialmente. «Hemos querido la igualdad para todos y hemos llegado incluso a la segregación», constata Michel Albert, secretario de la Academia de Ciencias Morales y Políticas. Convencido de que Francia «prepara mal el futuro de su juventud», recalca que «en los barrios difíciles el paro alcanza el 40%, casi el doble de la media nacional para los menores de 25 años». En el mes de octubre las ofertas de empleo se redujeron un 66% y en los últimos seis meses han desaparecido casi 89.000 puestos de trabajo temporal, primer refugio de los jóvenes, que suponen más del 31% de la población activa. Y la ley los excluye de los subsidios sociales.

«Nos animan a hacer grandes estudios sin avisarnos de que después no habrá trabajo», dice Cathy, que, rondando ya los 30 y con dos títulos universitarios, opta a un puesto de camarera con el salario mínimo. Céline, 24 años, abandonó el domicilio familiar hace tres y no ve la salida del túnel. Vive en un estudio parisino de 18 metros cuadrados (550 euros al mes, más de la mitad de su salario). Tras pagar luz, agua, teléfono y transporte le queda lo justo para malcomer. «Ni cine, ni copas? ni siquiera un cruasán los fines de semana». «Hay una desesperanza social profunda -dice la socióloga Isabelle Sommier-. Los jóvenes de los barrios no se unieron en el 2005 con los estudiantes de clases más favorecidas, pero ahora esa unificación es posible sumando incluso a los que están en la treintena, que se han radicalizado. Una chispa puede bastar para desencadenar una explosión».

La protesta de los estudiantes de secundaria se ha extendido esta semana y continuará. Philippe Guittet, secretario general del sindicato de directores de instituto, reconoce que «los sindicatos de alumnos no controlan nada» y no consiguen «dominar los brotes de violencia». La contestación estudiantil empezó como respuesta al recorte de los presupuestos de educación, pero ahora se enfrentan a «movimientos que parecen espontáneos y desorganizados».

Los jóvenes asaltaron los foros de Internet al conocer lo que pasaba en Gracia. Les suenan las causas, y las consecuencias: un abuso policial, y miles de coches convertidos en chatarra en una ola de violencia.