Galicia pierde un pilar solidario

SOCIEDAD

El lucense Ignacio Salgado, de 47 años, uno de los veteranos en la cooperación al desarrollo desde Galicia, falleció en su último destino, Perú, a causa de un accidente

11 oct 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

«Se nos van premios nobeles en la sombra, nos dejan algo huérfanos», explicaba esta semana un técnico gallego de cooperación en referencia a la muerte de José Ignacio Salgado Blanco, lucense -aunque nacido en Gijón- que falleció hace dos semanas a causa de un accidente de moto en la región de San Martín, en el centro de Perú, cuando estaba realizando un proyecto. Su familia, vinculada también a la solidaridad y al medio ambiente, optó por mantener la discreción. Tanta que solo ayer celebró un funeral en su honor, en la iglesia del Pilar de Lugo, después de incinerar su cuerpo en Perú en una ceremonia a la que asistieron un centenar de personas, desde población local hasta una monja gallega. «Era su deseo», explicaba ayer su hermano Manuel.

Galicia pierde así a uno de sus ciudadanos más vinculados a la cooperación internacional, un veterano que comenzó su actividad en 1988, hace veinte años, dejando su trabajo como veterinario (se licenció en León) ya funcionario de la Xunta y optando por otro tipo de vida. Entonces aquello sonaba a una arroutada . «A él no le interesaba la burocracia, el trabajo de oficina, y cuando le surgió la oportunidad se fue», relataba tras el funeral Covadonga, otra hermana. E Ignacio se fue a Bolivia, como responsable de un proyecto de mataderos de la agencia de cooperación española, la actual Aecid.

Allí, recordaba también Covadonga, «vivió la época más feliz de su vida». Allí desarrolló el mayor número de proyectos. Y allí también llegó su segundo hijo. Luego se desplazó a Honduras, en 1990, volvió a Bolivia y estuvo en Perú, ya en el 2007. También estuvo en Chile, siguiendo a su mujer, Uli, alemana y, como él, cooperante. Con ella regresó una temporada a España. Pero aquella vida no les convencía.

Constructivo y crítico

Estuvo vinculado a Médicos Mundi, a Solidaridad Internacional, a la Pastoral de Acción Diocesana y a la Cruz Roja Alemana. Con todos ellos mantuvo vivo su espíritu constructivo, abierto y también crítico. «No le gustaban -rememoraba su hermano- muchas cosas que veía en la cooperación internacional, sobre todo aquellos que llegaban con exigencias o que trataban de vivir en el Sur como harían en sus casas anteriores». Su actitud, apostillaba la familia, fue siempre la de estar viviendo y sintiendo lo mismo que la población local.

A casi todo se dedicó. Fue incluso bombero voluntario en Chile. También técnico de higiene sanitaria, evaluador de efectos de industrias contaminantes, profesor de producción agrícola... Una de sus mayores responsabilidades llegó en el año 1998, con Médicos Mundi, en la coordinación de un equipo de doce personas y tres embarcaciones para el reparto de ayuda y asistencia sanitaria a damnificados por inundaciones. «Fue una de sus mejores experiencias», apostillaba ayer su familia.

Entre sus últimas aportaciones para la población local está la introducción de nuevas tecnologías para la producción de ganado: pozos de agua, diseño de establos, higiene pecuario o pastores eléctricos que él ya había visto en la Terra Chá.

Lo último fue con una organización alemana dedicada a proyectos agrarios. Llevaba en ello desde el pasado verano. «Y cuando vino a visitarnos estaba encantado», agrega Manuel. Trabajaba para centros de salud en la región de San Martín.

Ignacio Salgado «vivió haciendo lo que le gustaba y murió feliz; ese mismo día -relataba Manuel- le dijo a su compañero que esa era la vida que le gustaba, con su familia, acudiendo al terreno para ayudar a la población». Se fue el 27 de septiembre. Detrás, veinte años de cooperación. Veinte años abriendo camino.