La isla del sosiego se llama Ons

SOCIEDAD

La Xunta establecerá un cupo de visitantes en la isla habitada de Bueu, pero eso no parece preocupar en un espacio natural que huye del turismo de masas

18 jul 2008 . Actualizado a las 09:36 h.

Es Ons, pero podía haberse llamado la isla del sosiego. Ese es el estado del alma que buscan quienes se acercan en verano a este rincón de las Rías Baixas.

Y así lo seguirá siendo durante mucho tiempo. El año que viene se establecerá un cupo de visitantes para proteger este espacio natural. La Xunta estudia ahora imitar el modelo de las Cíes, una vez que ha asumido la gestión del Parque Nacional de las Illas Atlánticas.

La cuestión no preocupa demasiado a los isleños. El de Ons nunca ha sido un turismo de masas. Las aglomeraciones se notan los fines de semana, pero, el año pasado, el día de mayor afluencia sumó 1.800 personas.

La isla de las dornas no se ha beneficiado de la misma promoción en las guías que la que dicen que tiene la mejor playa del mundo, ni tampoco se divisa en el horizonte desde una ciudad como Vigo. Pero eso también forma parte de su encanto. Es fácil desconectar del mundanal ruido caminando a lo largo de sus pistas forestales, sin oír vehículos que nos recuerden la ciudad, o en sus playas tranquilas, que nos dan la razón cuando pensamos que no hace falta huir al Caribe para disfrutar de un entorno paradisíaco.

Hasta Ons se puede llegar en servicios de transporte marítimo desde los puertos de Bueu, Marín, Sanxenxo o Portonovo. En la zona de Chan da Pólvora es posible hacer acampada libre, pero pidiendo permiso de antemano.

Quienes vayan, que no esperen encontrar comodidades de ningún tipo, porque de lo que se trata es de disfrutar de un entorno natural en estado puro. Y hay que advertir que puede resultar difícil conciliar el sueño por las juergas nocturnas, un problema que también se extiende a la zona del puerto y que preocupa cada vez más a los isleños.

Un lugar especial

Los habitantes de Ons se conforman con ser así, un lugar especial, un privilegio para unos pocos. Lo dice Carlos, que vende objetos de artesanía en el puerto y cuya jornada laboral se ve interrumpida de vez en cuando por chapuzones en la playa. «No creo que ser parque nacional vaya a ser positivo para los que estamos aquí, porque eso significará más proyección y más gente», afirma.