Así se teje el nuevo Ecuador

SOCIEDAD

Carolina Lodeiro está al frente de un programa integral de intervención ligado a ?los objetivos del milenio de la ONU, desde la sanidad hasta la lucha por la igualdad

22 jun 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

El país en el que durante años hubieron de emigrar miles y miles de ciudadanos ?-y han de hacerlo aún hoy- es una tierra de oportunidades, pero también de carencias. Tantas que hacen falta proyectos globales que permitan atender la sanidad, la lucha contra la desigualdad, el analfabetismo... en Ecuador. Carolina Lodeiro, Carol para quien la conoce desde hace años, está en uno de esos programas. Se llama Proyecto-ODM. Estas últimas son las cuatro siglas que identifican los objetivos del milenio de la ONU. Se trata de una batería de metas (reducción de la pobreza y la hambruna, sanidad universal, salud materna, lucha contra el sida...) que se han de cumplir en el 2015 y que aún distan de ser una realidad. En Ecuador y en otras partes del mundo.

Desde Quito, para ella no hay freno para que eso tan vaporoso llamado ODM se concrete en medidas que beneficien a la población. «Nuestra intervención es directa, no es trabajo de oficina, para eso me hubiera quedado en Galicia», insiste Carolina. «Fortalecemos grupos de mujeres en Carlos Concha, luchamos contra el analfabetismo en Pimampiro, dotamos los centros de salud con recursos necesarios para que las mujeres no se mueran en los partos o los niños de diarrea...», relata. Todo ello, con una implicación directa de su ciudadanía. Algunos resultados, tras talleres, intervenciones en el terreno y toma de decisiones a cargo de la población local, son visibles a corto plazo. Pero la ferrolana -de nacimiento- también es consciente de que los cambios son lentos: «La evaluación final de nuestros resultados debe ser a medio-largo plazo. Si cuando acabe el proyecto el proceso no se mantiene, habremos fracasado».

Hay, además, una formación intangible, la que tiene que ver con hacer partícipes a sus nacionales de los procesos de mejora y fortalecimiento de la sociedad civil. Pero esa participación no es tan sencilla. «En Ecuador la cultura política es débil, algo lógico al ver los últimos diez presidentes del país, y uno de nuestros retos pasa precisamente por el fortalecimiento de la sociedad civil», cuenta. De hecho, como politóloga no se le escapan los cambios que el presidente Rafael Correa trata de poner en marcha. «Es una experiencia única ver este momento».

Esa débil implicación es un problema. Otros son más comunes al afrontar un proyecto solidario (palabra esta última que ella dice que no le gusta nada). «Renuncias a un montón de cosas: tu familia, tus colegas, tu comodidad? ¡la comida!».

Su propia familia le pide que vuelva a casa «y busque algo de estabilidad, que ya ha sido suficiente». Más cuando recuerda algún mal momento: «El peor, sin duda, el atraco violento a mi compañera de piso. La inseguridad ciudadana es brutal y, aunque no me guste reconocerlo, más si eres mujer».

Pero, patrón similar en todos los que optan por la cooperación sobre el terreno, hay satisfacciones que difícilmente se cobrarían en el Norte: «Ves la recompensa, la confianza en la gente, maduras y evolucionas como persona, recibes muchísimo más de lo que tú has venido a dar, sientes que aportas algo para que llegue el cambio estructural al mundo, y aunque sea solo en una parte inapreciable, no tiene precio». Y no, no es el eslogan de ninguna marca.