De la chuleta al pinganillo:la mitad de los estudiantes copia en los exámenes

Ana Salamanca (EFE)

SOCIEDAD

Los recursos tecnológicos para copiar en un examen aumentan su presencia.

01 jun 2008 . Actualizado a las 13:04 h.

Junio es para los estudiantes el fin de curso, el mes de la Selectividad, nervios, codos... y chuletas. Casi la mitad admite que copia en los exámenes, la mayoría con recursos tradicionales, aunque los tecnológicos aumentan su presencia: los jóvenes buscan «pinganillos», los profesores inhibidores.

Internet derrocha ingenio, experiencias, consejos y un mercado de venta y alquiler de «pinganillos», pequeños audífonos diseñados para escoltas y policías, a los que los estudiantes han buscado otro uso.

Alumnos habilidosos incluso los fabrican y ofrecen en institutos.

Su precio en la red oscila entre 600 y 1.000 euros. Y hay quien, avispado, rentabiliza la adquisición alquilándolo después: desde 45 euros.

Algunas universidades, como la Autónoma de Madrid, disponen de inhibidores de frecuencia, dijeron a EFE fuentes de la Institución.

Otras no se lo plantean.

Son auriculares inalámbricos, de apenas un centímetro, conectados a un teléfono móvil, que permiten hablar y recibir. Sólo se necesita un cómplice fuera que vaya soplando las respuestas, explica a EFE Antonio Durán, director de La Tienda del Espía, quien reconoce «un incremento importante de clientes jóvenes en época de exámenes».

Pero «también vienen profesores a pedir sistemas de inhibición», continúa. Los primeros, entonces, buscan otras frecuencias para evitarlo.

«No preguntamos la utilización, lo evidente es que cada año los clientes son más jóvenes», asegura Juan José Lorente, comercial de «sosespias.com», fabricante y distribuidor de pinganillos. «Intuimos el uso». De hecho se anuncia también como «chuleta electrónica».

«Alguna universidad -indica Lorente- se ha tomado la molestia de poner inhibidores de móvil. Los auriculares malos se bloquean con cualquier cosa, pero a los caros, los profesionales, no les afecta».

Entre los bachilleres es más común el MP3 colocado en la manga o la espalda, con el cable del auricular camuflado en el pelo. Basta dar al 'play' y al 'pause' para escuchar el tema grabado, dice una estudiante. También las anotaciones en el móvil.

A medio camino con la tecnología, está el bolígrafo de tinta invisible y luz ultravioleta, por siete euros. Una de las tiendas que lo comercializa vendió 200 en la última semana. O el bolígrafo chuleta, tres euros, de cuya carcasa sale un rollito de papel.

Copiones

Pero no se abandonan los métodos tradicionales. Un 44% de estudiantes admite haber utilizado chuletas en exámenes, y un 47% haber copiado del compañero. Casi un 5% confiesa haberlo hecho más de diez veces. Un 4,29% había empleado aparatos y un 2,3% suplantado a un amigo.

Son datos recogidos en una investigación de la Universidad de las Islas Baleares sobre ciberplagio y prácticas académicas deshonestas, dirigida por el catedrático Jaume Sureda, con respuestas de 560 usuarios del portal Universia en junio pasado.

Un 15% de los encuestados no da ninguna importancia a estas prácticas, aunque casi ocho de cada diez lo creen «reprobable» o «muy reprobable». Un 71,61% permitió que otro copiase de su examen.

La chuleta puede ser útil, si uno está preparado, para sintetizar la información. «Lo escriben en un papelín, dejándose los ojos, pero ni lo usan porque copiándolo se lo han aprendido», explica a EFE Guillermo Ballenato, orientador psicopedagógico de la Universidad Carlos III de Madrid. Aunque «si no se ha estudiado, lo que hace es incrementar los nervios y más vale no utilizarla».

«Hay algunas tan elaboradas, que casi habría que dar algún punto por el trabajo», añade.

Pero Internet está cambiando hasta esos efectos «beneficiosos».

Las entradas en «xuletas.es», con apuntes, chuletas para compartir y un programa para hacer las propias comprimidas, con subrayados y abreviaturas tipo SMS, se han doblado en el mes de mayo, con una media de 18.000 y hasta 20.000 visitas diarias, dijo a EFE Javier Marín, de 18 años, co-autor de la web.

La mayoría de los usuarios de sus 33.000 documentos son estudiante de Secundaria y Bachiller de España e Hispanoamérica. Las materias más consultadas, Biología, Filosofía y Química. No hay forma de saber si por las chuletas o para reproducir trabajos por el método del 'corta-pega'.

«No he sido de copiar», asegura el inventor de «xuletas.es», «casi nunca», matiza luego. «Las chuletas tienen su utilidad. A mí no me gustan, alguna vez me han pillado y me pongo muy nervioso...

aunque conozco gente que se saca la Secundaria, el Bachiller, y más de uno la carrera entera con ellas».

Estudiante de telecomunicaciones de Murcia, Marín recoge los trucos tradicionales en su web: chuletas camufladas en el 'tippex', «ahora de moda», grabadas en el boli-bic, escritas en el antebrazo, papelitos en la falda o la camiseta, el cambiazo, y hasta tatuar las uñas con un alfiler, el mismo día del examen, porque si no se borra.

Selectividad

En la temida Selectividad, prueba de fuego para los estudiantes, aunque más del 80% aprueba, «es casi imposible copiar», señala Josefina A., profesora de Bachillerato. «No se permite tener a mano ningún objeto personal, sólo el bolígrafo, la documentación y el papel oficial».

Los 'pinganillos' «son cosas muy sofisticadas. No se ven en las pruebas de acceso a la universidad. Se pilla algún papelito, pero no va más allá», dijeron a EFE fuentes de la Complutense de Madrid. «No se cachea a los alumnos, pero los profesores vigilan si llevan algún artilugio o algo que sorprenda».

Sin fiarse de las apariencias. Eduardo R., Profesor de Lengua y Literatura, recuerda que, en el primer examen que vigilaba en su escuela de Magisterio, sospechó de los movimientos de una alumna, una religiosa a la que sorprendió la chuleta sacada de entre los pliegues del hábito.

La sanción suele ser un suspenso, aunque cada profesor es libre de estipular las consecuencias.

La sola prueba les crea tal tensión -añade Josefina A.- «que entre un 5-10% tiene algún incidente con la documentación».

No son los exámenes los que «disparan la ansiedad» asegura Guillermo Ballenato, sino las dudas del alumno sobre su capacidad y la sobredimensión de la experiencia.

Lo mejor es ir con tiempo, aconseja Ballenato, no repasar antes de entrar al examen, alejarse de compañeros nerviosos, evitar distracciones y tener autoconfianza. «A veces están tan pendientes de mirar al de al lado o copiar que no leen bien las preguntas y se equivocan sin necesidad», concluye.